Paola se sonrojo potentemente al ver como vertían el refresco del vaso más pequeño a ese recipiente con tapita y agarraderas.

—¿Puedo tomar en un vaso normal como ustedes?— preguntó en voz vaja.

—No corazón, podrías tirar el contenido, y no queremos accidentes— contestó Daniel terminando de cerrar aquel vasito entrenador.

—P-pero estamos en un lugar público, n-no quiero tomar ahí sabiendo que cientos de personas están mirándome raro— protestó nuevamente

—No tiene por que importarte que las personas te miren nena, no estas haciendo nada malo— respondió ahora Felipe

—E-es que m-me da vergüenza— susurro.
Los ojos de Paola empezaron a picar gracias a las lágrimas que tenía retenidas, no quería llorar y menos por algo tan insignificante como un vasito entrenador, pero no podía evitarlo.

—Paola no queremos berrinches— dijo Daniel apuntando la con el dedo.

Esto solo empeoró más las cosas, ya que Paola se asustó al escuchar su nombre en un tono tan serio de alguien que simpre le ponía apodos lindos y le hablaba amablemente.
Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, pero la niña no dijo nada, solo se limitó a asentir y a sentarse denuevo en su silla sin mirar a nada más que el piso.

Daniel abrió la caja de pizza y comenzó a repartir la, al principio Paola no comió pero pasados unos segundos tomó su pedazo y se lo llevó a la boca. A pesar de tener sed no tocó ni miro su refresco. De verdad no quería tomar en aquel vaso en un lugar público.
Mientras más pasaba el tiempo más sed le daba, así que se trago su orgullo y tomó aquel vaso con refresco haciendo que ambos mayores le dedicarán una sonrisa.

— Vez mi vida, no te costaba nada tomar en tu vasito— dijo Daniel dejando un beso en la cabeza de la niña.
Pero Paola ni se inmutó, se sentía humillada a pesar de que el área de comidas estaba casi vacía.

La comida término y la familia se dirigió a aquel lugar que Felipe le había hablado a Paola.
Había conjuntos gigantes de ropa infantil, biberones, chupones, y juguetes pordoquier, Felipe fue el más feliz en esa área ya que se acercó emocionado a la sección de ropa.
Daniel como un carrito y trato de sentar a Paola en el pero esta no se dejó.

—P-puedo caminar— dijo aferrándose a la ropa de Daniel, este asintió y le tomó la mano mientras seguía a Felipe a todos lados, el cual hiba emocionado de estantes en estantes y tomando conjuntos de ropa.
Esto a Paola le parecía divertido, es decir la que se debía emocionar era ella, pero este lugar era una simple tienda más en su opinión.

Luego de un rato más el carrito estaba casi lleno de ropa. Pijamas, vestidos, overoles, mamelucos, etc.
Decidieron ir al área donde habían cosas, para morder.
Le pidieron a Paola que escogiera algunas mordeduras y chupones mientras ellos escogían algunos biberones.
A ella no le importaba mucho el diseño que tuvieran así que tomó unos cuantos al azar.
Luego fueron a la parte de los juguetes.
No era broma decir que los más emocionados eran los adultos ya que a Paola no le llamaban mucho la atención los juguetes aún, pero escogió algunas mantas que se le parecieron lindas y alguno que otro peluche pequeño.
Eso fue hasta que llegaron a un área que estaba plagado de cosas suaves y peluches. Estuvieron paseando un poco más hasta que Paola vio algo. Un objeto peludo y relleno en forma de su animal favorito en todo el mundo. No era nada más ni nada menos que un peluche de panda, este era blanco con gris oscuro, no debía medir más de 80cm era grande pero no era muy choncho, era perfecto

 No era nada más ni nada menos que un peluche de panda, este era blanco con gris oscuro, no debía medir más de 80cm era grande pero no era muy choncho, era perfecto

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