Pepa miró a Félix, quien asintió en señal de apoyo —¿Mirabel? ¿Cariño? —la llamó la pelirroja con suavidad, su sobrina elevó tímidamente la mirada, sus ojitos estaban un poco vidriosos, aún necesitados de seguir derramando lágrimas. Pepa tomó a la niña y la sentó en su regazo, moviéndose un poco para que ella y Félix abarcaran la cama juntos y que ella también pudiera verlo a él. Mirabel recargó su cabeza en el pecho de la pelirroja, volviendo a jugar con los volantes de la falda —. Nubarronita, vamos a hablar de algo importante, ¿okey? —la niña solo asintió en silencio, y Pepa mordió su labio, su corazón dolió al pensar que lastimaría a su sobrina —. Mirabel, tú eres igual de especial que cualquiera de nosotros, con o sin don, tú eres Mirabel Madrigal —con sus dedos, peinó los rizos de su sobrina —. No sabemos porque no recibiste un don, pero eso no significa que no seas merecedora de uno, después de todo, tienes un bello corazón —los hombros de su sobrina temblaron, y a Pepa se le rompió el corazón al notar que ella quería volver a llorar —. Cariño, el tío Bruno no se fue por tu culpa, él debió irse por algo muy importante, ¿cómo podría irse solo por qué no recibiste un don? Él te ama... ¿Cuánto dijo? ¿de aquí al cielo? —la pequeña solo olisqueó, asintiendo —¿Lo ves? Eres la bebé de Bruno, él te ama con o sin don, no sabemos porque se fue, pero eso no fue tu culpa, cariño —Pepa se tomó un pequeño respiro, lo próximo será lo más doloroso que puede decirle a una niña de cinco años, golpeará más su pequeño mundo de lo que ya lo está, pero no creará una espiral de mentiras, no, Mirabel lo merece todo, las verdades incluidas, intentará suavizar los golpes, pero Pepa debe hacer esto —. Mirabel, tu abuela es una persona complicada, lamento tanto que tu abuela se comporte como lo hace contigo y lo siento mucho, nubarronita, pero no creo que la abuela vuelva a ser igual que antes —la pequeña sollozó, y Pepa la envolvió protectoramente en sus brazos —. Lo siento mucho, amor, ojalá pudiéramos abrir los ojos de tu abuela, para que pudiera ver lo que yo veo... ¿Sabes lo que yo veo? —Mirabel movió su cabeza en negación —. Veo las estrellas en tus ojos, veo el sol en tu sonrisa y la lluvia en tu risa, veo que ardes como una reluciente estrella —elevó su mirada, mirando a Félix, quien le sonrió, transmitiéndole un silencioso "lo haces bien".

—Eres maravillosa, estrellita —le dice Félix a su sobrina, acercando su mano hacia la cabeza de la niña y peinando sus rizos —. Podrás hacer lo que sea que te propongas, porque brillas por ti misma y haces brillar a los demás, no necesitaste un don para brillar antes, no lo necesitas ahora, porque eres excepcional —Mirabel finalmente asomó su mirada hacia Félix, a lo que él le sonrió con cariño —. Las estrellas como tú, Mirabel, no solo brillan, ellas arden —Pepa casi suelta un sollozo cuando su niña asomó el fantasma de una sonrisa en sus labios, era tan sencillo hacer sonreír a esta niña, ¿cómo su madre podía asumir que Bruno vio algo horrible que la involucraba en su visión? Si hubiera algo de vida o muerte, seguro se los habría dicho, pero algo más debió ser que lo llevó a irse, incluso la idea de que quizás lo hizo por la propia Mirabel cruza por su cabeza, después de todo, los tres conocen a su madre.

Ahora, Pepa debe borrar la sonrisa que apenas había logrado aparecer en ella —. Mi nubarronita, tengo que decirte algo muy serio, así que escucha con mucha atención, ¿si? —la niña giró su cabeza hacia ella y la miró a los ojos. Pepa se sintió abatida, la nube sobre su cabeza seguramente estaba tomando un color más oscuro, pero necesitaba decirle esto a la niña antes de que su madre pudiera decirle algo —. Sé que te has dado cuenta de que tu padres y tus hermanas se han alejado, ¿verdad? —la chiquita asiente, y Pepa siente un enojo puro hacia si misma por sus próximas palabras —. Eres lo mejor del mundo, Mirabel, nunca lo olvides —le susurró, su voz tembló y la nube sobre su cabeza tronó, pero su sobrina ni se inmutó, mirándola con ojos preocupados —. Cariño, tus padres.... Ellos ya no pueden decir que son tus padres, ni hablarte como antes ni tratarte como antes.

Arde, mi bella estrellaWhere stories live. Discover now