— Por cierto, ¿Dónde compraste la cena de hoy? — ella se giró mirándome con el ceño fruncido.

— No compre nada de cenar, todo lo preparé yo, ¿Por qué preguntas? — eso me sorprendió, ella lo había preparado, genial me ahorraría mucho dinero si ella cocinaba, además de lo delicioso de la cena.

— Quería poner una queja donde la compraste, sabía horrible — su mirada fulminante me causó gracia, nunca admitiría frente a ella que la comida tenía buen sabor.

— Pues que mal que no te gustó, preparare sólo mi cena de ahora en adelante, puedes buscar algún restaurante que te traiga domicilio o preparar tu propia comida — la mire sorprendido.

— Si mejoras tu comida podría comerla —

— Pues no siento que tenga nada que mejorar, así que no necesito tu aprobación para cocinar, si no te gusta mi comida ya te di dos buenas soluciones, úsalas — maldita arpía.

— Bien, comeré tu asquerosa comida, si me enfermo quedará en tu conciencia, ahora sal y apaga la luz, necesito dormir —

— Lárgate de mi habitación Matthew, no tengo tiempo para perder contigo, tengo cosas más importantes que hacer —

— Y eso a mí me importa poco, sal de la habitación y déjame descansar — se levantó de su silla y salió de la habitación hecha una furia, pero poco me importaba eso, por fin se había ido y podía descansar tranquilo.

Me acomodé boca abajo en la cama, ya estaba quedándome dormido cuando sentí una gran cantidad de agua helada sobre mí.

— ¿Pero qué demonios te pasa? — la estúpida mujer estaba a mi lado con un balde en sus manos, todo mi cuerpo y la cama se encontraban ahora mojados, incluso había trozos de hielo en la cama.

— ¿Acaso estás demente? — ella se encogió de hombros.

— Te dije que salieras de mi cuarto — maldita mujer, con toda la dignidad que me quedaba salí de la habitación con dirección a la mía, que quedaba justo frente a la de ella.

— Mojaste tu cama, ahora no tendrás donde dormir, de verdad que eres una mujer increíblemente estúpida — el balde que tenía en sus manos paso tan cerca de mi cara que temí por mí.

— Deja de llamarme estúpida me tienes harta, y yo vere donde dormir, sólo quería sacar tu trasero egocentrista y fastidioso de mi vista — con esas palabras cerró la puerta de un portazo.

Cerré mi puerta y me lancé sobre la horrible cama, maldita mujer, ya iba a devolverle lo que me hizo hoy, las cosas no se quedarían así, con ese pensamiento me dormí.

Desperté por el horrible ruido del despertador, miré la hora y marcaban las seis treinta, un maldito día más de pobreza, porque el viejo le gustaba hacerme sufrir.

Con mucho esfuerzo me levanté de la cama y troné mis huesos, este colchón arruinaría mi columna, salí de mi habitación con dirección al baño y escuche ruido en la habitación de Katherin.

Me acerqué con cautela, y abrí la puerta muy lentamente y sin hacer ruido, allí estaba ella, aún con la misma ropa que tenía puesta anoche y el vestido que diseñaba estaba casi terminado, me sorprendí al ver eso, significaba que no había dormido toda la noche por terminar esa pieza, que como podía ver estaba quedando perfecta, cerré nuevamente sin que lo notará.

Me cambié y salí a buscar una cafetería cerca, si ella no había dormido era capaz de poner veneno en mi desayuno si se lo pedía ahora, compré dos capuchinos y tres croissants rellenos, comí uno por el camino de regreso al apartamento.

Cuando llegue puse el croissant en un plato y el capuchino al lado, tome el mío y salí hacia la empresa, ella vería como llegar, ya mucho había hecho por ella hoy.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

— ¿Dónde está tu prometida? — linda forma de iniciar mi día, sólo me encogí de hombros.

— No lo sé, tampoco me importa — papá negó con la cabeza, y antes que pudiera decir algo la voz de Katherin se escuchó en el pasillo.

— Buenos Días Lucían — ¿Lucían? ¿Desde cuándo tanta confianza?

— Katherin, ¿Porque estas tan agitada? —

— Salí un poco tarde de casa y tuve que correr un poco, pero ya estoy aquí — movió su mano restándole importancia al asunto, y el viejo me fulmino con la mirada.

—¿Qué le pasó a tu mano? —

— ¿Que más le puede pasar? Es una mujer que no sabe hacer nada, se atravesó el dedo con la aguja de la máquina —

— ¿Estas bien linda? — lo que faltaba, mamá se unía a la conversación.

— Estoy bien, en unos días desaparecerá, no tiene de que preocuparse Alice — mujer confianzuda.

— ¿Fuiste a que te viera un médico? — rodé los ojos.

— La quise llevar y no quiso — me encogí de hombros, esto cada vez me estaba fastidiando más, mis padres ni siquiera habían preguntado por mí, toda la atención estaba en ella, ¿Qué tenía de especial?

— Me voy, ustedes tienen cosas que hablar y ya me están fastidiando —

— Matthew no seas grosero — me regaño mamá.

— No se preocupe Alice, después de todo lo que dice es cierto, yo no quise ir al médico, no tengo seguro médico en este momento — Bien, al menos no se hacía la víctima.

— Oh linda, no tienes por qué disculparte, mi hijo te llevará con nuestro médico personal y pagará la consulta para ti, después de todo es lo que hacen las parejas — rodé los ojos, lo que me faltaba, muestro médico personal cobraba un ojo de la cara.

— Vamos — la tomé de su mano y la saqué del edificio casi a rastras, esta mujer era sinónimo de problemas.

Ya era hora de empezar a idear un plan perfecto para que se fuera, sólo así podría librarme de ella.

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Onde histórias criam vida. Descubra agora