Capítulo 33: El gato y el ratón

Começar do início
                                    

Charlotte hizo un sonido de inhalación.

—Lo sé, y entiendo tus sentimientos, por todo esto pero no tienes una tercera opción, Élise. Porque pronto cumplirás dieciocho años y tú tendrás que ver, las opciones que estén frente a ti—me indicó ella. Hizo una pausa para dar un largo trago.

—Eso lo sé, pero no quiero estar atada a...alguien —señalé. —Y siento que estando aquí con mi papá y mis hermanos, estaría siendo útil o siendo un estorbo para nadie —le expliqué. —Quiero saber qué más puedo hacer y cual será lo que venga. Y lo que pasé, buscaré la forma de ayudar a todos. — comenté. — Es lo que veo, por el momento.

Charlotte me miró con comprensión, inclinando el celular.

Oh, Élise! Tu ne sais pas comment il t'admirait! *Oh, Élise, no sabes cómo te admiró* —comentó cómo una madre a su hija.

Mio aussi. *Yo también*—le contesté con una pequeña sonrisa.

Las dos nos despedimos de la otra y Charlotte me hizo prometer, que le avisara cualquier cosa, que ella y Axel vendrían el primer vuelo directo al país. No lo decía todo el tiempo pero admiraba a Charlotte, por su forma de ser y por su personalidad. Y gracias a ella, por lo menos tenía un poco de sentido de la feminidad en mi vida, cuando era más joven y eso me ayudó mucho. Pero en estos momentos, hablarle había sido un consuelo.

—No te preocupes —le aseguré e iba a terminar la video llamada pero Charlotte me llamó. — ¿Qué ocurre? — le pregunté

Ella me miraba con una expresión sería en su rostro y sus ojos de color oro líquido. ¿Acaso quería decirme algo más? La llamé, pero solo me sonrió y se despidió de mí. Me tiré en la cama y miré el celular a mi lado. Y con mi periodo, sentía muchas molestias hasta antojos de helado y pastel de manzana. Había cenado suficiente, pero un capricho dulce no me caería mal.

>>> Pastel, helado y ver videos por YouTube <<<, pensé mientras cepillaba mi cabello

Después de eso, salí de ahí y me encamine a la cocina. Todos se habían ido a sus camas, menos Will que estaba viendo un maratón de su serie favorita. Me acerqué un poco, pero él estaba dormido con saliva saliendo de su boca. Me reí. Fui sigilosa y me moví al congelador, y busqué el pote de helado, un poco de pastel de manzana del refrigerador junto con una cuchara y huí, lo más rápido posible. Ni siquiera se enteró cuando llegué arriba y cerré la puerta, mientras comía un poco de helado. Entonces, noté que el celular tenía una notificación de mensaje, dejé el postre sobre el escritorio y tragué, cuando me acerqué para mirarlo.

>>> ¡Carajo! ¡Deja de ser tan paranoica! <<<, pensé agarrándolo

Pero mi intuición estaba en lo correcto. Y odiaba tener razón. Había un mensaje. Desconocido con un mensaje y adjuntó una imagen. Lo abrí y sentía que tendría un colapso.

Oh, Lizzie. Deberías cuidar mejor a tu novio. ¿Todavía era la niñita de papá... o ya eres una mujer siendo Sean el que te desfloró tu pequeña flor?

¡¿Cómo había obtenido mi nuevo número?! ¡¿Por qué?! Abrí la imagen y sentía que todo mi cuerpo se congelaba. Era una fotografía, de la casa de Sean o podría ser falsa. Tal vez, entonces respiré, antes de volverme loca. Así que probé con algo.

Elizabeth Corbett: Esa no es su casa. No te creo.

Y se lo envíe. No podía ser, no era posible que supieran sobre mi numeró y de dónde vivía Sean. ¿Acaso esto no iba a detenerse? Respiré con fuerza, cuando escuché una respuesta. ¿Me había contestado? ¡Me había contestado! ¡Oh, carajo!

Renacimiento © ✓Onde histórias criam vida. Descubra agora