—¡La bruja señora Pérez le metió el pie a Mira mientras jugábamos y se lastimó! —gritó Camilo furioso. Así que eso era lo que había pasado.

—¡Esa maldita bruja! —exclamó su mami con el trueno acompañando su maldición, haciéndola estremecerse un poco, sus manos ardían muy feo, solo quería que dejaran atrás a la abuela y curaran sus heridas para poder dormir en su cuarto.

—Mami... —llamó a Pepa con voz temblorosa, obteniendo de inmediato la mirada de su madre.

—Creo que nos encargaremos primero de esas heridas y después tendremos una charla con esa mujer —escuchó a su papi hablar, se escuchaba enojado, pero estaba un poco cansada y adolorida como para voltear a verlo y tratar de tranquilizarlo.

—Esas heridas en sus manos son profundas, deberías darle una de mis arepas de inmediato —escuchó a Julieta hablar, parecía estar preocupada, y el corazón de Mirabel se volvió a descontrolar una vez más, sus ojos se abrieron con total pánico, desde el momento que les dijo a sus padres que no quería seguir comiendo la comida de Julieta a sus seis años, sus padres eran los que siempre preparaban la comida para su lado de la familia, porque para Mirabel, no era una opción querer comer la comida hecha por Julieta.

—¡No quiero sus arepas! —gritó antes de poder pensar que estaba diciendo, girando su cabeza abruptamente hacia la mujer. Julieta abrió sus ojos en shock —¡No quiero! —Mirabel repentinamente se sentía enojada en medio del dolor horrible de sus manos y rodillas —¡No eres mi mamá, no tiene que curar mis heridas! —el silencio llegó, ni siquiera una respiración podía ser notada mientras Mirabel observaba fijamente a Julieta, quien pareció intentar decir algo, pero sus labios temblaron, y cuando Mirabel notó las lágrimas en los ojos de la mujer, de inmediato escondió su rostro en el pecho de Luisa, dejando caer las manos sobre su regazo el cual seguramente terminaría lleno de sangre.

—Vamos, Luisa, necesito limpiar las heridas de mi hija —dijo Pepa con seriedad, Mirabel perdió la noción después de ese suceso, solo sintiendo el movimiento de que Luisa seguía caminando.

[...]

Pepa no dijo nada por mucho tiempo, solamente se dedicó a limpiar las heridas de Mirabel, de cambiar su ropa y vendar, era lo mejor que podía hacer mientras estaban en el baño encerradas las dos solas. Su pequeña niña guardó silencio, pequeños hipos salían de vez en cuando, pero sabía que era debido a que su hija estaba esforzándose lo suficiente para no llorar y también para pensar lo que había sucedido, sabía que cuando Mirabel adquiría una mirada distante, significaba que estaba pensando mucho en algo y que era algo que sentía que debía resolver por su cuenta.

Con toda honestidad, Pepa sabía que podría llegar el día en que Mirabel podría soltar sin ningún tipo de tacto algo contra Julieta, su hija es un ser humano después de todo, su niña jamás podría olvidar lo que Julieta y el resto hizo, la primera señal para Pepa de que habría consecuencias en el futuro fue cuando Mirabel ya no quiso comer la comida de Julieta, cuando también aprendió a evitarlos la mayor parte del tiempo posible y a ignorar sus presencias cuando estaban cerca. Mirabel tiene un corazón de oro, eso nadie puede negarlo y nada lo cambiará, es una niña desinteresada que aún ve lo mejor de las personas, pero la historia de la familia que la abandonó, eso es otra cosa, nadie puede pedirle que lo supere, no es algo que pueda "superar", sería una estupidez pedírselo y por eso tanto ella como Félix están de su lado siempre, porque por supuesto no fue justo lo que le hicieron.

—Estaba enojada —dijo Mirabel en voz baja cuando terminó de vendar su mano. Pepa elevó la mirada hacia su hija, notando que ella miraba fijamente a la pared detrás de ella —. Ella no es mi mamá, nunca fue mi mamá, ella me dejó, ¿por qué quería curarme si yo no le importo? —su pequeña hija soltó un hipo lloroso, y Pepa se enderezó frente a su hija, guiando una mano experta a su rostro y acariciando la mejilla de la niña —. Ella me abandonó, así que no quiero nada de ella —susurró, mirándola finalmente directo a los ojos —¿Soy mala por eso?

Arde, mi bella estrellaWhere stories live. Discover now