PRECUELA DE: EL OMEGA Y EL EMPERADOR
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Las Cuevas Ling Xi eran laberínticas, con miles de vueltas y revueltas, como si su entrada condujera a un mundo de un universo enteramente alienígena. No había viento ni luna, pero estaba fresco y silencioso.
Con piedras blancas como nubes y piedras verdes como jade, juntas creaban las muchas suntuosas, pero naturales camas de piedra. En el centro había un estanque de agua cristalina como un espejo, reflejando un mundo diferente.
Era una imagen impresionante y agradable.
Podría ser perfecto.
Si no fuera porque alguien había sido tan descuidado para dejar grietas y hendiduras en las paredes de piedra, hechas posiblemente por el filo de una espada y la energía espiritual de alguien, que incluso había manchado las paredes y el piso con sangre que ya se había secado lo suficiente para dejar un color rojizo sobre la superficie.
Que persona tan descuidada.
A pesar de que había más cavernas, Shen Qingqiu no quería perder más tiempo, fuera de lo que parecía una escena de asesinato el lugar era agradable.
Así que sin más, tomando todas las capas que vestía se sentó en la cama de piedra, se acomodó adecuadamente y comenzó a cultivar sin prestar más atención a otra cosa que no fuera acumular puntos B.
Entonces su mala fortuna volvió a aparecer y un sonido extraño llegó a sus oídos sin más.
Era un jadeo, como de un animal herido.
La diferencia es que no se trataba de un animal, sino de una persona.
Y el sonido de una explosión lo acompañó sin tardar más.
Y la resolución llegó a la cabeza de Shen Qingqiu.
Como podía esperarse de las gigantescas cuevas Ling Xi, él no era el único que estaba cultivando en ese lugar, el problema de esto era que parecía que la otra persona en cuestión estaba teniendo una desviación de Qi.
El plan de seguir cultivando había quedado en el olvido.
Llegar al otro extremo de la caverna no había sido tan difícil, sus túnicas el día de hoy no eran tan largas como las que usaba en la cumbre, así que no necesitaba cargarlas en el camino, concentrándose únicamente en sostener su abanico firmemente y mantenerse atento ante cualquier cosa.
Entonces sus ojos por fin encontraron una espada clavada sobre la piedra, mientras la misma persona parecía una bestia enloquecida gruñendo mientras sus ropas estaban manchadas de sangre, como si se tratara de un voraz asesino.
Y con un solo vistazo a aquella espada, Shen Qingqiu supo frente a quien estaba.
El intenso aroma a anís bombardeo a Shen Qingqiu sin que pudiera evitarlo, rozando y molestando su nariz hasta que no pudo evitar la tos. La menta fresca floreció sin límites, buscando al omega que pudo incluso sentir como sus tobillos fueron atrapados por esta, como si buscara someterlo en ese lugar sin permitirle escapar.
