-Gracias, Anna-murmuró y se alejó de mí.

Se bajó de mi regazo y se puso de pie para luego correr escaleras arriba. Cole volvió a centrar su vista en el televisor, pero como antes había sucedido, no prestaba atención alguna.

Subí mis piernas al sillón y me dejé llevar por mis pensamientos. La casa estaba demasiado tranquila, Cole y yo no habíamos pelado por días, Lilia llamaba siempre que podía. Era todo perfecto, nada había salido mal.

Un comercial interrumpió mis pensamientos, haciéndome llegar a la conclusión de algo. Una mujer hablaba sobre su embarazo adolescente, Cole cambió de canal rápidamente y buscó más de su interés.

-Cole...-murmuré.

Al parecer no pudo oírme y luego agradecí por eso. No iba a decir nada si no había aclarado mis dudas. Pero lo cierto era que mi periodo no se atrasaba nunca, aunque debido a mis últimas semanas atareadas, podría haberse afectado en algo.

Me puse de pie y acomodé mi cabello. Cole alzó la vista y me sonrió.

-¿Pasa algo?

-No-mentí intentando ocultar mis dudas-. Voy a ver que hace Sofía.

Subí las escaleras a paso lento y al llegar al segundo piso titubeé, iba por la niña o iba a mi habitación. Primero pasaría por la habitación de ella, iba a ver si estaba bien o si necesitaban algo y luego, a mi habitación.

Caminé por el pasillo hasta llegar a la habitación que ocupaba Sofía. Estaba sentada sobre la cama.

-Anna, tengo hambre-me avisó luego de estornudar.

-Dile a Cole que te prepare leche con chocolate, yo enseguida bajo-me puse de pie.

La hermana de Cole salió disparada de la habitación. Me encaminé por el pasillo, hacia mi habitación. Al llegar busqué ropa seca y dos toallas. Entré al baño y encendí la ducha.

Si bien mis sospechas de estar embarazada, se revolvían en mi cabeza, no lo creía muy posible. Cole siempre se encargaba de usar protección y a él nada se le iba de las manos. A pesar de que nosotros nos habíamos ocupado muy bien de la niña, tener un hijo podía resultar algo difícil y completamente diferente. Apenas tenía dieciocho años y Cole veinticuatro, ¿Qué se podía hacer con eso?

-¿Anna? ¿Estás en la ducha?-preguntó a los gritos.

-Ya salgo, ¿está todo bien?

-Si, si, tú tranquila, solo quería saber si estabas aquí.

No comprendí el por qué de los gritos de Cole, pero seguí con mi ducha. Apagué el grifo cuando me sentí limpia y busqué la toalla para envolverme. Había decidido algo, no iba a decirle a Cole sobre mis sospechas, solo era un retraso causado a mi leve estrés por hacer todo en casa. Pasé la toalla por mi cabello y lo envolví para salir del baño, seca y limpia.

Me coloqué la ropa que anteriormente había sacado del armario. Dejé la toalla colgando en el baño y me quité la otra de la cabeza. Cepillé mi cabello húmedo y luego lo sacudí un poco, dejé la toalla sobre la otra y apagué la luz del baño para salir de allí.

Baje las escaleras y me encontré con el living vacío, en la cocina se escucho la tierna risa de la niña. Cole largó una risotada y seguido de eso un ruido de cristal inundó mis sentidos.

-El quinto vaso de la semana, Sofía-la regañó Cole.

Entré a la cocina y vi a Sofía observando a Cole con cara de cachorro lastimado.

-Tranquilo, Crawford-le dije a Cole, tomando a Sofía entre mis brazos.

La senté sobre la mesada y tomé sus manos entre las mías.

La Bella y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora