- Tu también puedes darme una, no entendió como veces puedes ser un ser humano decente y amable y otras veces esto.

- Después de una buena sesión de sexo estoy feliz.

- Gracias por el cumplido - dijo simple.

- Como sea, no era un cumplido - rodé los ojos, aun que no lo era había sonado como uno, pero no podía mentir claro que era espectacular en la cama.

- Ustedes 2 son tal para cuál - dijo Artemisa sentándose frente a nosotros.

- ¿Escuchaste algo? - preguntó Leah escondiendo su nerviosismo.

- No, pero desde lejos puedo ver todas sus muecas, son exactamente lo mismo - respondió.

- Eso no es cierto - respondimos Leah y yo al mismo tiempo.

Yo la mire mal, ya que esto decía lo contrario.

- ¿Lo ven? - río Artie.

- Ya va a empezar la clase - cambio de tema Leah.

- ¿Y a ti desde cuando te interesa eso? - me preguntó Artie.

Yo sonreí divertido. Artemisa tenia un punto.

- Desde ahora - respondió.

- Dicen que del amor al odio hay una final linea - dijo Artie.

- Pues esa linea esta a kilómetros - negó.

- O milímetros - canturreó Artie girando al frente.

- ¿En serio crees que esta a kilómetros? - la molesté divertido.

- Eso deberías decírmelo tu - le respondió.

Mi sonrisa se desvaneció rápidamente, pero ella no lo notó, ya que su mirada estaba fija en el frente. Claro que estaba a kilómetros, lo único que podría llegar a haber entre nosotros era una pequeña amistad ¿Leah pensara que estoy enamorado de ella? O quizás ella podría estar enamorada de mí.

En todo el día no salió de mi cabeza las palabras de Artemisa "Del amor al odio hay una fina linea" no lo dijo por nada. Si lo había mencionado era porque a sus ojos alguno de los 2 parecía estar enamorado del otro. Eso era lo que me preocupaba quizás Leah estaba mal interpretando las cosas, aun que no tiene mucho sentido, ella varias ocaciones me ha dejado en claro que no somos exclusivos y no tiene interés en mi, pero también puede ser que se quiera hacer la difícil para que me sienta atraído hacia ella, o quizás Artemisa solo estaba imaginados cosas que no eran.

Mi mente necesitaba distraerse, por lo que antes de mis clases extras decidí daré una vuelta por el lago, ese lugar no era muy recurrido y me trata tranquilidad. Al irme acercando escuche unas voces, no al cansaba a distinguir lo que decían. Sin hacer mucho ruido me acerque a ver quienes eran.

Eran Leah y Nicolas. Estaba acostados en el pasto, Leah sobre el pecho de Nicolas y ambos reían divertidos. Fruncí el ceño, venia aquí para distraerme y no pensar en ella, y justo estaba aquí.

Molesto me encamine a mi clase. Durante la clase de runas estuve algo distraído, pero después de unos cuantos regaños mi mente regreso y me concentre en lo que hacia. Recode aquella vez cuando Leah estaba enojada o eso me pareció, y durante la clase de defensa ella se desahogo conmigo ¿Por qué yo no podría hacer lo mismo?

Quizás durante la clase me sobrepase un poco, ademas ella estaba distraída o cansada, no sabia muy bien, pero el profesor hablo con ella unos minutos y luego dio por terminada la clase 20 minutos antes. Ni siquiera espere a Leah simplemente me adelante a mi habitación.

- Ey ¿Qué te pasó? - me preguntó Cedric.

- Nada - murmuré - ¿Tu que haces aquí?

- Un niño de primer año se rompió la muñeca haciendo un hechizo y terminaron la clase hace un rato, pero no cambies el tema ¿Qué te pasó? ¿Por qué parece que le darás una paliza al primero que se te ponga en frente?

- No me paso nada - repetí.

Deje mis cosas en la mesita de café y me acerqué a la mini cocina que había y me hecho agua en la cara. Escuche como Cedric movía algunas cosas, luego me di la vuelta y tomé mi botella de agua dandole un pequeño trago.

- ¿Qué? - pregunté ante la atenta mirada de Ced.

- ¿Qué fue lo que te pasó?

- Leah - respondí involuntariamente.

- Pero ¿Qué es lo que te tiene tan enojado?

- Que este pasando demasiado tiempo con el príncipe ese - volví a responder de manera involuntaria - Cedric ¿Qué carajos me hiciste?

- No me dejaste opción, no puedes guardarte todo o vas a explotar.

- ¿Qué me diste?

- Poción de la verdad - dijo.

- Eres un hijo de...

- ¿Qué sientes por Leah? - me interrumpió.

- Yo... - me tapé la boca con la mano.

- Sabes que cuánto más te resistas más querrás decirlo - dijo.

Rápidamente me fui a mi habitación y me encerré, esa era un pregunta que la respuesta la tenia clara, pero ¿Por qué sentía la necesidad de no decírselo a Ced?

My Strange AddictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora