Capítulo 34. Nada supera.

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La imagen perfecta de una mujer seductora, que sabe provocar.

- Vamos a ver si vas a amar cuando te use como conejillo de indias el sábado.

Por primera vez en el día la veo sorprendida por algo que dije. Controlo el impulso de reír de su expresión sorprendida. Paso la punta de mi lengua sobre mis labios, su mirada sigue mi movimiento. Ella sabe muy bien que ocurre el sábado, y también sabe que le devolveré todas sus provocaciones.

Amelia está sin reacción que tengo que llamar su atención para que me siga. Vire el juego.

¿Quién está por encima ahora, Amelia Ledesma?

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El ambiente antes gélido, ahora está caliente. De una manera casi sofocante. Presiono mis caderas contra ella, mis dedos perdidos en sus cabellos. Su rostro y su cuello probablemente tendrán marcar de mis dedos mañana, pero realmente no me importa. Me gusta verla marcada por mí.

Amelia gruñe en mi boca cada vez que chupo sus labios. Mi lengua girando sobre la de ella, paseando por dentro de su boca. Sus manos están mi culo, se turnan entre apretar y empujarme hacia ella. Estoy enloqueciendo con esa mujer y esa maravillosa boca.

Deberíamos haber salido de aquí hace rato, pero simplemente no consigo alejarme de ella. Y Amelia no ayuda, cada vez que aprieta mi culo con más fuerza y lo golpea, siento mi cuerpo temblar y la humedad en mi ropa interior aumentar.

Nadie en el mundo besa mejor que ella.

- Luisita...

¡Oh, maldita sea! Me encanta cuando ella dice mi nombre en medio de un gemido de esa forma. La forma en cómo su voz suena tan sexy cuando está caliente. Mi boca se llena de agua sólo de pensar lo mojada que debe estar. Pero no podemos hacer nada ahora, la verdad ni deberíamos estar aquí todavía.

Estamos tan envueltas en este tipo de amor adolescente, enrollándose en las esquina y mirándonos con tanta pasión. Algunas veces terminamos olvidando que en realidad somos dos mujeres adultas, con casa y un hijo para cuidar.

Pero es una sensación tan buena esa de parecer un adolescente de nuevo y hacer que ella sienta lo mismo.

- Tu beso es tan adictivo - murmuro contra sus labios, embriagada.

Amelia sonríe, siento sus manos migrar hasta mi cadera. En un movimiento rápido e inesperado, ella invierte las posiciones. Con la misma habilidad de siempre, ella tira de mí hacia arriba, mis piernas envuelven su cintura.

- ¿Sólo el beso? - pregunta provocativa.

Su boca se dirige a mi cuello, inclino la cabeza hacia un lado, dándole más libertad. Muerdo mi labio inferior al sentirla clavar los dientes en mi piel, succionando esa parte enseguida. Aprieto mis dedos en su carne, los ojos siendo presionados con fuerza.

- Sabes que no - mi voz apenas pasa de un susurro.

- Lo sé - egocéntrica - Eres adicta a mí. ¿Cómo podrías no serlo?

- Tu arrogancia me irrita de la misma forma que me excita - ella me mira, sonriendo - No hace falta decir que sabes... Sé que lo sabes.

- Eres tan guapa - me parece increíble cómo pasa de seductora a cariñosa en cuestión de segundos. Es como si Amelia tuviera un alter ego sexual dentro. No lo dudo - No quiero ir ahora pero creo que estamos atrasadas.

- Déjame ver - estiro la muñeca para mirar la hoja en su reloj. Siento mis ojos casi salir de sus orbitas - ¡Carajos! Estamos súper atrasadas, Amelia.

- Lo sabía - a diferencia de mí, ella no parece nerviosa o con sorpresa.

- Ponme en el suelo - le doy palmadas en los hombros. Amelia ignora mi pedido y continúa presionándome contra la pared - Amelia... pfff madre mía mujer.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now