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El sol comenzó a ocultarse e hizo que las calles de la ciudad se tornaran cada vez más oscuras

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El sol comenzó a ocultarse e hizo que las calles de la ciudad se tornaran cada vez más oscuras. Era la hora perfecta para que aquellos que llevaban una vida mundana poblaran los callejones: ladrones, ancianos ebrios y prostitutas. Todos conocían el negocio que allí se gestaba, sabían quién era el otro. Por eso no fue extraño cuando la mirada de algunos se posó en la peculiar figura que caminaba con paso altivo y seguro entre la podredumbre de la ciudad.

Sus piernas se movían con fluidez, un único objetivo en mente: "Dark Heaven", el antro más popular de la zona. Conocido por reunir cada noche a personas hambrientas de sexo y alcohol, la idea de visitarlo le encantó. Aunque era su primera vez allí, sabía moverse en ese tipo de lugares. La piel le ardía por encontrar algo diferente, un tipo nuevo de emoción que hiciera vibrar de pasión la delgada y curvilínea figura que tanto adoraba presumir.

Una vez que estuvo dentro del local, decenas de miradas se posaron sobre su cuerpo; Evan sonrió, consciente de que su atuendo ceñido no dejaba nada a la imaginación. ¿Pero alguien podía culparlo? Era más atractivo que muchas chicas, tenía que lucirse, demostrar que las horas en el gimnasio valían la pena. Se echó detrás de la oreja un mechón de cabello rubio que le caía sobre la frente y batió las pestañas, feliz de ser el centro de atención de aquel bullicioso lugar. Caminó con un sutil meneo de caderas hasta la barra y observó a su alrededor después de que el embobado barman lo atendiera.

Varios hombres le hicieron señas desde la distancia, otros más osados lo invitaron a visitar lugares más privados... pero ninguno llamó su atención y los rechazó con desdén. Eran comunes, más de lo mismo; simplemente poco interesantes. Terminó su bebida de un sorbo y se dirigió hacia la pista de baile, contoneando las caderas al ritmo de la música ensordecedora. Cerró los ojos y se dejó llevar.

Minutos más tarde sintió el firme agarre de unas manos sobre la cintura y la calidez de un amplio pecho en la espalda. Se giró para observar a su atrevido acompañante y apenas hicieron contacto visual, Evan supo que había encontrado lo que buscaba. El desconocido era mucho más alto que él. Tenía la piel bronceada, cabello castaño y ojos encantadoramente oscuros. No se dejó engañar por sus facciones hermosas y sonrisa juvenil, el poderoso agarre que todavía sentía en la cintura le dio a entender quién estaría a cargo... y le encantó.

-Hola... ¿Qué hace un chico tan hermoso como tú en este lugar? Nunca te había visto aquí.

Evan se mordió el labio al escucharlo hablar muy cerca de su oreja; el guapo desconocido tenía una voz grave y seductora capaz de hacer temblar a cualquier joven inocente. Afortunadamente, él no era esa criatura pura y virginal. Sonrió.

-Es la primera vez que vengo. Quería conocer gente nueva.

-Entonces será un enorme placer para mí acompañarte. -El recién llegado relamió sus labios, intensificando el agarre en aquella delgada cintura. Caminaron de regreso hasta la barra y le hizo señas al barman para que se ocupara de sus bebidas. Un par de tragos más tarde y estuvieron listos para regresar a la pista. Sus cuerpos tan cerca que ni una mísera pizca de aire se interponía entre ellos.

Noche inolvidableWhere stories live. Discover now