¿Cuánto dinero para que mates a mi padre?

La pregunta no había escandalizado a Frey, lo que sí lo había dejado pensativo era todo lo que Balkan había dicho de su padre... el fundador de esta institución. Balkan debió pasar por un infierno para querer deshacerse de su propio padre. ¿Qué tan difícil sería matarlo? ¿Qué...

«No, no es mi problema», se repitió Frey así mismo, cortando esa idea.

Su objetivo era Maren, el resto de las personas en P.R.E.Y podían arder y esfumarse porque no eran parte del plan de Frey y nunca lo serían.

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Las salidas al jardín eran una perdida de tiempo, la mayoría de las cosas lo eran para Frey, aún así, era una oportunidad de estar en un espacio abierto y observar... planear con detalle.

La brisa helada golpeó el cuerpo de Frey, quien metió las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta negra gruesa que llevaba, un gorro de lana también le acompañaba, el jardín de P.R.E.Y no era para nada acogedor en invierno. Restos de nieve aún posaban en las ramas secas y en el pasto seco. La respiración del chico era visible al dejar sus labios. Enfermeros y guardias rondaban el área, este no era su escenario favorito, el invierno lo deprimía porque su madre solía odiarlo.

Frey ojeó el lugar y encontró a Balkan en el medio de un grupo de cuatro pacientes, hablando como siempre. Los moretones ya se habían desvanecido un poco y por la forma en la que él se reía, cualquier diría que ese chico estaba bien. Frey solo veía otra persona falsa más, enmascarando lo que en realidad le pasaba, en su familia eso parecía ser una afición popular. Un recuerdo lo detuvo.

—Todo lo que fingen no te hace bien —comentó Hayden presionando botones desesperadamente en el control de su consola de videojuegos. Frey le iba ganando, por mucho, 173 puntos para ser exacto, ambos estaban sentados en el suelo—. Ya es difícil para ti entender los gestos y las señales sociales, que ellos se esmeren en mantener mascaras lo empeora para ti, Frey.

Sabía que se refería a la familia, tanto a sus padres como a sus hermanos. A veces se le dificultaba mucho a Frey entenderlos, o ayudarlos porque no entendía muchas cosas, sus conductas eran contradictorias, sus expresiones y sus palabras iban por caminos diferentes. Y Frey no distinguía cual era real.

—Estoy aprendiendo —respondió Frey, tensándose un poco.

—Lo sé, Frey, pero ellos deberían facilitarte las cosas, no empeorarlas.

—El mundo no se tiene que adaptar a mí, yo puedo hacerlo.

Hayden suspiró y pausó el juego, girándose para verlo.

—Frey.

Él mantuvo la mirada en el televisor.

—Estoy escuchando.

—Sé que eres capaz de adaptarte, creo en ti, lo único que digo es que tu única preocupación debería ser encontrar tu lugar en el mundo exterior. En casa, deberías sentirte seguro, no confundido porque todos están muy ocupados ocultando lo que de verdad sienten.

Frey soltó el control y cerró los puños.

—Para.

—Frey.

—Tú estás aquí encerrada porque no puedes adaptarte, yo no soy como tú.

Cualquiera pensaría que esas palabras dolerían o que Frey se disculparía, sin embargo, la relación con la empatía no era el fuerte de estos dos Stein. Así que Hayden sonrió.

Frey (Darks #2)Where stories live. Discover now