-¡Dios!-volvió a gritar y la gente comenzaba a fastidiarse.

-Bueno, ya cálmate.

-En el colegio no lo usabas-me reprochó-, eres una pilla.

-Cállate, estúpida-reímos.

-Pero es en serio, ¿por qué en el colegio no lo usabas?

-Porque con Cole preferimos dejar esa parte de nuestra vida, escondida-le dije. Me sonrió-. La única vez que me olvidé de quitármelo, Johan lo vio y se enteró.

-O sea que; el sucio Johan supo antes que yo, ¿verdad?-preguntó con aire ofendido-. Eres mala, Anna.

-Se enteró solo-me excusé-, a ti te lo he contado yo.

-¡Tienes razón!-gritó y me abrazó.

-¡Hey, Mady!-dijo un rubio a nuestras espaldas. Volteamos a verlo.

-Hola, Chaz-le sonrió.

-¿Bailas conmigo?-preguntó. Mady me observó y preguntó con la mirada. Asentí tímidamente y ella le tomó la mano-. Te la robo solo un segundo.

-No te hagas problema, llévatela todo lo que quieras-dije y reí. Mady se sonrojó.

Ellos dos se alejaron y observé a Hanna en el sillón, estaba completamente dormida con la boca abierta. Reí y me crucé de brazos para observar a toda la gente bailando. Dos chicos en las escaleras se devoraban a besos, si no salían de allí, Cole iba a hacerles daño.

-Hola-susurró una masculina voz a mi oído.

-¡Cole!-me sobresalté.

-Has adivinado-dijo y rodeó mi cintura con sus brazos-. ¿Me perdonas?

-¿Por qué?-pregunté mientras mis brazos rodeaban su cuello-, ¿por portarte como un crío?

-Si-dijo apenado. Besé sus labios.

-Siempre te perdono por todo, Cole.

-Lo sé y me siento un bobo.

-Lo eres.

-¡Oye!-se quejó y volvió a besarme.

-Es la verdad.

-Está bien, lo acepto-rió y me besó-. Échalos a todos, vamos arriba.

-Cole...-murmuré vagamente. Rió.

-En serio, Anna-me apretó a su cuerpo-. Son las cuatro de la mañana, que nos dejen solos.

-Estás viejo, Cole-dije riendo-. Una fiesta acostumbra a ser hasta las seis de la mañana o más.

-Entonces está será una fiesta especial-susurró-. No pienso aguantar hasta las seis de la mañana para llevarte a la cama.

-Depravado-susurré.

-Oh, vamos, dime que no te gusta y me voy de aquí.

-¿Qué no me gusta que?

-Que sea depravado y diga cosas sucias cuando estoy cachondo.

-Cole, ya basta.

-No quiero.

-¿Has tomado?

-No mucho.

-No te creo.

-No me creas, pero vamos arriba.

-¿No vas a parar hasta que vayamos arriba?

-Claro que no parare hasta que vayamos arriba-me besó-. Suena excitante hacer el amor arriba mientras nadie de los de abajo sabe que ocurre allí.

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