Confesión en el ascensor

34 2 0
                                    

Las risas habían cesado después de enseñar las fotos que Shiefa nos había enviado, esta era señal de que era mi turno

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Las risas habían cesado después de enseñar las fotos que Shiefa nos había enviado, esta era señal de que era mi turno. Me sentía un poco agobiada, porque no tenía idea de cuál vivencia podía contar.

—Y bien, ¿Sakura? —preguntó Meiling, devolviéndome a la realidad.

—Yo... —respondí, buscando con la mirada a Shaoran—. No sé qué historia contar.

—Imagino que es difícil decidirte por una en específico —comentó Chiharu guiñándome un ojo.

Sonreí un poco, Chiharu tenía algo de razón, pero no podía reconocerlo frente a mi hermano. Tomoyo me dio la mirada de "vamos Sakura, cuenta lo que sabes" y entendí que no me libraría de ellas fácilmente.

—Bueno, ustedes saben que Xiao Lang y yo no nos hicimos amigos de la noche a la mañana —comenté y todos soltaron una ligera risa, rememorando esos tiempos—. Aunque al principio intenté acercarme a él, Xiao Lang rehuía mi amistad.

—Pero nadie puede resistirse a los encantos de Sakura —interrumpió Tomoyo mirando a mi novio. Shaoran se sonrojó ante ese comentario y decidí empezar con mi relato:

—Es verdad, pues no fue hasta que nos tocó ser pareja en un proyecto de sociales que comenzamos a llevarnos bien.

—¡Eso no es cierto! —Shaoran exclamó y me apuntó con su dedo—. Nos comenzamos a llevar después del festival de deportes.

—¿Quieres contar nuestra historia tú? —pregunté levantando una ceja. Mi novio se limitó a entrecerrar sus lindos ojos y contuve una risa.

—¿Qué sucedió después, Sakura? —preguntó curiosa Meiling.

El profesor Terada nos asignó presentar un proyecto por parejas y aunque en un principio yo quería que estar con Tomoyo, él insistió en que debía de ser pareja de Li. Los primeros días que nos reunimos para planear lo que haríamos fue un desastre: no lográbamos ponernos de acuerdo y cuando por fin tuvimos una idea sobre lo que trataría nuestra asignación, sufrí un resfriado. Estuve enferma por una semana y cuando regresé a la escuela, el proyecto ya se había presentado. Le ofrecí mis más sinceras disculpas a mi compañero, intenté hacer algo por él en cualquier actividad que tuviéramos, pero era inútil; Shaoran me ignoraba y no sabía qué hacer para tener un trato amistoso con él. Hasta que al terminar la semana, de regreso a casa lo encontré sentado en los columpios del parque Pingüino.

—¡Qué coincidencia encontrarte aquí, Li! —saludé.

—Hola, Kinomoto —respondió.

Li no dijo nada y ante tal situación procedí a retirarme y dejarlo solo, aunque una parte de mí no quería dejarlo así.

—Bueno... fue bueno verte, Li —hice una reverencia y me di la vuelta.

—¡Espera, Kinomoto! —La voz de Li me llamó—. ¿Estás ocupada ahora?

Esa pregunta me tomó por sorpresa.

Las anécdotas del Lobo (SAKURA)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora