3. Inesperadamente deseado.

Comenzar desde el principio
                                    

—Bueno... bueno... andamos muy melancólicas... —dijo sonriendo volviéndose a sentar en su lugar—. ¿Qué planes tienes para mañana, mi amor? —Me preguntó llevándose los fettuccine a la boca. Le comenté que iríamos a la playa, de nuevo—. Suena divertido. ¿Sabes?... Ralph, uno de mis compañeros de proyectos, me invitó a comer, no acepté hasta consultarlo contigo —estaba ruborizada, ya la había escuchado hablar de él, pero jamás pensé que le interesara.

—¡Oye, eso es fabuloso!

—¿De verdad lo crees? —continuó sin que pudiera contestarle, como era su costumbre—. Es divorciado y su exmujer vive en Utah, creo que podríamos ser buenos amigos... —lo decía para ella, así que no respondí, me gustaba verla así. Un par de pretendientes le había conocido, así que me entusiasmó que pudiera encontrar a alguien con quien compartir su vida, salir, pasear, divertirse.

Ray pasó por mí, alrededor de las doce. Encontramos a los chicos en el mismo sitio que el fin de semana anterior. Jugaron voleibol mientras yo los observaba pues con el dedo fracturado no me arriesgaría. Cuando terminaron, los hombres elevaron a las chicas para arrojarlas al mar y aunque lo intentaron conmigo, se detuvieron al recordar el porqué no había siquiera jugado.

Me senté bajo la sombrilla observándolos chapotear. El viento soplaba agradable y me llegaba la brisa del mar que tanto adoraba. Alcé el rostro aspirando la salinidad con deliberada lentitud.

—Al fin te dejaron sola... —Mi pulso se detuvo, podría jurar, unos segundos. Giré de inmediato sabiendo de antemano quién era. Enseguida me sentí desorientada como el día anterior. ¿Qué tenía ese chico que me ponía así? ¿Por qué me sentía atraída como un metal al imán? ¿Por qué de pronto no recordaba ni cómo me llamaba?

—No puedo entrar por... el dedo —estaba a mi derecha, no lo pude ver bien ya que el sol me encandilaba. Volví a fijar la atención en mis amigos. Se veían cada vez más lejos y más divertidos, sus gritos se escuchaban hasta ahí. Mis palmas sudaban, mi corazón martilleaba. ¡Dios, qué calor!

—Mmm y... ¿crees que se molesten si me siento aquí? —sabía que estaba a solo un metro de mí, no lo miré.

—Preferiría que no lo hicieras —admití decidida. Ellos no me daban tanto miedo como lo que sentía cada vez que lo tenía cerca. Le importó un rábano y lo hizo justo donde estuvo de pie. Giré molesta, ya no traía los lentes de sol y me veía fijamente. Me quedé sin aliento.

—Siento lo que ocurrió ayer —desvié de nuevo la mirada, al mismo tiempo que, sin poder evitarlo, me mordía el labio. Lo odiaba, pero jamás lo pude evitar, si era presa de alguna emoción descontrolada, me salía ese tic—. Ese es tu signo de que estás nerviosa ¿no es cierto? —Conjeturó. Sentí que un rubor se plantaba en mis mejillas—. ¿Sabes? no deberías hacerlo... —tenía de nuevo la voz ronca. Seguí ignorándolo, no sirvió de nada, él continuó—. Kyana, no te caigo nada bien, ¿verdad? —Bajé la vista hasta la arena y comencé a jugar con ella—. No comprendo por qué... sé que el primer día que nos conocimos fui algo...

—Pedante... —completé por él la frase.

—Sí y lo siento, es solo que estaba muy molesto por estar ahí... el Sr. Jhonson no me soporta y bueno... no le presto mucha atención... —dijo con sinceridad.

—Creo que no te das cuenta de cómo son ustedes, Liam —cometí el error de mirarlo nuevamente. Mi boca se secó enseguida y esa sensación de falta de aire regresó de inmediato, ya no podía retractarme, me tenía atrapada en sus ojos de color tan singular.

—Puede que tengas razón... a veces puedo ser...

—Insufrible... —volví a completar sin poder evitarlo. Él asintió sonriendo tranquilamente.

Muy profundo © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora