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Y ahí estaba de nuevo, observando la foto donde supuestamente debería estar toda su familia, pero sabía que faltaba alguien. Faltaba él, en la foto se podía ver como todos estaban sonrientes y dándose un abrazo, viendo eso, realmente no entendía como podían decir todas esas cosas de su tío, que si era un monstruo, un diablo, o incluso, que solo traía mala suerte al pueblo y que todo lo malo que pasó fue gracias a él. Aún así, Mirabel nunca creyó que fuese tan malo como decían, y creía que era extremista llegar al punto de tachar su cara en la foto pintándole unos cuernos y una cola de diablo. Algo raro había en la historia que le contaban sobre su tío, las piezas no encajaban, y sabía que iba a llegar al trasfondo de todo esto, le dio un último vistazo a la foto y fue rumbo a su casa.

Al llegar a casita no se esperaba este panorama, ¡la casa estaba hecha un caos!, Pepa no paraba de lanzar rayos, Luisa estaba corriendo de aquí para allá y Alma miraba con miedo la habitación de Bruno.

—¿Que está pasando aquí? — Mirabel estaba realmente confundida, era bastante normal ver a Pepa estresada, en cambio, si le extrañaba el comportamiento de Luisa.

— Han visto que faltan cristales de la visión de Bruno, estaban en el cuarto de la abuela. — Le respondió Dolores en un pequeño susurro.

—¡Mirabel! — la voz de su abuela hizo eco en la casa.

Dejando un silencio sepulcral. Lentamente comenzó a darse la vuelta.

— Hola abuela... — soltó con una pequeña risita nerviosa.

— ¿Tú cogiste algún cristal de la visión de Bruno? — A Mirabel le llamaba la atención que lejos de estar enfadada, la abuela reflejaba en su mirada un poco de... ¿Miedo?

— No abuela, ni siquiera sabía que tenías una.

Alma se relajó un poco, nos dijo que no podíamos decir nada de lo que estaba pasando al pueblo, supuestamente era por simple precaución. También nos recordó que mañana Antonio recibía el Don, que debía ser perfecto, y que debían ir a buscar cosas para ir preparando la ceremonia. Todos acataron la orden y desaparecieron, dejando a Mirabel aún más confundida.

—¿Por qué a la abuela le preocupaba tanto que viese esa visión? ¿Tendría algo que ver conmigo? — Las preguntas no paraban de rondar por su cabeza. Pero una voz interrumpió  sus pensamientos.

— Si Mirabel, muy chevere que tú no tengas Don y todo eso, pero ven y ayúdame. — Ella le dedicó una mirada asesina y una pequeña risa salió de Camilo.

— Es broma primita, pero si ven a ayudarme con esta vaina, tenemos que decorar la casa. — Camilo le colocó el brazo al rededor del cuello a Mirabel, y desaparecieron de casita.

Alma no despegaba la vista de ellos, hasta que se fueron haciendo más y más pequeños en el horizonte y no pudo seguirles el rastro.

—Pedrito, ayúdame. Él se debería haber ido, ayúdame a encontrar el camino, ayúdanos a encontrar el camino. No dejes que lo pierdan, no dejes que lo hagan como lo perdió Bruno.

El encantoWhere stories live. Discover now