• 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒐𝒔 •

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Nuevamente me desperté del sueño, está vez me sentía como nueva, estaba sobre una cama, arropada con cobijas y una bolsa de hielo sobre la frente. Entreabrí los ojos y alcancé a divisar la figura de una chica de mi misma edad, tenía el cabello rizado y corto, usaba lentes redondos.

-¡Oh! Ma, ¡despertó!.

La joven se enderezó de golpe, me miraba a mi y miraba atrás de ella repetidas veces, ninguna sabía que hacer, así que tomé la iniciativa yo misma.
-Perdona pero... ¿dónde estoy?-
-Tranquila, estás en la casa de los Madrigal, ¿si?, ¿te encuentras bien? ¿tienes hambre?.

Tenía un tono nervioso en la voz, quizá no estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, dejando un poco eso de lado, nunca escuché hablar de los Madrigal, obviamente este lugar no era mi casa ni mucho menos mi aldea, pero conozco la zona y es la primera vez que escucho ese apellido.
-No no, me siento bien, no te preocupes- le sonreí. -Nunca escuché hablar sobre los Madrigal...- la joven me miró con los ojos como platos -¿Enserio? Somos los Madrigal, reconocidos por sus dones... ¡En toda la zona! ¿Enserio nunca escuchaste hablar de nosotros?- Negué con mi cabeza, al parecer ella formaba parte de esta reconocida familia.

Antes de poder seguir con nuestra conversación, una mujer de mediana edad entró a la sala con bastante comida. Vestía con un delantal azul celeste y llevaba el cabello amarrado.
-Buenas tardes, ¿cómo se encuentra?- decía la mujer dirigiéndose a la chica de lentes -Dice que está bien, y ya no tiene fiebre ma- ya veo, son madre e hija.

La mujer me miró rápidamente y se acercó para hablarme
-¿Recuerdas que te pasó antes de llegar aquí?- Por supuesto que me acuerdo de todo, se lo dije -Por supuesto, estaba... buscando refugio, no podía dormir en el bosque, hay... animales salvajes y es peligroso, entré en una casa, estaba abandonada pero era bastante grande. Y, entonces, después de entrar exploré la casa, estaba llena de puertas con muchos nombres tallados... ah si, me desmayé justo apunto de salir por la puerta principal.- Madre e hija se me quedaron viendo con terror para luego verse entre sí, no entendía nada.
-¿Ocurre algo?.
-No... no puede ser, debes estar bromeando.- Me contestó la chica de lentes. -¿Crees que jugaría a desmayarme por decisión propia? Es más peligroso de lo que se cree.- Su madre me agarró del brazo -Acompañanos al jardín un momento.- No me podía negar, ¿qué haría si no? ¿Mantenerme acostada todo el día?.

Salimos fuera, al jardín interno, la joven señaló hacia el segundo piso -¿Puertas como esas?- dirigí mi mirada hacia donde señalaba... Me quedé de piedra... Las puertas... Los nombres tallados en ellas... eran idénticas, eran las mismas, eché unos pasos atrás aturdida, y empezé a mirar en todas las direcciones... no podía estar pasando... ¡Esto es surrealista! ¡La casa estaba casi en ruinas y abandonada! ¿¡Que ha pasado aquí?! Ahora la casa estaba habitada y no sólo eso... ¿¡¿estaba en perfecto estado?!

... un momento... ese tipo de prendas...

-...Disculpen la pregunta repentina y posiblemente sin sentido pero... ¿qué año es ahora mismo?- empezé a notar cómo mi piel se enblanquecía más
-¿En qué años estamos?... pues en 1998.

... ¿Qué?

...¿viajé en el tiempo y ni siquiera sé cómo?

...Algo me dice que las puertas tienen algo que ver...

De igual manera ellas no lo pueden saber, provocaría una brecha en el tiempo y podría causar gran daño en el futuro, decidí improvisar algo.

-Está bien... era por comprobar si aún recordaba cosas básicas, y en cuanto a las puertas... son parecidas pero... no estaban tan decoradas y tenían otros nombres tallados.- La joven me me empezó hablar -Entonces recordarás cómo llegaste aquí ¿cierto?- me quedé callada por un momento, haciendo parecer que estaba pensando. -Es extraño... justo no recuerdo eso...