No intentó estar cerca de abuela, tampoco de hablarle, no por el hecho de que la defendiera en el pueblo significaba que Mirabel pudiera confiar en ella. Pero ella también supo que necesitaba agradecerle a la mujer de alguna forma, sin meterse en su camino y molestarla. Mirabel se había vuelto muy buena en bordar y coser (palabras de la abuela María), así que, solo media semana después del accidente y pensarlo mucho, tomó uno de los vestidos de abuela en el día de lavado, entonces, la niña se encargó de hacer su primer bordado oficial en una prenda sin la ayuda de su maestra. Tardó casi el mes en terminar, entre sus clases con la abuela María y los músicos, tomaba las madrugadas para trabajar y las noches antes de la cena, Mirabel no pudo evitar sonreír con alegría cuando terminó, el bordado había quedado exactamente como lo había dibujado en los bocetos que hizo, así que era un total triunfo para ella. Entonces, la parte más difícil llegó, la entrega. Mirabel por supuesto que no quería entregárselo personalmente, eso no era una opción, así que dobló el vestido con cuidado y lo guardó en una caja de madera que consiguió de la abuela María, y en un momento del día que sabía que la abuela no estaría en Casita, entró a la habitación rápidamente y dejó la caja sobre la cama, junto a una nota que brevemente decía que era algo hecho por ella, solo para que de inmediato saliera del lugar y se dirigiera a buscar a su mami, para contarle sobre lo que había hecho. Ese mismo día, en la cena, Mirabel casi se ahoga mientras tomaba agua cuando su abuela entró al comedor usando el vestido que había bordado, su mami le envió una mirada y le sonrió de manera tranquilizadora para que no perdiera la calma. No hubo palabra alguna hasta después de terminar de cenar, cuando la abuela le agradeció abiertamente sobre el regalo, además de elogiarla por su "pulcra" costura, y Mirabel debe admitirlo, se sintió totalmente orgullosa ante eso, porque aún sin importar el tiempo que pasó y el dolor que sufrió en su corazón, muuy en el fondo, anheló ese tipo de reconocimiento por parte de Alma, no culpes a una niña pequeña por aún anhelar. Félix se movió de su lugar en la mesa y le levantó el pulgar, mirándola con orgullo al igual que Pepa, y ese sentimiento de total victoria creció aún más, enserio amaba el apoyo de sus padres.

Y sí, la vida está llena de cambios, saludaba a Julieta por las mañanas, hablaba con Agustín sobre pequeñas cosas, peleaba un poco más con Isabela y se divertía por medio de cartas con Luisa, además, la presencia de su abuela ya no era tan incómoda, aún un poco, pero no tan sofocante como antes, como diría su mami, era tolerable. Pero tampoco hay cambios, tiene tiempo de calidad con sus hermanos y sus padres, aún su mamá la arropa en su cama y besa su frente, aún su papá baila con ella de la nada en medio del patio, aún se mete en problemas junto a Camilo y aún su hermana Dolores le cuenta sobre las historias de romance que lee en su tiempo libre.

Luego hubo cambios mucho más grandes de un día a otro.

Era un día soleado, su mami últimamente había estado de muy buen humor, riéndose con gran emoción ante las payasadas de Camilo y también los ahogaba a ella y a sus hermanos en muchos besos si los atrapaba en sus brazos. Camilo y Mirabel estaba en el suelo en la habitación de sus padres, cómodamente estaban haciendo la tarea mientras su mami se reía en el fondo de algo que su papi le estaba contando. Su hermana mayor también estaba en la habitación, sentada en la silla mecedora de su mamá, con un libro que había abandonado sobre su regazo, Mirabel frunció el ceño confundida mientras observaba a su hermana, Dolores había cerrado sus ojos, su dedo índice golpeaba la madera del reposabrazos a un ritmo extraño y tenía su cabeza inclinada hacia un lado, como si estuviera escuchando mucho algo. Mirabel observó a Lolo por un largo tiempo, esperando saber que era lo que hacía, hasta que de repente, su hermana abrió mucho sus ojos, se levantó sin ningún cuidado de la silla, dejando caer el libro al suelo. Sus padres, Camilo y ella la miraron sin entender, pero antes de que su mami pudiera preguntar, Dolores se arrodilló frente a ella, recargando su oído en el estómago de su mamá.

Arde, mi bella estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora