Capítulo 0: organizando a la familia

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Mirabel amaba a su abuela. Era verdad que tenían sus muchas diferencias y que su relación no siempre fue la mejor, sin embargo, ella notaba su esfuerzo para mejorar su vínculo. A pesar de esto, era muy difícil mejorarlo cuando Mirabel quería implementar tantos cambios para su familia, ¡pero era muy necesario! La magia se había restaurado, sí, pero no estaba en todo su esplendor y Mirabel después de haber sido testigo de todas las presiones y el estrés de sus familiares decidió cambiar las cosas definitivamente. 

Ella ahora era la nueva matriarca de la familia junto con su abuela, quien le enseñaba todas sus tareas y funciones ya que organizar la familia también implicaba organizar al pueblo. Mirabel aprendía rápidamente y con alegría de por fin ayudar y ser útil mientras anotaba en su cuaderno algunas ideas para implementar. La primera, sería hacer reuniones familiares cada semana o cada dos semanas para que cada uno informe sus problemas, críticas, etc. La primera de ellas se concretó cuanto antes. Todos estaban sentados en la mesa familiar mirándose las caras y moviendo sus manos, algunos más frenéticamente que otros. Todos sabían por qué estaban allí y les inquietaba.

- ¡Buenos días! ¿cómo anda la mejor familia del mundo mundial? - saludó Mirabel llegando a la mesa.

- Bien - respondieron todos al unísono.

- Me alegra muchísimo, pero bueno comencemos que seguro tenemos mucho de qué hablar. Como sabrán, convoqué a esta reunión familiar a raíz de los hechos que pasaron (ya sabemos cuales) para que podamos organizarnos mejor y, ya saben, no apagar la magia y eso, así que... ¿qué me dicen? ¿Hay alguna queja o algo que quieran decir?

Se escuchó un silencio sepulcral únicamente interrumpido por los animales de Antonio que lo acompañaban.

- Vamos, sabemos que esta familia no es perfecta y eso está bien, pero para mejorar debemos decir lo que pensamos o lo que nos molesta, ¿verdad? - incitaba Mirabel temiendo que nadie dijera nada y quedar como una paranoica con la abuela.

- Bueno, yo opino que Antonio es aún muy pequeño para darle obligaciones y responsabilidades. Es todavía un niño, debería dedicarse a desarrollar su poder jugando y a socializar con otros niños de su edad - dijo Pepa y pudo notarse como leves nubes grises se formaban apenas en su cabeza.

- No creo que sea conveniente, Pepa, los dones nos fueron dados para ayudar y eso es lo que deberíamos hacer - contestó la abuela calmadamente pero imponiendo su autoridad.

- Es verdad eso , abuela, pero es verdad también que hasta ahora el pueblo sobrevivió sin el don de Antonio. Puede hacerlo por un tiempo más... -respondió Mirabel calmadamente para mantener un estado de paz y armonía.

Se llegó a un acuerdo: Antonio sería solicitado para ayudar en el pueblo cuando sea estrictamente necesario o muy urgente durante la semana y solamente iría a ayudar a la familia dos veces por semana, para ir familiarizándose con los deberes poco a poco. Preguntaron a Antonio si le agradaba esa decisión y le encantó. Él estaba muy feliz con su don y quería enorgullecer a su familia, pero también comenzó a notar que ellos tenían muchos problemas y responsabilidades debido a sus dones y temía acabar igual a ellos, siempre nerviosos y estresados.

Gracias a la discusión sobre la situación de Antonio, el resto de la familia comenzó a contar sus problemas, quejas y propuestas: Julieta quería variar su cocina pero para eso necesitaría ayuda de alguien más, Luisa estaba sumamente contracturada, Isabela no quería hacer más flores, Dolores sufría dolores de cabeza por escuchar a tanta gente por tanto tiempo y Camilo quería repetir comida todas las veces que quisiera. El único Madrigal callado era Bruno, quien también participó en la reunión con su presencia. La abuela se veía aturdida ya que, para ella, todo el mundo parecía estar de acuerdo con la organización familiar, o al menos, no esperaba que tuvieran tantas quejas sobe ella.

Después de una larga discusión, acordaron tomarse un día semanal de descanso, aunque no todos el mismo día, así siempre habría alguien en el pueblo ayudando (salvando una urgencia, por supuesto). También, se acordó que dentro de sus responsabilidades, cada uno podría ser libre de hacer lo que quisiera (como Julieta variar sus arepas e Isabela hacer más que flores).

Para ser la primera reunión, Mirabel salió satisfecha, aunque con dolor de cabeza por tanto pensar y mediar la conversación. La semana siguiente, harían una reunión para ver cómo iría todo. La abuela quedó intranquila, pero no se animaba mucho aún a imponer su autoridad porque todavía se sentía culpable por romper la casita, destruir la magia y esas cosas.. pero tantos cambios repentinos no le daban buena espina. Por otro lado, las hermanas de Mirabel fueron a abrazarla y a agradecerle por escucharlas y atenderlas. Mirabel les prometió que a partir de ahora ella se concentraría en las necesidades de la familia. Al terminar de decirlo vió pasar a Bruno como sombra penitente por la casa, y recordó que no se habló sobre qué haría él ahora, se le había pasado con tanta discusión, pero se calmó diciendose que probablemente él necesitaría un tiempo para adaptarse y que podría arreglar su situación la semana que viene en la nueva reunión familiar, y en verdad esperaba que fuese más tranquila que esta, ya que era hora de por fin comenzar a hablar sobre Bruno.


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Buenas, buenas. Acá traigo el primer capítulo del fic, que funciona principalmente como prólogo a lo que será la historia. El próximo capítulo ya probablemente sea sobre algún miembro en particular disfrutando su día libre y lo que ocurrirá en él. Si les gustó no olviden hacermelo saber♥
Sin más que decir, nos leemos luego♥ 

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