Capitulo 1.

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Bruno estaba muy nervioso aquel día.

Lo recordaba con la misma amargura de siempre, un nudo en su garganta se había posicionado a propósito.

La gente lo miraba, sabía que era el centro de atención de todos en aquellos momentos. Aplaudían incitándole a que subiera aquellas escaleras donde al final su familia le esperaba junto a esa puerta de tonalidades doradas, misma que emanaba cierto brillo de oro, como si le llamara solo a él a acercarse.

Pero él estaba nervioso, con miedo, inseguro.  Aunque interiormente en él yacía la emoción de cualquier menor al recibir su Don, moría de miedo. Sin embargo, quería enorgullecer a su familia siendo uno más,  quería pertenecer a donde todos ellos estaban, porque para él eso significaba estar a salvo.

Bruno hizo su cabello en aquel entonces de un negro brillante hacia atrás mientras daba unos cuantos pasos mirando hacia los lados, queriendo buscar una mirada de ayuda que lo incitara a que subiera las escaleras.

Sus hermanas siempre esperaban tanto de él que se había prácticamente vuelto adicto a complacer sus expectativas, pero también había generado un miedo terrible a defraudar a los demás y por ello, imploraba con todas sus fuerzas que aquella cualidad fuera tan importante como la de los demás.

En su mente, emanaban vagos recuerdos de su familia y de lo alto que suponían que sería, de lo grande: Siempre pensaban que podría adquirir alguna super fuerza, invisibilidad, don de tiempo o comunicación.

Al no recibir ayuda de alguno de sus familiares para que se acercara a aquella puerta, Bruno terminó por subir las escaleras por si solo. Sus piernas le temblaban bajo sus pantalones de un color mostaza y su bajita estatura dificultaba el subir de sus escalones haciéndolo pesado, pues recordemos, que tan solo tenia unos diez  u once años.

— Estoy listo. — Habló a su madre con valor cuando estuvo en la cima y la habitación se llenó de aplausos que generaron demasiado ruido, pero él no desistió. Ella solo asintió y le abrió paso a la gran puerta que le triplicaba la estatura.

Tragó saliva y caminó sin más, estirando su mano hacia la manecilla para dar un ligero giro con esta misma, pudiendo así descubrir su habitación.

Pero los rostros de los presentes cambiaron como si estuviesen viendo una escena de terror y horror, pues al abrir la puerta, no había ninguna flora, verde o algo que indicara que su don sería la super fuerza o incluso la comunicación con otros seres.

Solo era arena, relojes y piedras.

Todo era tan sombrío, tanto que daba un escalofrío a todos los presentes.

Bruno miro desilusionado su puerta y su interior, no entendía a que se refería con todo esto ¿Que clase de Don tan mediocre era este?

De pronto, sintió un ligero shock en su cabeza, haciendo que cerrará sus ojos con total fuerza y lejos de sentirse como un Don, por un momento se sintió una maldición.

Su madre comenzó a aplaudir para evitar la desilusión del pequeño y con ellos los miles de cientos de borregos continuaron su paso.

Bruno llevo sus manos a su cabeza y abrió sus ojitos de nuevo, pero  estos ya no emanaban el mismo color café que poseían al principio, si no, uno de tonalidades verdosas, como si fuera una esmeralda pura. De pronto miles de imágenes comenzaron a pasar por su cabeza, de miles de sucesos que no entendía y eso comenzó a alterarlo.

Comenzó a temblar y le dijo a su madre que necesitaba descansar en silencio. Porque repentinamente todo comenzaba a aturdirle.

La habitación había vuelto a quedar en un silencio arrasador y horrible por la reacción del pequeño y su madre por su parte, invitó a los demás a pasar a la siguiente habitación para poder continuar con la celebración del Don de Bruno y así evitar la sospecha y preguntas.

Pero el joven Bruno no se sentía bien y por si fuese poco, su madre le indico que debería pasar la noche en su nueva habitación, aunque para él no fuese lo más cómodo.

La sentía demasiado vacía y grande para que estuviese él solo.

Esa noche Bruno con aquel terrible dolor de cabeza, entró a su habitación cerrando la puerta tras él. La arena recorría sus zapatos, resbalaba con ritmo haciendo un sonido tan suave que casi podía ser percibido como un ligero silbido.

Miraba los múltiples castillos parecidos a cronos, todo en un abismal silencio. Aunque curiosamente lo calmó, si que sentía miedo de estar solo porque claramente no era lo que esperaba.

Cuando su familia le hablaba de dones gentiles y poderosos, imaginaba algo como super fuerza, super oído, algún don de sanación o de poder mover objetos con la mente, pero en este momento estaba confuso porque no sabía que era exactamente lo que le habían otorgado.

Después de indagar por las múltiples salas y subir cientos de escaleras hacia su habitación, se quedó postrado en un castillo y se adentró para acostarse de lleno en el suelo de arena cansado, este se parecía al resto del lugar, cerrando sus ojos en silencio sintiendo como la arena se movía con el viento.

De pronto, volvió a su mente miles de recuerdos, su abuela y su familia, y con ello arrastrando consigo un montón de dolor de cabeza y sufrir. Necesitaba callar todo ello, porque literalmente por su mente pasaban imágenes que jamás había visto en lugares en los que había estado.

— No me gusta mi Don...

Susurró para sí mismo, abrazándose entre aquella arena y el silencio. El no controlarlo le asustaba, el pensar demasiado le daba miedo, aquellos dolores lo asustaban... pero ese era su Don.

Ver el futuro, predecir.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2022 ⏰

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