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Su perfilada nariz es pellizcada para sacarla de sus pensamientos, abre la puerta trasera del auto para sacar el bolso del chico con el cual tendrá que convivir de ese instante en adelante.

Aunque no le ha respondido, no puede vivir con él en su Penthouse, no porque no quiera, sino más bien porque aquel lugar es como su punto de reposo.  La propia casa de Yvette también es una mansión igual a la de su padre, un poco más pequeña si, pero igual de lujosa.

—Estaremos aquí durante una semana.— Habla mientras va hacia él —Si nada cambia, entonces nos casaremos el domingo próximo y nos iremos a vivir en donde realmente habito.—

—C-Comprendo.— Trata de decir él

Si-U agarra con manos temblorosas la mochila que la contraria le da. La sigue, con pasos pequeños y rápidos, Si-U sigue a la mujer que se ve impetuosa y dominante con solo su presencia.

Un suspiro entrecortado sale de sus delgados labios, no le gustan los ascensores, le dan miedo y parece que la mujer con quien se casará, no vive en un cuarto o quinto piso.

—¿H-Hasta que piso vamos?— El miedo se relata en su voz

—Treinta.— Dice como si nada

—¿T-Treinta?— Repite Si-U con los ojos abiertos

Yvette lo observa con detenimiento, no lo había podido hacer a causa que el contrario no levantaba su rostro por nada del mundo.

—Estaremos en un Penthouse por el momento, Si-U.—

El mencionado la observa por un momento, ella sabe su nombre. Mientras que él no se acuerda del nombre de ella, apenas y sabe que se casará.

¿Por qué?

Ni el motivo verdadero conoce...

Cuando ya ambos se encuentran en el lugar de Yvette, la cara de Si-U es de un poema, jamás vio algo semejante a ese lugar. Obviamente, el hogar del señor Park es bonito, no obstante, no pudo apreciarlo muy bien porque su timidez no le permitió alzar la vista.

También sus padres se lo habían prohibido.

—Debes quedarte callado y hacer todo lo que te digamos.—

Le habían advertido antes de entrar, y así lo hizo, no dijo nada, solo saludó con educación y caminó detrás de los mayores con su vista en el suelo. En ese instante, en donde nadie le ha prohibido nada, tiene la oportunidad de ver alrededor y darse cuenta de lo bonito que es el sitio.

Todo es blanco, el piso, las paredes, las escaleras, todo es blanco, excluyendo el decoro, aquello es todo negro, al igual que los ventanales también son negros en los bordes.

La sala es tan grande que duda mucho que se logre llenar con unas veinte personas, la cocina no tiene comedor, pero si una barra tan larga que no hace falta de ninguna mesa de más.

—Deberías cerrar la boca.—

Yvette lo ha estado viendo desde que salieron del ascensor, esos grandes ojos que posee el contrario brillan como si de un niño pequeño se tratase. Han Si-U hace lo que la mayor le ha dicho, sus delgados labios se convierten en una línea recta. Él puede sentir el calor en sus mejillas y orejas, está avergonzado por la manera en que se dejó llevar por el bonito paraje en el que se quedarán mientras tanto.

—¿Realmente no podemos quedarnos aquí?— Se atreve a preguntar

Si-U agradece que su pregunta no haya salido en tartamudeos.

Cantoneando sus anchas caderas, Park Yvette se va hasta la cocina por un vaso de agua, cuando ya lo tiene en su mano izquierda, se gira mientras apoya su cuerpo en el mesón.

-Totalmente Diferentes- EDITANDOWhere stories live. Discover now