[07] ¿Cita detrás de una puerta?

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Todo su piso estaba a oscuras salvo por la cocina, era el único lugar que daba un poco de luz a la sala. No se sentía de ánimos para tener todas las luces encendidas, además que toda película se disfruta en penumbras. Se rindió buscando alguna película y lanzó el control remoto en la mesita de centro, caminó hacia la cocina para abrir una nueva botella de vino y buscar algo ligero para acompañar su bebida.

«¿En serio es necesario el amor en mi vida?» se cuestionaba mientras colocaba un poco de patatas fritas en un recipiente, ella era exitosa, no se sentía vacía en el ámbito sentimental, ¿por qué debería sentirse así teniéndose a sí misma? Ella podía comprarse lo que quisiera, no dependía de que ningún hombre le pague la cena o la lleve a casa; Yasuda podía valerse de sus propios recursos.

Instintivamente pensó en Pehyan y casi deja caer las patatas, ¡ese hombre era como un insulto a su pulcra reputación! ¿Cómo pudo aceptar tener 17 citas? ¡Él era todo lo que ella odiaba!

«Yasuda no seas exagerada, solo llevan una cita» hizo su aparición la diablilla en su lado izquierdo «No puedes condenarlo por una sola cita» le reprochó con algo de burla, resopló y volvió a instalarse en su sofá para su sorpresa, estaba en la sección de películas animadas e infantiles.

Podía tener 26 años pero aún adoraba las películas dirigidas a la niñez.

Ondeó un poco en los títulos buscando alguno llamativo y escogió uno al azar, «El increíble castillo vagabundo» releyó y se encogió de hombros dándole una oportunidad, de seguro era la historia de alguna princesa poseedora de una maldición que solo un príncipe podía quitarle con un beso de amor verdadero.

«Cliché» se dijo a sí misma y se concentró en la película cuando tocaron a su puerta, pausó la televisión y frunció el ceño puesto que ella no esperaba a nadie. Takeomi estaba en una cena familiar, Shinchiro había salido de viaje de negocios nuevamente y su madre siempre le avisaba cuando iría a visitarla.

Entonces ¿quién era?

Curiosa se dirigió a la puerta y asomó su ojo por el pequeño lente, vio un ojo mirándola con intensidad provocándole miedo y pánico. Por reflejo se apartó de la puerta sintiéndose perturbada.

—Yasuda sé que estás allí— dijo Hayashi desde el otro lado, ¿qué hacía él afuera de su departamento? Y más importante ¿cómo sabía en qué piso vivía? —Ábreme.

Negó con la cabeza ante tal petición, estaba loco si pensaba que lo dejaría entrar a su departamento así por así. No señor, los únicos hombres que ella permitía en su hogar se limitaban a sus dos mejores amigos. No lo dejaría pasar por una amistad que tuvieron hace 9 años, él no era de su confianza.

—No te dejaré entrar— soltó sin pensarlo dos veces —Hayashi, ¿qué haces aquí? Y ¿cómo sabes dónde vivo?— interrogó cruzándose de brazos, tomó una posición inquisitiva a pesar de que su verdugo no podía verla.

—Te traje a este edificio después de nuestra cita ¿no?— respondió levantando las cejas —Solo le pregunté al guardia de seguridad por ti, fue muy amable por cierto— comentó con una leve sonrisa, se limpió un poco la nariz con su mano libre y rascó su nuca —Emm... lamento no haber llegado a tiempo hoy— comenzó a decir jugueteando con el ramo que llevaba en la mano derecha —Sucedieron muchas cosas y yo... ¿estás escuchándome?— preguntó al no oír ningún ruido del otro lado, sentía que estaba hablando con nadie.

«Lamento no haber llegado a tiempo» esas palabras resonaban en su mente, ¿hace cuánto había querido escucharlo? Lo había deseado por mucho tiempo, anhelaba verlo disculparse y que todo se hubiera vuelto a ser como antes, pero una disculpa jamás arreglaría su alma, mucho menos borraría lo que sucedió aquella noche en ese callejón.

17 citas con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora