Único

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"Tan rojo como la sangre y libre como el cielo"

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"Tan rojo como la sangre y libre como el cielo"

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Sinceramente jamás había esperado que su vida estuviera en este predicamento.

No sabía cuándo había decaído tanto, con una amarga nostalgia recordaba como pasaba los días con sus hermanas en aquél mítico departamento, estudiando y con la única preocupación de no volver a reprobar un año escolar.

Sonrió de lado, solo para que aquellos recuerdos fueran teñidos en una terrible tristeza, lo recordaba. Había fallado.

En muchas cosas de hecho.

Desde que se fué de hogar, no ha hablado con ninguna de ellas, sus queridas hermanas, al principio ponía pretextos para no hacer, y a la larga nunca lo hizo.

Técnicamente las abandonó, pero bueno.

¿Fuutarou? Meh.

No era más que un amor pasajero, un anhelo de una pequeña e inocente estudiante, la cual no sabía lo duro que era el mundo.

No podía importarle menos sinceramente.

¿Por qué era así?

La respuesta era simple, ¿Por qué no serlo? De las hermanas era la más olvidada, simplemente llegó al punto de que quería ser ella misma.

No la sombras de ellas, después se todo, era la menor.

Vivir su propia vida, bajo sus propias reglas, no ligadas a la sangre o cosas banales como relaciones amorosas.

¿Quería diversión? Pues se divertía a su manera.

¿Quería atención? La obtenía como sea.

Al fin y al cabo ¿Cambió para bien o para mal? Que importaba, al fin y al cabo lo único que realmente importa es ella y nadie más.

Había fallado en tantas cosas, pero la más reciente sería aquél tabú de su empleo.

Era algo que jamás debería hacer, pero no le interesaba en lo más mínimo, siempre y cuando nadie lo supiera estaría bien.

¿Era una perra egoísta?

Sin duda alguna, tomaba lo que quería cuando lo quería, para ella, no existía el no, siempre lo obtenía.

Y cuando quiso tener la virginidad de su dulce estudiante...

— ¡Ah!.— Gritó un pecoso mientras era acariciado por todas partes.— ¡N-no!.—

O cuando quería que fuera devoto a ella, y solamente ella...

— Dime a quien le perteneces.— Le susurró al oído.

— N-no lo diré.— Habló entre jadeos mientras lloraba.— ¡Es vergonzoso!.—

Movió su mano con fuerza.— ¡Dímelo!.—

O simplemente, cuando quiso arruinarlo tanto que no pudiera pensar solamente en ella...

— ¡Sensei!.— Rogaba mientras era violado por aquella pelirroja.— ¡Más! ¡Por favor! ¡Déjeme entrar una vez más!.— Pidió mientras lágrimas bajaban de sus ojos.

Sonrió de una manera cínica.— Hazlo.—

Nadie le podía decir que no...

¿Era su derecho? Nah...no era tan ególatra o arrogante para asumir que debía o no hacer por medio de supuesto derechos.

¿Era culpa suya? Completamente, pero en parte no.

¿Por qué? Simple, le dieron a una presa tan fácil, vulnerable y faltante de afecto.

Que le era casi imposible no saltar sobre él.

¿Que importaba al fin y al cabo? Ambos eran felices.

De todas maneras, aquella infelicidad que le agobiaba desapareció.

Esas falacias se fueron.

¿Su vida había sido un engaño hasta ahora? Claro que sí.

Jamás había sido tan feliz.

Y de todas maneras...nadie le quitaría aquella dichosa felicidad.

Midoriya Izuku; Era su completa felicidad.

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Bendito sea el yandere

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Bendito sea el yandere.

- Pequeño Bombardero.
-Dojyaaaaa

FalaciasWhere stories live. Discover now