CAPÍTULO 1. VIDA EN EL CAMPO

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Para llegar a casa de mi abuelo Jacob tienes que cruzar un pequeño camino lleno de flores que él mismo riega y cultiva. Cuando llegas al final del camino, hallas una preciosa y enorme casa hecha de madera. Al entrar podemos ver una pequeña mesita donde mi abuelo deja sus llaves.

— Sarah, ¿ya estás grabando para no poder enviárselo a nadie? — gritó mi abuelo. Eso me hizo dejar de grabar y explicarle por décima vez por qué grababa con una cámara roja enana y muy antigua.

— Abu, es para cuando sea un poco más mayor, verlo y decir, mira, así era yo de pequeña y poder enseñárselo a mis amigos — dije muy contenta.

Él me miró y puso los ojos en blanco, como queriendo decir que no le importaba, pero que no le molestase, ya que él tenía que terminar de hacer esa tarta de queso que tanto me gustaba.

Me puse a ver la televisión un rato, a esa hora siempre ponían un programa de moda, que a mí me encantaba. Al cabo de unos 15 minutos la voz de mi abuelo, me quitó la mirada fija de la televisión.

— Sarah, la tarta está recién hecha y lista para comer. ¿Vienes? — me preguntó, aunque sabía que yo le iba a responder que sí.

— Pues claro, no me perdería esa tarta por nada del mundo — dije sonriendo y yendo para la cocina.

En ese momento saqué la cámara para grabar un plano corto de mi abuelo comiéndose la famosa tarta de queso.

— Aquí está el abuelo Jacob comiéndose su tarta de queso que le sale riquísima — dije entusiasmada.

Mi abuelo sonrió a la cámara y simplemente asintió y no dijo nada más.

Ese día venía a mi casa a dormir Dora, mi mejor amiga, que una vez a la semana hacemos una fiesta de pijamas en mi casa, aunque pasemos todo el tiempo juntas.

Al llegar a mi casa ya estaba Dora allí, con mi madre, se llevaban muy bien. Dora es una más de la familia, somos como hermanas.

—! Hola chica perdida ¡— exclamó Dora.

— Hola, lo siento, no me llevé el móvil y se me olvidó avisar de que llegaba un pelín más tarde. Perdón mamá. — dije con cara de tristeza.

— No pasa nada Sarah, id un rato a tu habitación que ahora os aviso cuando esté la cena lista. — contestó mi madre.

Dora y yo no notábamos los silencios incómodos, al revés, nuestros silencios eran muy cómodos, ya que estábamos acostumbradas a estar todos los días juntas. Un grito de mi madre diciendo que bajásemos a cenar nos quitó el silencio tan cómodo que habíamos creado y las miradas de los móviles.

— Sí, ya vamos — gritamos a la vez y nos empezamos a reír a carcajadas.

Mi padre acababa de llegar del trabajo y no tenía mucho hambre así que nos dio un beso en la frente a las dos y se fue a la cama. Mi madre preparó unos sándwiches de queso que estaban riquísimos. Al acabar de cenar, mi madre nos ordenó recoger la mesa y nosotras accedimos.

— No puede ser Sarah, son las 22.25, nos vamos a perder el concurso de cocina como no nos demos prisa — dijo Dora preocupada.

— Mierda, mierda, mierda — exclamé yo.

Cuando terminamos eran las 22.29, quedaba un minuto para que empezase aquel programa. Dora y yo subimos arriba para ponernos el pijama y verlo las dos juntas. Esa noche, nos quedamos hablando de nuestras cosas hasta más de las 3.15 de la madrugada

— Sarah, mira qué hora es, deberíamos ir a dormir — dijo Dora

— Buenas noches, idiota— susurré yo.

— Buenas noches, Sarah — susurró Dora

A la mañana siguiente Dora y yo bajamos a desayunar y ahí estaban mi abuelo y mi madre.

—Buenos días, señoritas — dijeron los dos a la vez, parecía como si lo hubieran ensayado.

— Buenos días — comentamos las dos con una voz ronca de apenas haber dormido 5 horas.

— Os he preparado tortitas que sé que os gustan mucho a las dos — dijo mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.

— Gracias — añadimos Dora y yo.

Mi abuelo se levantó y se acercó a darme un beso.

— Me voy un rato al huerto de al lado, si os aburrís de estar todo el día pegadas a esos cacharros electrónicos, venid a ayudarme — dijo irónico mi abuelo.

En verdad, mi abuelo Jacob tenía mucha razón, nos pasábamos todo el día pegadas a los teléfonos, pero era lo que nos gustaba, subir fotos a MYTUR, que era una aplicación para colgar fotos, videos y demás de lo que estabas haciendo, también te podía seguir mucha gente y hasta poder hacerte famosa.

Cuando estaba con Dora apenas cogía la cámara para grabar, pero ese día me apeteció grabar a Dora concentrada en aquel videojuego de zombies.

— Sarah, acuérdate que dentro de dos días van a venir los nuevos vecinos y ya he acordado que le vas a enseñar el huerto a su querido hijo, que espera... no me acuerdo como se llamaba... ah sí, Axel. — dijo mi madre entusiasmada

— Mama, ¿es enserio?, ¿me tengo que comer yo todo ese marrón sola? — dije cabreada, además Dora no podía venir conmigo porque era verano y se iba a la playa de vacaciones.

— Sí y no quiero que rechistes ni un pelo o te quedarás castigada sin ese aparato electrónico — dijo con voz enfadada

En ese momento Dora interrumpió diciendo que se tenía que ir para hacer las maletas, ya que mañana se iba de vacaciones. Mi madre la dio un beso y la dijo que disfrutase mucho, yo como buena mejor amiga la compré un colgante para que no se olvidase de mí durante esos 2 meses, aunque nos prometimos llamarnos todos los días. La abracé tan fuerte que creo que se quedó sin respiración, pero no se quejó.

— Adiós — dijimos las tres a la vez.

Mientras ella se alejaba para ir a su casa, a mí se me caía una lagrima del ojo derecho, nunca habíamos estado tanto tiempo separadas y menos en verano, pero bueno tenía que pensar que volvería pronto, o eso me decía mi madre para calmarme.

Al poco tiempo de que Dora llegase a su casa, me hizo una video llamada para que hiciese la maleta con ella y la ayudase a elegir la ropa, cuando terminó la maleta nos pusimos a charlar de lo que nos echaríamos de menos y en ese momento me llamó mi madre para cenar y me despedí de ella con un beso.

Mientras cenábamos mi madre no paraba de recordarme lo buena y amable que tenía que ser al enseñarle a Axel todo el huerto, mi casa y el campo. La verdad yo tenía curiosidad por saber cómo era, ya que tenía mi misma edad. Igual hasta compartíamos mismos gustos y podríamos llegar a ser buenos amigos.

Ese día me fui a mi habitación un poco triste, ya que no tenía a Dora para contarle las ganas que tenían de conocer a Axel. Se lo conté todo por un audio, pero no le llegaban los mensajes. Igual tenía poca cobertura — pensé.

En mi cabeza solo tenía 2 palabras y eran Dora y Axel, para despejarme un poco me puse una playlist de Taylor Swift y escucharla mientras me quedaba dormida.

A la mañana siguiente me desperté porque a mi madre se le había caído un vaso y tuve que ir a ayudarla, pero me gritó ya que bajé sin mis zapatillas y podía cortarme, igual mi madre tenía un mal día, nunca me había gritado de esa manera.

Comimos mi madre y yo en casa del abuelo Jacob. Él preparo unas patatas fritas para mí y un poco de maíz para mi madre y por supuesto de postre una tarta de queso.

— Mañana haré otra para que traigas a Axel a que la pruebe — dijo mi abuelo

— Oh no abu, ¿tú también estás pesado con el tema de Axel? — dije, pensando en que yo también estaba un poco obsesionada con eso.

Al llegar a casa, ya era de noche, pero yo no tenía hambre, mis padres se quedaron cenando mientras yo me subía a mi habitación a descansar, ya que mañana me esperaba el ansiado día de conocer a Axel. 

NADA ES PERFECTOWhere stories live. Discover now