-¿Si que?-arqueó una ceja. No había entendido.

-Que si.-volví a decir. ¿Por qué es tan difícil expresarse?

-Anna, no entiendo.-dijo. Lo más malo de la historia es que lo decía en serio.

-Que si, que si tu te mueres si te extrañaría.-dije, me sonrió enternecido. Volteé el rostro y me escondí tapándome con la almohada.

¿Qué más incomoda situación cuando la gente no te responde algo que te cuesta decir? No conozco otra.
Mis nervios de punta, mis mejillas explotando en colores rojizos y mi corazón latiendo con fuerza.
Sentí unas suaves caricias que me corrían el pelo de la cara. No levantes la cabeza, no levantes la cabeza, vamos Anna, concéntrate en respirar el rico aroma de las almohada recién perfumadas por la limpieza del hotel.

¿Vieron en las películas en las que la campana los salva de dar lecciones orales a esos profesores malévolos? Bien, a mi me salvaron tres golpes secos en la puerta de la habitación.
Solté todo el aire que retenían mis pulmones cuando sentí que Cole se levantaba de la cama y abría la puerta.

-Gracias. Diga en recepción que lo agreguen a mi cuenta.

-Si señor, dígame su apellido.

-Crawford.

-Listo, yo avisare.-dijo amablemente. La puerta se cerró.

-Ven a almorzar.-dijo apoyando la comida sobre la mesita del pequeño living, luego el silencio fue reemplazado por las noticias del día de hoy.

Levanté la cabeza y volteé a verlo.

-¿Me lo traes aquí?

-No.-cortó un trozo de la carne.- Vas a llenar de comida la cama.

-¿De que te quejas si tú no duermes en esta cama?-dije. Sonrió.

-No dormía, hoy si pequeña.-me dijo. Sentí mi corazón corriendo por llegar a mi garganta, tragué saliva y me levanté de la cama.

-Bueno, yo dormiré en el sillón.-traté de controlar mis nervios.

-Como gustes preciosa.-dijo mientras se concentraba en su comida.

Me senté a su lado y agarré la bandeja que contenía mi ensalada, tomé un tenedor y comencé a comer.
Él se concentraba en su carne, en devorar a la pobre vaca que había dado su vida por alimentar a algunas personas, no lo juzgo, yo no soy vegetariana pero cuando me imagino esas cosas me dan ganas de serlo. No viene al caso.
Terminé antes que él y aun que él comía como un animal, su comida era más abundante que la mía.
Me levanté del sillón y caminé hasta el baño, debía cepillar mis dientes.

-Alístate como para ir a la playa.-me gritó desde donde él estaba.

-Okey.-dije.- Tú prepárate para hacerte una trencita.

-Tú y tus ideas locas.-me gritó, reí y cerré la puerta.

Me cepillé los dientes, cepillé mi cabello y me quité el maquillaje, para ir a la playa no se necesita. Abrí el armario y saque mi bikini celeste junto con un short de mesilla y una remera negra de tirantes.
Me coloqué la ropa en el baño, para no causar discusiones con Cole. Arreglé mi cabello en una coleta y salí.

-Oh Dios santo.-abrí los ojos con asombro. Volteé rápidamente.- ¡Cúbrete ya!-grité. Sentí su risa.

-Ya, ya, pensé que no ibas a salir tan pronto.

-Vamos Cole, ponte unos boxers o algo.

-Listo.-dijo.

-¿No mientes?

-Por supuesto que no.

-No te creo.-dije volteando con los ojos cerrados.

-Vamos, mírame, te prometo que estoy en maya.-dijo, abrí los ojos y vi su blanco trasero. Volvió a reír y me volteé de nuevo.

-Ya te pones el traje de baño si no quieres que te de con un palo.-le grité, carcajeó algo que no pude entender.

-Ahora si.

-Júralo.

-Lo juro.-dijo tomándome de la cintura.- Creo que debería tomar sol de espalda, ¿No crees?-dijo a mi oído.

Mis mejillas se tornaron de colores rosados, reí tontamente mientras echaba la cabeza para atrás, sentí un húmedo beso posarse en mi cuello.

-Relájate cariño, estas muy tensa.-me dijo sensualmente. Woow Crawford si que sabes conquistar a una mujer.

-Ya, vamos.-me zafé de su agarre.-Todo muy lindo, muy lindo pero se nos va el sol y quiero broncearme.

Cole tomó el bolso de playa y juntos salimos hacía el pasillo del hotel.

La Bella y la BestiaWhere stories live. Discover now