Libra: El caballero Yakuza

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Los rayos del sol alcanzaban a traspasar de forma tenue aquel lugar de ilegalidades y cerveza, un bar de decoración japonesa. Los kanjis escritos en las paredes, así como pequeños detalles en la estructura conseguían mostrar su verdadera naturaleza, era una taberna de la mafia Yakuza en Rodorio. Normalmente solía estar desierto en aquellas horas de la mañana, no obstante, alguien se encontraba en ese lugar.

Sobre la barra se encontraba acostado un chico. Sus cabellos de oscuro color rojizo cubrían una parte de su rostro, aun así, conseguía destacar sus ojos de color azul marino, única parte que se podía contemplar debido a la presencia de una máscara, la cual cubría su nariz y la parte inferior de su cara. Sus vestimentas eran peculiares, su traje de mangas largas color verde, con un abrigo negro que no poseía la parte de los brazos. Su pantalón era de un color azul oscuro, resaltando unos calientapiernas naranjas que estaban en estas.

En su mirada se percibía una notoria melancolía, como un hijo pródigo que ha vuelto a casa tras mucho tiempo.

- Athena... - murmuró al aire, observando si aun llevaba sus guantes sin dedos de color aguamarina con un bordado en dorado, así como un sobre en su bolsillo. Acto seguido tras aquello, se retiró la máscara el tiempo suficiente para escupir a un lado de la barra. Su mirada ahora estaba fija en la saliva que ahora se ubicaba en el suelo.

- ¿Por qué presiento que tú fuiste la causante de esto? ¿Por qué me salvaste? Yo, un hombre que desde niño no creyó en ti, desertó, se convirtió en un criminal y siempre negó tu existencia ¿Por qué? ¿Por qué siento que este lugar no es el país de Yamato? ¿Por qué me siento de vuelta en casa? - pronunciaba en susurros, cerrando sus puños y levantándose de aquella sucia barra. Su último recuerdo era en un callejón de Shibuya, siendo perseguido por la organización a la que había traicionado al robar una gran cantidad de dinero, haciendo arder en llamas la mayoría del botín.

Había querido huir y desaparecer de los Yakuza, al parecer lo consiguió. No obstante, apareció en un lugar completamente diferente y en un ambiente similar, después de todo en Grecia el astro rey brillaba de forma diferente.

- ¿Aún están con vida? ¿Friedrich? ¿Maestro Boremund? ¿El anciano de Rozan? - Varias preguntas comenzaron a rondar por su mente, y estas eran acompañadas por diferentes recuerdos. Una tarde de verano junto a su hermano, disfrutando de un helado en la cima de Cabo Sunion. Aquella ocasión en la que culminó su entrenamiento en China, haciendo que el curso de esa corriente de agua se invirtiera por completo. Extrañaba aquello, a todas las personas a las que había dejado atrás por huir.

Su trance melancólico fue finalizado por el sonido de unas llaves, seguido por la apertura de la puerta del recinto, al parecer iba a tener compañía, un sujeto de avanzada edad hizo acto de presencia en aquel lúgubre lugar, Vestuario simple, una cicatriz que cubría su nariz, una mirada fría y un semblante de seriedad. El primer análisis del joven de cabellos rojizos fue que aquel era el cuidador del bar.

El hombre, al percatarse de la presencia de aquel intruso, sacó de su mochila un revólver y apuntó al menor con esta - ¿Qué mierda haces aquí, chico? ¿No sabes quienes son los dueños de este lugar? -

El joven alemán no sabía qué hacer, hasta que recordó lo reciente en su traición, por lo que la mayor parte de las facciones de la organización no debían conocer aún sobre eso. Levantó su diestra, bajando su manga para despejar la parte inferior de su muñeca. Debajo del borde de su guante había un tatuaje, el cual era un único kanji, este significaba Soldado.

- Un alto mando... ¿Pero qué hace aquí? - pronunció el mayor de los presentes, apresurándose a guardar su arma y realizar una reverencia. Era la primera ocasión en la estaba frente a alguien con un puesto importante en los Yakuza - Disculpe por mi forma de recibirlo -

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2021 ⏰

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