Dio unos pocos pasos hasta quedar frente a frente junto a ella, se sentó cuidadosamente apoyando la taza de porcelana en la mesa.
Ella sitio el suave tacto de la taza contra la mesa y levanto lentamente la cabeza encontrándose con unos ojos diferentes...
- ¿Qué se le ofrece?... - suspiro aquella joven.
- Pues sinceramente, quería hablar con usted...
- ¿Por qué motivo?
- No lo sé, solamente quería invitarle un café y charlar... - tomo un sorbo de su café.
- ¿charlar?- quedo ella perpleja.
- Pues si...
- Disculpe señor... ¿nos hemos visto antes?
- No lo creo, vivo lejos...
- Comprendo... - dijo observando la mesa.
- Por favor, es para usted.
- Gracias... - tomo un sorbo de café y se dedico a mirarlo.
- Usted es de por aquí...
- Pues sí, me crie en esta maravillosa ciudad. - suspiro
- ¿Se encuentra usted bien señorita...
- Natalie - lo interrumpió.
- Perdone mi imprudencia...
- No hay cuidado, ¿Cuál es su nombre?
- James...
- Si típico nombre. - rodo los ojos.
- ¿típico nombre? - frunció el seño.
- Disculpe James, pensaba en otra cosa. - volvió a suspirar cansadamente.
- ¿le sucede algo?
- La verdad si... - trato de contener las lagrimas.
- Dígame, por ahí puedo servirle de ayuda.
- ¿Por qué razón me ayudaría usted, si apenas me conoce?
- Porque sé que tienes problemas y sería injusto que no pueda servirle de ayuda a una señorita tan peculiar como usted. - sonrió
- Muchas gracias, pero no hace falta que hable tan "educadamente"
- Perdóneme, es mi forma de expresarme. - sonrió.
- Ahora cuénteme...
- Pues... tengo demasiados problemas, debo mucho dinero...
- Comprendo, continúe...
- Y trabajo todo lo que puedo, pero las horas del día no son suficientes para pagar la deuda de mi difunto padre. - dijo ahogándose en sus propias palabras.
- No se sienta así, usted está intentando hacer todo lo que puede, ¿y cuanto es la suma de ese dinero?
Natalie se acerco a James y le susurro la cantidad de dinero que debía.
El abrió los ojos serenamente.
- No hay problema... - dijo sacando de su cartera unos cuantos billetes.
- Aquí tienes... - volvió a decir entregándole el dinero.
Ella quedo completamente helada, sus ojos se abrieron como dos platos al observar como aquel dinero hacia contacto con sus manos.
- ¿Lo dice usted en serio? - respiró débilmente.
- Si...- sonrió.
- No, no puedo aceptarlo...
- Por favor, insisto, quiero ayudarla.
- Es que no comprendo... - negó
- No hay nada que comprender, acepte el dinero y a cambio la llevare a cenar este viernes, ¿Qué dice?
- Y si no acepto el dinero.
- La llevare igual a cenar el viernes. - sonrió
ESTÁS LEYENDO
¨Apnea¨
PoetryEn quince años ya no tendré ni una célula en común con el Ángel de hoy y seguramente tendré menos neuronas que ahora, pero, estas historias, seguirán siendo Yo. Siempre, aunque me olvide de ellas están aquí siempre.