Capítulo 15. Víveme.

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En Dubai la vida solía ocurrir en los hoteles, el Palazzo Versace contaba con un importante club. Poseía una atmósfera laxa y predominantemente occidental, por lo cual los ánimos podían fácilmente alborotarse.

Cayetana se sintió como una princesa al desfilar por el abierto vestíbulo de la mano de uno de los solteros más codiciados de la élite emiratie, a pesar de que ella solo era su amante.

No podía dejar de verle a Khalid, tan alto como sofisticado y elegante en aquel traje Armani a medida. Ella iba dentro de un vestido columna sin hombros color blanco que se ajustaba a su figura como un guante y su cuello era adornado por una gargantilla de perlas. Caminaba con un natural contoneo sobre las altas sandalias de finas tiras que ataviaban sus pies.

Ingresaron al ascensor junto a otras parejas quedando ellos al fondo, Khalid deslizó un brazo alrededor de ella y la acercó a su torso.

—¿Ya te dije que estas deliciosa, habib? —murmuró ronco mientras la besaba en la sien.

—Eres tú, quien está guapísimo.

Sus miradas estaba enganchadas una al otro, tanto que tardaron en advertir que se habían quedado solos en el ascensor y debieron bajar a las prisas.

Una vez que atravesaron el umbral del club, Khalid tiró de ella en dirección a los palcos privados, hacía un alegre grupo de parejas que lucían un magnífico aspecto mientras reían y brindaban con champán.

La refinada masculinidad de Kamal se irguió de entre los demás al verles llegar y el atractivo rostro del médico se iluminó de alegría al verla.

Habib, estas sublime, como siempre —la saludó dejándole un beso por mejilla y ella le sonrió cariñosa—. Me alegra ver que tus manos tienen mejor aspecto.

—Ahora que tengo líneas adicionales las gitanas se romperán la cabeza intentando adivinar mi suerte.

—¡Allah! Que supersticiosas son las mujeres —murmuró él riendo—. Yo puedo decirte que tu suerte es haber llenado de luz el corazón de mi hermano.

—Eres un peligro, doctor.

—Por supuesto que lo soy, pero jamás miento —afirmó y le guiñó un ojo.

Enseguida se volvió hacia los demás y les ordenó que les hicieran un sitio. Todos les recibieron con entusiasmo, y Cayetana sospechó que su relación con Khalid los había convertido ya en la comidilla de todos. Al-Ghurair le rodeó los hombros cuando por fin tomaron asiento y ella sonrió para sus adentros, disfrutando de su posesividad.

—¿Qué fue lo que te dijo Kamal?

—Nada importante —replicó sosteniendo su mirada mientras sentía crecer en su interior la esperanza de que el médico tuviera razón y ella fuera crucial para Khalid.

—Pues ese nada provocó mucha intriga —declaró arqueando una ceja al señalar con su cabeza casi imperceptiblemente al resto del grupo.

—Pues que chismosos, te lo repito no fue importante. Pero si te preocupa podrías preguntarle directamente a tu hermano.

Khalid sonrió de un modo que la hizo apretar el vientre.

—¿Y qué me respondería mi hermanito? —murmuró al poner en la mano de Cayetana una copa del dorado y frío champán que todos compartían.

—Que te metieras en tus asuntos, por supuesto —replicó ella con ligereza y dio un pequeño sorbo a su bebida.

Khalid se rió en voz baja y asintió. Luego la rozó suavemente en la mejilla y Cayetana logró percibir en esa caricia que sí era valiosa para él, pero ninguno reconocería en voz alta cuán absurda y precipitadamente se habían enamorado. Así dolería menos cuando debieran separarse.

Vísteme con tu Piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora