Capítulo único

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La vida es demasiado corta

Jeongguk estaba al borde de la muerte. La certeza era tal, que no pudo guardársela.

—Voy a morir.

—No exageres —dijo Taehyung.

Pero había en su voz un tono de duda, como si no estuviera seguro de lo que había dicho. Jeongguk lo repitió más alto: "VOY A MORIR", para que a Taehyung no se le olvidara que llevaba a un hombre con un pie en la tumba en el auto.

Jeongguk lo había conocido unas horas atrás, cuando todo el grupo llegó al jardín turístico para el paseo que Eunha y Eunwoo habían planeado. Según ellos, les hacía falta un poco de naturaleza, aire fresco, tocar el pasto. Jeongguk le echó un vistazo al edificio acristalado, al empleado que, sonriente, vestido con el delantal beige y una placa con su nombre, los esperaba en la entrada y le preguntó en voz baja a Yugyeom si estaba seguro de que era un buen plan. Él respondió que sí.

Y lo fue. Se divirtieron tanto que decidieron recorrer el jardín completo. Pasaron por la sala de flores nativas, por la de especies extranjeras, por la de plantas decorativas. Las chicas se tomaron fotos con las tortugas de los estanques que adornaban algunas esquinas. En la sala de mariposas, todos se unieron a la sesión, apiñándose sobre las chicas y luchando por ser el centro de atención.

En la sala de las abejas, ocurrió el accidente. Mientras todos escuchaban con atención la explicación del empleado, Jeongguk y Yugyeom se escabulleron entre las hileras de colmenas y jardines verticales para encontrar algo interesante. Para su mala suerte, llegaron al final de la sala sin novedades. Jeongguk se apoyó en una de las estanterías de las que colgaban hojas y flores que, sabrían si se hubieran quedado en la explicación, les servían a las abejas de alimento, sin darse cuenta que justo ahí donde puso la mano había una.

La aplastó fácilmente y registró el dolor casi al instante, siseando. Yugyeom se inclinó para revisarle la mano.

—Ah, pero si sólo es una abeja —dijo, sorprendido—. Te voy a sacar el aguijón.

Jeongguk, avergonzado por haber reaccionado así por algo tan pequeño, lo dejó hacer. Yugyeom le dio golpecito al cadáver aplastado de la abeja para hacerlo volar lejos, luego apretó la piel de la mano de Jeongguk, como un pellizco. Sin el aguijón, regresaron al grupo y continuaron por un par de salas más.

Caminando por un pasillo que los llevaría a la zona de vegetales comestibles, Eunha se giró para preguntarle algo a Jeongguk, pero no llegó a hacerlo. En cambio, chilló tan fuerte que todos la miraron, espantados.

—¿Tengo algo en la cara? —bromeó Jeongguk.

Eunha se cubrió la boca con una mano temblorosa. Asintió lentamente.

—¡Jeongguk, por Dios! —gritó Jinsoul, al verlo.

—¿Pero qué te pasó? —preguntó Jaehyun.

Empezaron a rodearlo con rapidez. El empleado que los guiaba tenía la cara pálida.

—¿Qué pasa? —preguntó Jeongguk, cada vez más asustado—. ¿Por qué me están mirando así?

—¡Qué asco! ¡Qué asco! —repitió Yugyeom—. ¿Cómo puede...?

Jinsoul le prestó un espejo de mano para que pudiera mirarse. A Jeongguk se le aflojaron las rodillas al ver su cara y su cuello llenos de ronchas, como si le hubiera dado varicela. Cada una era tan grande como la uña de su dedo meñique y se sucedían igual a joyería de perlas por sus mejillas y en su clavícula. Descubrió que la piel de sus brazos y sus manos estaba, además de hinchada por las ronchas, enrojecida. Un escalofrío le recorrió la espalda. El empleado se alejó para pedir ayuda.

La vida es demasiado corta | BTS | KookV/VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora