Nos conocimos en primero de ESO cuando ella llegó nueva al instituto . Antes de conocerla, yo no tenía mejor amiga. Bueno, lo cierto es que no tenía amigas . Las chicas de mi clase se reían de mí porque era un niña silenciosa y porque tardé mucho en desarrollarme . Cuando Alessia me eligió, ya nadie volvió a reírse. La gente empezó a respetarme . Ella era todo lo contrario a mi : alta,  rubia , divertida, rica y popular .

El año pasado había convencido a sus padres para estudiar el último curso de instituto en  San Diego, California.  La eché de menos nada más subirse al avión; fue el preludio de lo mucho que la necesité cuando murió mi abuela . Desde entonces, nos habíamos enviado mensajes casi a diario, pero con todo el lío de mi viaje a Soria hacía días que no le escribía .

Calculé mentalmente las nueve horas  de diferencia horaria y me decidí a escribirle un SMS.  Me pregunté que estaría haciendo un sábado a las doce del mediodía.

Yo:

¡Hola , Less! Ya estoy en Soria . Mi tío es un monstruo, pero lo he convencido para vivir sola en una casa que tiene en el bosque. Es un viejo torreón que parece sacado de una de esa pelis de miedo que tanto nos gustan . Mola mucho, pero estoy totalmente incomunicada . ¡ No tiene internet! Hace frío y ahora mismo hay tormenta . Ojalá estuvieras aquí conmigo....

No estaba segura de que Alessia me contestara al instante, así que metí de nuevo el móvil en la mochila . Sacudí varios cojines para ponerme cómoda y cerré los ojos de puro agotamiento.

Los primeros acordes de <Bella's Lullaby> me avisaron de su respuesta. Cogí el teléfono exitada . A partir de entonces, los mensajes se sucedieron hasta darnos la medianoche .

Alessia:

¡Me tenías preocupada! Desapareciste del Messenger y del Facebook sin decir nada .....¿ Una casa solitaria en las montañas? ¿Frío? ¿Tormenta? Lo siento, baby, pero no cuentes conmigo . Yo estoy en la playa, con dos chicos guapos y un refresco en la mano . ¡Muérete de envidia!

Yo:

Yo estoy sola y muerta de miedo. ¡También de envidia! Pero no importa.... Al menos me he librado de las clases por un temporada .  Voy a prepararme los exámenes por mi cuenta y trabajaré para mi tío recolectando frutos del bosque .

Alessia:

¡Que Mona! Cuando vayas por el bosque con tu cestita ten cuidado con el lobo ,¡Caperucita! Ja. Ja .ja . Seguro que no es tan malo como lo describes .....¡ tienes una casa para ti sola ! ¿Por qué no organizas un fiestón?

Yo:

Pero ¡ si no conozco a nadie! El lugar más cercano está a 10km y es un pueblo de 300 habitantes.

Alessia:

Pues pasa del lobo y date a conocer en ese pueblo . ¡ Quién sabe ! A lo mejor está allí el chico de tu vida esperándote.

Solté una carcajada. Solo a ella podían ocurrírsele ideas tan descabelladas . ¡Una fiesta ! ¡Él chico de mi vida ! Traté de imaginarme como serían los jóvenes de Colmenar y los visualicé como réplicas de mi tío: chicos de rasgos duros con ropa de anciano pero de mi edad . Me reí de mi propia ocurrencia.

El intercambio de mensajes con Alessia consiguió animarme . Le prometí que bajaría al pueblo al día siguiente y buscaría un cibercafé para conectarme al Facebook y explicarle los últimos acontecimientos.  Ella prometió colgar unas fotos de su última fiesta en San Diego y otras de los dos tíos con los que estaba en la playa .

Tras enviarle un último SMS de despedida, guardé el móvil,  saqué el neceser de una de mis mochilas y fuy al lavado a asearme. Había uno en esa misma planta . Me sentía sucia después de un largo día de viaje, así que, a pesar del frío, me armé de valor y me metí en la ducha . Descubrí horrorizada que aquella casa no disponía de agua caliente . La caldera solo abastecía el sistema de calefacción.

Me lavé resoplando y emitiendo grititos. El agua helada me cortaba la respiración . Me sequé a toda prisa y me puse un pijama de invierno y un grueso Jersey de lana . Después me enfrenté a mi imagen en el espejo del baño . Contemplé mi rostro mientras me cepillaba el pelo enredado. Tenía los labios morados y la piel muy pálida . Tal vez se debiera a la luz amarillenta y tenue de aquella casa,  pero mi tez, más  cetrina y transparente de lo habitual, parecía la de un fantasma. A punto de asustarme de mi propio reflejo, salí confusa del baño y me acomodé de nuevo en el sofá.

Acurrucada y cubierta con varias mantas, fui acostumbrándome del silbido constante de la lluvia y el viento, acompañados de truenos y relámpagos, como si se tratara de una música de fondo . El calor del hogar consiguió que mis dientes dejaran de castañetear . Poco a poco, mi cuerpo subió de temperatura y empezó a sentirse a gusto entre las mantas .

Fue entonces cuando abrí el libro que había sacado unas horas antes . Rimas y leyendas, de  Gustabo Alfonso Bécquer . Escogí una leyenda al azar, < El monte de las ánimas >, y empecé a leer .

A medida que avanzaba en el relato, me iba inquietado más . La espeluznante historia transcurría en Soria, en un lugar que bien podría haber sido el bosque que rodeaba a la Dehesa.

Mis ojos se detuvieron en uno de los párrafos:

Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales . Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos  . Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche .

Cerré el libro y me encogí hecha un ovillo en el sofá . No quería seguir leyendo. Lo último que necesitaba eran más argumentos para estar asustada . Pero era demasiado tarde. El pánico había vuelto a apoderarse de mí . Sabía  que no podía dejarme dominar por él, así que respire profundamente y cerré los ojos . ¿Los cerré? No. Las luces se habían apagado sumiendome en la oscuridad absoluta . Busqué a tientas el móvil para alumbrarme con él, pero no conseguí encontrarlo .

Desistí y, cerrando los ojos, intenté dormir. Imposible. La casa temblaba casi tanto como yo . La madera crujía. El viento gemía en los cristales. Me tapé la cabeza con una manta  y apreté los puños . Y así pasó una hora, dos , tres, un siglo..... La noche me pareció eterna .

El ruido de un trueno me sobresaltó y saqué la cabeza de las mantas .

A los pocos segundos, la luz de un relámpago iluminó algo en la ventana .

Un rostro.

No tuve tiempo de distinguir bien sus facciones, pero estaba segura de lo que había visto : dos ojos brillantes observádome impasibles desde el otro lado del cristal .

Era la mirada de una persona .

Me tapé la cabeza con la almohada y lloré hasta quedarme dormida de agotamiento .

El bosque de los corazones Rotos©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora