𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗢𝟭𝟭

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Pasó un mes desde su primera cita, desde que comenzaron su noviazgo, y ambos estaban completamente felices.

Comenzaron a salir todos los fines de semana, Wade llevó a Peter a todos los lugares que quiso, solía llevar a Tom también, a algún parque, dónde lo podía dejar jugar por horas, o una ocasión lo llevó a una tienda de golosinas, dónde lo dejó elegir todas las gomitas que quiso.

Después tenía que cuidar a Peter cuando terminaba con dolor de estómago, luego de que Tom comiera todos los caramelos.

Desde entonces no lo había dejado llevar a Tom a ese lugar, ni volver a comprarle golosinas.

A veces, algunas noches, Andrew lo despertaba y se quedaba a pasar el rato con él, Wade comenzó a guardar algunos chocolates para el pequeño.

Tenía prohibido darle golosinas a Tom pero no a Andrew.

Andrew no había vuelto a lastimarlos, y se portaba muy bien, era bastante nervioso y Wade tenía que verlo todo el tiempo, por temor a que hiciera algo peligroso.

A veces lo encontraba pellizcándose, o clavando sus uñas en su piel, o rasguñando su cuerpo, se tomaba el tiempo de calmarlo, de hacerlo sentir bien y de explicarle la cantidad de veces necesarias que ya no debía lastimarse.

—Sé que no lo haces a propósito, eres un chico excelente, sólo debes pensar un poco las cosas cuando veas que te estás lastimando... Ya nadie va a herirte, no tienes que hacerlo tú mismo tampoco.

Andrew entendía perfectamente todo lo que Wade le decía, era un niño excelente.

Con su novio, Peter, solían tener largas sesiones de besos, últimamente, iban hacia la cama para una tarde de mimos y besos, a veces se quedaban hablando bajo, en suaves murmullos, o solo se quedaban en silencio disfrutando del calor corporal de su pareja, de las caricias sobre su espalda, su cabello, o sus brazos.

Wade nunca lo había tocado más allá, siempre había sido muy cuidadoso y suave con él, siempre lo había respetado muchísimo.

Peter no tenía que sentirse mal o preguntarle al respecto para saber que era un tema similar a los besos.

Le estaba dando su espacio, y su tiempo, y cuando quisiera sólo tenía que pedirlo.

Al mes de estar saliendo, Peter se sentía listo, al menos para intentar dar un paso, unos más grande, más íntimo.

Aprovechó una de sus sesiones de besos, en las camas, que seguían juntas, para comenzar con sus intenciones.

En el beso, se colocó sobre Wade, sentándose sobre las caderas del mayor, en cuanto sintió aquello separó el beso.

—Pet, ¿Qué haces? —preguntó, no había sonado mal o enojado, sólo quería corroborar con él lo que ocurría.

—Wade... Me encantaría tener mi primera vez contigo —dijo, sus mejillas estaban muy rojas pero su tono no fue vergonzoso—. No sé hasta donde llegué, pero quiero intentarlo.

Wade le sonrió y acarició sus mejillas de forma tierna.

—¿Estás seguro? —Peter asintió—. Bueno, mi Peter... Seré suave, y en cuanto vea que no eres tú, no haré nada.

—Gracias.

—Si sientes algo mal, dime.

Peter asintió, tenía una sonrisa conforme en su rostro, sus mejillas estaban muy rojas.

Wade se enderezó, quedando sentado en la cama, con Peter sobre él, sus labios fueron hacia el cuello del menor, dejando besos, succionando su piel, y rozando con sus dientes con suavidad, mientras escuchaba al castaño respirar de forma pesada, encantado con el tacto, enredó sus dedos en el cabello del mayor, acercándolo más.

The Alters | SpideypoolDove le storie prendono vita. Scoprilo ora