22: Escape poco exitoso

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Ron se movió un poco y yo inmediatamente lo detuve.

— Claro que no. Ahora soy yo la doctora, la señora Pomfrey se morirá de la envidia al igual que todos conmigo— le sonreí como pude.

— ¿Creen que deberíamos movernos? —preguntó Ron a nadie en especifico.

— No sé.— Harry respondió.

Ron todavía estaba pálido y sudoroso. No había hecho ningún intento de levantarse de nuevo, y daba la impresión de estar todavía demasiado débil para hacerlo. No habia posibilidad de moverlo.

— Quedémonos aquí de momento — afirmé con seguridad—. Hubiera sentido si Yaxley era legeremante, ahora estamos seguros, nadie sabe donde estamos.

Con expresión aliviada, Hermione se puso en pie.

— ¿A dónde vas? —preguntó Ron.

— Si nos quedamos, deberíamos poner algunos encantamientos protectores alrededor —respondió, y elevando su varita, empezó a caminar en un amplio círculo alrededor de nosotros tres, murmurando encantamientos mientras avanzaba. Asentí y fui a su lado, extendiendo mis manos, Morgana se materializo a mi lado, susurrándome las palabras en idioma antiguo que ya me eran facil decir.

— Sythan arrest wearth feasceaft funden. Denum æfter dome. Dreamleas gebad he gewinnes longsum....

A mi lado Hermione estaba haciendo los demás hechizos comunes

— Salvio Hexia... Protego Totalum... Repello Muggletum... Muffliato... Podías sacar la tienda, Harry... 

—¿Tienda?

— ¡En el bolso, cuatro ojos!— grité mientras volvía a retomar donde lo deje. 

— En el... por supuesto —dijo Harry. Murmuré uno que otro hechizo mas de protección, antes de ver de nuevo en mis manos la daga dorada, le di vuelta, era pesada debido al material y a los rubíes y diamantes. Obviamente decorativa porque era imposible alzar la mano y apuñalar a alguien con esto, era demasiado pesado. Apunté a un tronco en el suelo con mi varita y lo transforme en una silla de madera, me senté cansada, agradeciendo a McGonnagall internamente por las lecciones tan intensivas de Transformaciones.

— Gracias por lo de la daga, Anwyl— Morgana apareció a mi lado—. Ame a Morgause casi tanto como te quiero a ti. 

 Sonreí un poco y asentí viendo como la tienda salió en un montón de bultos, con lonas, cuerda y palos. Casi me puse de pie, la reconocí después de unos segundos, era la misma tienda en la que habíamos dormido la noche del Mundial de Quidditch. Claro antes de que atacaran los Mortifagos y mucho se redujera a caos y humo.

— Creí que pertenecía a ese Perkins del Ministerio, ¿no? — preguntó Harry, empezando a desenredar las varillas de la tienda. Me levante y comencé a ayudarlo, si estuviera en otra situación me quedaría sentada limándome las uñas viéndolo trabajar, pero la imagen de Ron retorciéndose en mis manos seguía fresca en mi mente, quería distraerme.

— Aparentemente no la quiso de vuelta, tiene mucho lumbago —dijo Hermione, ahora realizando una complicada figura de ocho movimientos con su varita—, así que el padre de Ron dijo que me la podía llevar prestada. ¡Erecto! —añadió, apuntando con su varita a las deformadas lonas, que en un movimiento fluido se elevaron en el aire y se asentaron, completamente colocadas.

— Cave Inumicum —terminó Hermione con una floritura hacia el cielo—. Esto es todo cuanto puedo hacer. 

— Los míos son mas bien sigilos—  vi como había dejado una ventana transparente donde había pronunciado el hechizo, como una especie de domo que nos encerraba, aunque había que prestar mucha atención para verlo—. Puedo dibujar un par de runas también por si acaso pero mis hechizos con los tuyos son mas que suficientes.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteOù les histoires vivent. Découvrez maintenant