el barco negro

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Una quietud espectral reinaba esa noche sobre el

Paraná de las Palmas, en las cercanías de la boca del arroyo

Las Piedras. La espesa niebla cubría el río de costa a costa.

Sobre la orilla, los focos aislados de las casas del lugar, se

dibujaban como puntos difusos. La marea creciente, que

anulaba los efectos de la corriente y la ausencia de viento

contribuían a la calma singular de aquella noche.

Pronto el silencio fue roto por el traqueteo de un

pequeño motor. Por la boca de Las Piedras se asomó un

bote tripulado por dos hombres. Iban en silencio, enfundados

en abrigos que no llegaban a protegerlos del frío húmedo que

penetraba hasta los huesos. El que iba sentado en la popa

encendió un cigarrillo mientras trataba de escrutar, en la

bruma que lo rodeaba, el camino a seguir para cruzar hacia

el puerto de Escobar.

El ladrido apagado de un perro llegó a los oídos de los

hombres al momento que, con suma cautela, el bote se

internó en el manto de niebla. La embarcación no llevaba

ninguna luz y la linterna de mano que tenían era

absolutamente inútil en esas circunstancias.

En el centro del río, la niebla se hizo todavía más

densa. De a poco la proa del bote fue desapareciendo a la

vista de su tripulante y casi enseguida su compañero

también.

No lo vio hasta casi estar encima de él.

Un barco. La mole negra del casco de un barco apareció

adelante. Con una rápida maniobra, el bote se desvió de su

curso apenas evitando la colisión. El barco estaba varado,

inmóvil, en el medio del río.

El hombre que manejaba el bote, supo enseguida que

era eso.

Había oído hablar de él en varias ocasiones. En las

charlas sobre apariciones, fantasmas y otras yerbas, se volvía una y otra vez sobre ese tema. Muchos decían haberlo

visto pasar durante la noche en el Río Paraná.

El barco negro lo llamaban. Un barco completamente negro, sin puente, ni cubierta, con un mástil, también negro, que parecía surgir de

la nada desde el centro del barco. Era como un casco vacío,

con una proa muy alta y afilada, al que nadie le había visto un solo tripulante. Desde San Pedro al Río de la Plata, los

testimonios de su paso eran muchos. Los que lo vieron,

aseguraban que no se oían sonidos de sus motores y hasta

hubo quien afirmó que no los tenía, como así tampoco hélice

ni timón.

Estaban cerca de la proa que se perdía allá arriba en

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⏰ Last updated: Dec 26, 2021 ⏰

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