Últimas dulces tardes de verano

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Nuestros muchachos pasan una de sus últimas tardes juntos a las afueras de Godrics Hollow

Advertencias: Gellert siendo tan manipulador como siempre

Si bien aquel pelirrojo odiaba el calor excesivo del verano con toda su alma, en estos momentos se encontraba deseando que la maldita estación no acabase nunca.

Las últimas semanas del verano estaban pasando con una rapidez increíble, su casa estaba patas arriba porque su hermano ya estaba haciendo la maleta para regresar un año más a Hogwarts, y él, que detestaba el desorden, ya tenía una excusa ideal para pasar la tarde fuera de casa.

El color del cielo era de un intenso naranja, indicando que era la hora de regresar, pero carecía de fuerza de voluntad para levantarse del suave césped. Sus ojos azules como el mar intentaban captar aquel instante para guardarlo en su memoria para siempre, era como si sus ojos tomasen cientos de fotografías al segundo. Algo le decía que aquel momento era especial.

Giró ligeramente su cabeza, justo a su lado, se encontraba el rubio que no salía de su cabeza desde que lo había conocido casi dos meses antes. Aprovechando que estaba demasiado concentrado en un libro, Albus se tomó la libertad de observarlo al detalle. Sus rizos rubios permanecían perfectamente peinados a pesar del viento que se estaba levantando, y su conjunto azul marino le sentaba como un guante. Su piel era demasiado blanca, casi parecía de cera, y sus facciones eran muy afiladas.

A los ojos de Albus, él era perfecto.

Sus manos eran finas y largas, al mirarlas pudo recordar como la noche anterior esos dedos habían estado envueltos en sus cabellos mientras compartían un beso apasionado. Al recordar aquello, no pudo evitar que sus ojos se movieran inmediatamente a sus labios, rosados y finos. Si no estuviese tan concentrado en su lectura, no se hubiera pensado dos veces en atacar sus labios como en tantas ocasiones anteriores.

---Me vas a desgastar si me sigues mirando así, querido Albus.

Procuró no sonrojarse por la vergüenza de que lo hubiese pillado mirándolo tan fijamente, se había dejado llevar por sus ensoñaciones de una manera demasiado pueril. No dijo nada en respuesta, tan solo se acercó un poco más a él y apoyó la espalda en el tronco del árbol mientras miraba como Godrics Hollow iba quedando vacío ante la inminente llegada de la noche.

---Solo intentaba capturar el momento. Contra todo pronóstico, debo decir que dejar este pequeño pueblo me entristece.

Ciertamente había desarrollado un cariño por este pueblo que no pensaba que sentiría. Sabía que de no ser por Gellert, seguiría viéndolo como un pozo sin fondo en el que se mantendría encerrado toda su vida al cuidado de sus hermanos pequeños. Pensar que su partida con su amado estaba más cercana que nunca hizo que su corazón latiese con fuerza.

Dejó escapar un pequeño suspiro que hizo que por primera vez en toda la tarde, los dispares ojos de su acompañante se separaran de las viejas páginas del libro y se pasaran en él. Gellert no había terminado de encariñarse con el pueblo, más allá de su amante y la tumba del hermano de la leyenda.

---Lo entiendo, pero en este pequeño pueblo nunca prosperaríamos. Debemos darnos a conocer en la comunidad mágica, solo así podremos alcanzar el poder y curar a Ariana.

Comentó observando como el pelirrojo jugaba con la hierba entre sus dedos. Al mencionar el nombre su hermana, los melancólicos ojos de Albus adquirieron una especie de brillo que le hacía saber a Gellert que había dado en el clavo. La idea de que su hermana viese el mundo y tuviese una mejor vida hizo que el joven desechase la idea de quedarse allí.

---Tienes razón.

Fue lo único que murmuró. Gellert sonrio levemente antes de tomar una de las manos el pelirrojo y dejar un beso en el dorso de la misma para que su atención recayera en él. Gellert siempre había contado con la ambición del pelirrojo para lograr sus metas, juntos serían los más poderosos.

---¿Sabes? Anoche, cuando te fuiste, tuve una visión. Éramos nosotros, creo que estábamos en París dando un mitín al que asistían todo tipo de personas importantes.

---¿Vas a utilizar la baza de la videncia para adularme otra vez?

---Bueno, siempre ha funcionado muy bien, pero te aseguro que es cierto.

Albus reprimió una pequeña risa que hizo que las comisuras de los labios de Gellert se levantaran y le dio un pequeño golpe en el hombro. Gellert no se consideraba un soñador en absoluto, pero admitía que más de una vez se había imaginado al lado de Albus haciendo cosas importantes y sintiendo que eran invencibles. Sus ideas de como quería que fueran las cosas cada vez iban tomando una forma más definida, pero deseaba avanzar más para contarselas a Albus.

Por otra parte, el pelirrojo acariciaba aquel colgante de plata que era símbolo de su unión. Cada día se sentia más unido con el rubio, y podía pasarse horas soñando despierto mirando aquel colgante. La sola idea de que sus almas estarían unidas por la eternidad hizo que sus vellos se erizaran.

Su mirada se encontraba fija en el colgante, pero el suave tacto de la mano del rubio en su mejilla hizo que subiese el mentón hasta encontrarse cara a cara con su amado. Este le miraba con las pupilas casi dilatadas y había dejado a un lado aquel viejo libro. Albus no podía negar que en cierto modo, a veces sentía el aura de Gellert un poco cargada, esta era una de las ocasiones. El muchacho lo observaba muy de cerca, su semblante era serio. No podía negar que a veces le hacía estremecerse.

Pero esa sensación le encantaba.

Sus narices se rozaban, provocando que el pelirrojo cerrase los ojos y de igual manera lo hiciese el rubio. Estaban situados justo a la entrada del pequeño pueblo, en frente de las primeras casas, y Albus sabía que no estaban lo suficientemente cubiertos para tener tanta cercanía. No era lo más sensato, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para susurrar casi sobre los labios el contrario.

---Podrían vernos...

Pero Gellert no parecía haberle oído, o lo que era más seguro, no le había hecho caso.

---Me da igual.

Gellert Grindelwald tomaba lo que quería, eso ya era conocido por Albus.

Tan pronto como había pronunciado la última sílaba, sus labios se habían encontrado de forma gentil, muy diferente a los besos que los dos jóvenes amantes se habían compartido la noche anterior, mucho más desesperados y pasionales. Aquellos besos provocaban demasiadas sensaciones en ambos, parecía que nunca se cansaban del sabor de los labios del otro.

El pelirrojo puso una mano en la nuca de Gellert para buscar más cercanía y acariciar sus suaves rizos rubios. Tan solo se escuchaba el sonido de los besos de los muchachos en un pueblo silencioso por la llegada de la noche, a excepción de los grillos.

Finalmente se tuvieron que separar para tomar aire, aunque no necesariamente se separaron demasiado. Mantuvieron unidas sus frentes mientras regulaban sus respiraciones. Gellert aprovechó la cercanía para acercarse a su oído y susurrar.

---Voy a estar siempre a tu lado, querido Albus.

El pelirrojo sonrió ladinamente aún con las mejillas algo encendidas y le respondió jugueronamente.

---Siempre juntos, mi amado Gellert.

Gellert lo miró fijamente y asintió, pero lo que Albus no sabía, era que el rubio se había visto solo en París en aquella visión.




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⏰ Last updated: Feb 16, 2022 ⏰

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𝙂𝙍𝙀𝘼𝙏𝙀𝙍 𝙂𝙊𝙊𝘿- grindeldoreWhere stories live. Discover now