>>> Por supuesto <<<, pensé

Toqué los bolsillos de mis pantalones, recordando la navaja y el encendedor; por suerte, todavía estaban ahí. Me sorprendió que Bertram, no hubiera registrado mi ropa y tuve una pequeña sensación de alivio por ello. Respiré, pero antes de poder hacer o pensar en algo más, pude ver cómo él aparecía como un espectro asesino, de entre los árboles y se movía para acá. Rápidamente, regresé a cómo me había dejado y traté de controlar mis nervios; no hubo sonidos hasta que lo escuché abrir y cerrar la puerta. Se sentó en el asiento de adelante y encendió la camioneta. Él no hizo ningún comentario, mientras conducía pero tenía la sensación que él se giraba para verme. Al final, no lo pude soportarlo y solté un leve gemido, sabiendo que llamaría su atención. Solo lo escuche reírse.

—No te preocupes, Lizzie —me dijo animado. —Pronto terminaba todo, mon amour —comentó soltando una ligera risa.

El viaje en la camioneta se me hizo una tortura, pero no tomó mucho tiempo, cuando finalmente paro. Escuché cómo detenía la camioneta, como abría la puerta de atrás, y sentía el aire cálido. Gemí de nuevo y entonces, me agarró como un saco de papas, solo para arrojarme a la tierra. Su silencio me aterraba, pero lo escuché moverse por el sonido de sus pisadas. ¿Qué estaría haciendo?, y de repente, sentí su mano sobre mi camiseta y me levantó del suelo; pude sentir que mis pies no tocaban la tierra. Abrí los ojos de golpe para verlo y él tenía una expresión feliz. Moví las manos hacia dónde estaba su agarré. Él solo sonrió y me dejó caer al suelo. Caí sobre la tierra, resoplando y rápidamente, noté que no estábamos en el lago, sino en medio de la nada. Casi cerca de la salida del pueblo. La luna estaba oculta en pero había algunas estrellas, Bertram había encendido las luces delanteras de la camioneta e iluminaba un poco el lugar. Levanté un poco la mirada y él solo estaba observándome, con un cigarrillo en la mano. Pero al mirar mejor, me di cuenta que en la otra mano tenía una pala. Una enorme pala para cavar y mi pulso se aceleró. Miré un instante la pala pero luego me fijé en Bertram; él estaba quieto y sin decir nada. Luego tosió y comenzó a hablar.

—Te doy tres opciones para que elijas cómo será tu muerte, Lizzie Corbett —me dijo mientras soltaba humo de su cigarrillo. —Puedes quedarte ahí mientras cavo un hoyo para ti, sin hacer absolutamente nada y sin hablarme. Ponerte a correr con cinco minutos de ventaja, y por supuesto, sin poder gritar ni nada porque no hay nadie en esta zona a esta hora de la noche. Corres y te persigo, solo para poder atraparte, rasgarte la ropa junto con violarte y luego matarte — me explicó. Se rió. —O puedo cavar el hoyo y luego violarte para poder asesinarte después. ¡Oh, claro! No tendrías que correr ni gritar, y además tendrías una muerte digna gracias a mí— comentó animado. Hizo una pausa y añadió: — ¿Y bien? ¿Qué opinas?

Por un momento, no dije nada; él pronunció mi nombre, pero no me moví. Me quedé ahí en el suelo, procesando todo lo que había acabado de decirme y entonces, empecé a reír. Me reí un rato hasta que solo jadeaba. Pude levantarme del suelo y subí la mirada hacia Bertram; él me vigilaba con el ceño fruncido.

— ¿Acaso crees que estoy bromeando? —inquirió con tono de molestia.

Respiré apretando las manos y resoplando, negué con la cabeza. Él arrojó su cigarrillo.

—Entonces, ¿ya elegiste cómo quieres que te mate? — preguntó con impaciencia en su voz.

—No escojo nada —susurré. Inhalé y exhalé. — No voy a jugar tu juego y no voy hacer nada, porque tú quieras —gruñí. —Pero si voy a morir, no será por ti, Bertram.

Él reaccionó ante mis palabras y se burló. Le lancé una mirada de odio y gruñí.

—Qué graciosa eres, Lizzie — comentó riéndose. —Pero tú no tienes el derecho de decir nada, sobre cómo voy a matarte y además, solo somos tú y yo...—masculló. — Así que creo, que será la segunda opción, porque veo que tienes mucha energía esta noche, chérie...

Renacimiento © ✓जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें