Cuando llegue al salón que me tocaba pude respirar tranquila, el profesor aún no había llegado, dando un suspiro me senté en mi lugar y saque mi libreta de diseños, cada que tenía oportunidad intentaba crear un nuevo diseño.

Toda la mañana paso entre clases y diseños hasta que llegó la hora de salida, mis clases acababan hasta el atardecer, adelantaba materias para poder terminar más rápido mi carrera, ya me faltaban pocos meses para lograr mi sueño.

Llegué agotada a mi trabajo, al estar relativamente cerca (veinte calles) prefería ir caminando, así ahorraba lo de un transporte, y con todo el ánimo que logré conseguir inicié mi jornada laboral.

Todo iba con aparente tranquilidad, atendía las zonas vip, que era las que más dinero dejaban, y gracias a mi buen desempeño, el gerente me dejaba esa zona.

Un grupo de jóvenes ingresó al establecimiento, sin prestarles demasiada atención me dirigí hacia la mesa que atendía, con tan mala suerte que choqué con uno de ellos derramando las copas de vino sobre su blanca camisa.

Al levantar mi mirada, mis ojos chocan con un par de ojos negros, tan negros como la noche, que me miran como si quisieran matarme, estaba realmente molesto, podía notarlo, además mirando su camisa pude comprobar que no tendría arreglo, era vino tinto.

— ¿Acaso eres ciega? ¿Porque mierda no te fijas por donde caminas? Que inútil — fruncí el ceño.

— Mil disculpas señor, yo le pagaré su camisa — él sonrió arrogante.

— Como si alguien como tú tuviera el dinero para comprar una de estas camisas, ¿Crees que la compre en una tienda de medio pelo? Con tu sueldo de mesera no alcanzas ni a comprar los botones, ilusa — mordí mi labio para evitar contestarle, debía conservar bien este empleo.

— Hermano calma, es sólo una camisa, vamos, deja a esa pobre chica en paz — un joven muy parecido al que estaba furioso frente a mí apareció a su lado. —Disculpa si mi hermano te asusto, a veces es un cretino — Parecía que no solo a veces.

Antes que se fueran el chico volvió a verme con su mirada de odio. — Me las vas a pagar — fue lo último que dijo antes de entrar en la zona vip correspondiente.

Al terminar mi turno Gerald me llamo a su oficina, su cara era un poema indescifrable, al entrar me extendió un par de documentos, los tomé con manos temblorosas y me di cuenta que era mi carta de despido.

—¿Por qué? — le pregunté al borde de las lágrimas.

— Lo siento Katherin, sé que eres muy buena en tu trabajo, pero el señor Collins es uno de los socios más importantes del lugar — enarque una ceja, que tenía que ver una cosa con la otra.

— No entiendo —

— El joven con el que chocaste hoy es el hijo del señor Collins, él me pidió despedirte — suspiró. — Realmente lo lamento, pero no quiero perder el apoyo que tenemos de esa familia, acá realizan todas sus reuniones de negocios, y son los que más dinero aportan al lugar — ese maldito infeliz.

— Revise que todos los papeles estuvieran en orden, sólo falta que firmes — me extendió un bolígrafo. — Revísalos también y si estás de acuerdo firma —

— Usted sabe que no estoy de acuerdo — le dije en medio de lágrimas, aun así tome el bolígrafo y revisando que todo estuviese en orden firme, tome mi cheque y fui hasta los bastidores a cambiarme.

Odiaba con todo mi ser a ese maldito infeliz, me acaba de quitar el único sustento de mi hogar sólo por una mancha de vino que fue ocasionada por su culpa.

Tomé mi celular y vi una gran cantidad de llamadas perdidas de mi padrino, rápidamente devolví la llamada a los pocos tonos respondió.

Hola Steven, ¿Qué sucede?

Ven ya mismo al hospital central, tu mamá se agravó — en ese momento sentí que mi mundo se derrumbó.

Corrí rápidamente hacia la calle y pare el primer taxi que pasó, mis manos temblaban, sólo esperaba que mi mamá estuviera bien.

Al llegar encontré a Steven en la sala de espera, mi padrino siempre nos daba una mano, sin embargo, no me gustaba mucho pedirle favores o cosas, prefería valerme por mí misma para ayudar a mamá.

—¿Qué han dicho? — el suspiró.

— Me llamo asustada, tenía una hemorragia nasal que no se detenía, fui por ella lo más rápido que pude y la traje hasta acá, el pronóstico no es bueno — hice una mueca.

—¿Que tan malo es? —

— Su leucemia ya no se puede tratar con medicamento, necesitan hacerle quimioterapias y un trasplante de células madre —

— Dios — pase mis manos repetidas veces por mi rostro, no podía creer que pasará esto.

— Es un tratamiento costoso, nada de esto lo cubre tu seguro médico — me dijo sin quitar la vista de la puerta de acceso a las habitaciones.

— Hoy me he quedado sin trabajo, por ende sin seguro médico — en ese momento su atención fue hacia mí

— ¿Porqué? — Me encogí de hombros.

— Un accidente con un niño de papi, manche su camisa e hizo que me despidieran —

— Tengo a un amigo que necesita a una chica de tu edad, es diseñador, tal vez puedas mostrarle tu trabajo — le sonreí.

— Eso me gustaría — el asintió con la cabeza y se retiró para hacer una llamada, luego de un rato se acercó nuevamente a mí.

— Te verá mañana en la mañana, lleva tus diseños — salte a sus brazos, era posible empezar a trabajar en algo que siempre había soñado.

— Daré lo mejor de mi para pagar el tratamiento de mi madre —

Lo que no sabía era que aquel hombre sellaría por completo mi destino.

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Where stories live. Discover now