Capítulo 32. ¿Dónde estoy?

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Hoy en día nos tratamos como hermanas, sé que puedo contar con ella siempre, así como ella sabe que puede contar conmigo. Incluso nos molestamos, es todo algo sano que sirve para fortalecer nuestra amistad. Hemos tenido algunas peleas, idiotas, y otras realmente serias. Pero nunca conseguimos estar más de una semana sin hablarnos. No sé vivir sin está criatura.

Ella es como la unión de mi madre y Natalia, que son a las dos personas que siempre procure pedir consejos. Estoy muy agradecida porque Marina existe en mi vida, ya que es una de las mejores personas que conozco. Y ella siempre me ayuda a encontrar el camino correcto a seguir.

Decidí llevarlos a casa, ya que Ian había dejado a Marina en la galería antes de ir a resolver unas cosas a la oficina. Toni parecía cansado como para conversar, en todo el camino estuvo acurrucado en el asiento trasero ya que Marina no ha dejado de hablar y golpear los dedos sobre el tablero ni un segundo.

La conozco lo suficiente para saber que está ansiosa por algo.

- ¿Me vas a contar lo que está mal o voy a tener que sacarlo de ti con un gran helado? - desvío la mirada para ella antes de dar la vuelta en una calle.

Marina me mira sin entender por algunos segundos, pero luego su expresión se suaviza y sonríe. Su cara está un poco más hinchada por el embarazo. Ella parece una niña que comió muchos dulces.

- ¿Decirte qué? - se hace la desentendida.

Hay una cosa que Luisita y ella tienen en común: el cinismo. Odio cuando las dos hacen eso, y generalmente consiguen convencer a las personas. Pero no a mí, son años de convivencia.

- El motivo de tu preocupación, y ni siquiera trates de engañarme. Te conozco.

Entro a la calle de su casa, hay pocos coches en la ruta. Veo algunos niños corriendo por las aceras, todavía es temprano. A mi lado Marina está quieta, tal vez debatiéndose consigo misma para hablar o no.

- Tenemos que hablar de algo.

- Suena serio.

- Y es serio, mucho - suelta un largo suspiro - Vamos a colocar a Toni en la cama y entonces podemos hablar en la sala.

Asiento con la cabeza. Finalmente paro frente a la casa de Marina e Ian, bajo primero del coche y abro la puerta de atrás. Tomo a Toni en mis brazos y cierro la puerta, le doy a Marina mi llave para que cierre el coche.

Camino con el pequeño en dirección a casa y espero a ella para que desbloquee la puerta.

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Cierro la puerta del pequeño con cuidado para no despertarlo. Paso las manos por mis rizos y camino por el corredor hasta llegar a la sala de estar, donde Marina me espera sentada en el sofá. Voy hacia ella y me siento a su lado.

- ¿Entonces? Te escucho.

- Vamos hablar algo serio, y no necesito que te asustes o algo así. ¿Está bien?

- Me estás preocupando.

Ella esboza una sonrisa, coloca una mano en mi rodilla y acaricia la región. Como si quiera calmarme antes de contarme. El silencio por la casa parece aumentar mi tensión.

- Amelia, estoy enamorada de ti.

¿Has sentido que el suelo debajo de ti desaparece? Así es como me siento. Mi corazón parece estar desacelerando, parpadeo. Marina continua mirándome seria. Trago en seco y salto para alejarme de ella, con los ojos bien abiertos. Trato de asimilarlo.

- ¿Cómo?

Ella desvía la mirada y baja la cabeza. Estoy a punto de levantarme y salir corriendo, cuando veo sus hombros temblar. Creo que está comenzando a llorar, pero luego puedo oír su rica resonar por la habitación.

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