El gran alfa frente a él era un poco más alto que el médico. Rob alzó las cejas y parpadeó sin creer en lo que veía. Se preguntó cómo alguien podría soportar ese frío, y también por qué alguien habría salido en plena ventisca. Rob no tenía más opciones, era cruzar la nieve o morir.

"Disculpa, ¿qué?" Balbuceó Rob, anonadado. Seguía tiritando y la capa de cuero estaba húmeda por la nieve, se estaba congelando. "Espera, un segundo." Levantó ambos brazos, muy a pesar de que los tenía helados. El alfa emanaba un olor que no resultaba amigable. "Podemos hablar."

Aparentemente ese alfa fornido no estaba por la labor de entablar una pacífica y natural conversación. Rob mantuvo las manos alzadas para demostrar que no iba armado, no era peligroso y no tenía malas intenciones. Pensó, de todas formas, que probablemente se asemejaba a una rata que tiritaba al borde de la congelación crónica. 

Aquel alfa de anchos hombros y corpulento cuerpo resultaba bastante aterrador; Rob no sabía si pertenecía a alguna tribu o era un sencillo alfa (bastante intimidante) que vivía solo a las afueras en una cabaña. Se tratase de quien se tratase, Rob estaba seguro de que ambos sabían quién era el que tenía altas posibilidades de sobrevivir en un combate. 

"Yo, no soy de aquí." Rob decidió seguir hablando. El alfa, que ya de por sí parecía bastante bravo, comenzó a caminar hacia él. "Solo estoy de paso. Lo prometo. Tengo que cruzar sí o sí por aquí, no vengo a quedarme ni robar nada.

Por cómo marchaba el fornido alfa, Rob supuso que su política charla no estaba sirviendo de mucho. El calor comenzó a ascender por su cuello hasta llegar a su cara. Su ritmo cardiaco aumentó considerablemente al ver que aquel hombre no tenía pensamiento de dejarlo ir y, sobre todo, cuando cayó en la cuenta de que no lo estaba entendiendo.

Supo que estaba perdido cuando los hombros del alfa adoptaron la misma posición que la de un depredador que va a saltar sobre su presa. 

Debía de correr si lo que quería era sobrevivir. 

A pesar de que sus piernas se sentían débiles y sus rodillas dolían y crujían por el frío, Rob corrió en dirección contraria al desconocido. No veía nada, solo nieve y algunos árboles robustos que le dificultaban la huida y el acceso al bosque. 

Cuando respiraba, el pecho le dolía. Estaba seguro de que, si no fuese por la adrenalina y el hecho de que no se podía parar a ser consciente de lo que hacía, podría sentir cómo sus pulmones se congelaban más y más con cada profunda respiración. 

Lo peor de todo, era que podía oírlo correr detrás de él. 

Comenzó a sospechar que no era un ermitaño; un alfa con una constitución tan trabajada y unas habilidades de caza tan avanzadas solo podían ser dignas de un soldado o cazador perteneciente a una manada. 

Iba a ser presa fácil para su atacante. 

Rob corrió tanto como sus pulmones y su cuerpo le permitían. Una presión en la parte izquierda de su pecho lo empezó a molestar. Le ardía, como si le estuvieran quemando el corazón desde dentro. 

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,sicut in caelo, et in terra.

A pesar de que su oxígeno se consumía con más rapidez a cada segundo que pasaba, Rob oraba entre murmullos para sí mismo. 

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a Malo.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 06, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

blåøyde alfa [Blåøyde omega #2]Where stories live. Discover now