Una ventana cerrada

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Me costo reunir el valor para poder subir nuevamente a la habitación de Baji-kun, al menos dos semanas después de su partida fue cuando subí por primera vez encontrándome una habitación donde él hacia falta. La segunda vez fueron dos días después de la primera, fue una noche, las luces estaban encendidas y alguien estaba sentado en el borde de la cama, en su regazo tenia uno de los libros de Baji-kun y abrazaba la camisa de la pandilla que siempre había estado perfectamente planchada y colgada en el closet. La madre de Baji-kun lloraba mientras abrazaba esa prenda. No quise molestarla y tampoco quería dejarla sola por el eterno afecto que yo le tenia a Baji-kun, solo me quedé en la ventana sin hacer ruido. Ella lloraba y lloraba demasiado, algo que hizo que mi corazón se encogiera al recordar las palabras de Baji-kun: "No quiero hacer llorar a mi madre", él realmente nunca había querido hacerla llorar, pero lo había vuelto a hacer. 

La madre de Baji-kun, tan igual a él, se quedó horas en ese lugar hasta que el sueño comenzó a hacer efecto en ella y fue cuando dejó la habitación, entonces me escabullí para echar un vistazo en el lugar. Todo seguía igual, los libros, el peine con el que cepillaba mi pelaje, la ropa, el uniforme escolar e incluso un poco de la comida para gato con la que nos alimentaba a algunos gatos del vecindario, lo único que faltaba era él; Baji-kun no estaba por ningún lugar y a pesar de que todas sus cosas seguían ahí, sin él, la habitación no se sentía como suya.

Visité la habitación de Baji-kun por varias noches, en cada ocasión me encontraba con su madre llorando al borde de la cama, pero comenzaba a notar algo extraño, cada vez las cosas de la habitación iban desapareciendo, podía notar que había menos cosas, que faltaban algunos libros, algunas revistas, o algunas prendas del closet, no quise prestarle atención a eso porque quería negar lo inevitable. Pero mis dudas fueron resueltas cuando una tarde, la madre de Baji-kun se presentó en la casa de Chifuyu-kun. Yo me encontraba jugando en la sala, Fuyu-kun aun no había vuelto de la escuela y cuando el timbre se escuchó, la madre de Fuyu-kun fue a abrir.

—Lamento venir sin avisar—. Dijo la madre de Baji-kun. Ella siempre había sido hermosa y jovial, pero desde lo ocurrido con Baji-kun parecía más grande de lo que en realidad era. La mujer tenia ojeras, había perdido algunos kilos y tenia unas cuantas canas entre su cabello negro. No estaba bien.

Ambas hablaron por varias horas, yo las escuchaba fingiendo que no mientras dormitaba cerca de ellas, hubo algunas lagrimas y la promesa de que ya no dolía tanto cuando en verdad eso era una gran mentira. Después, la madre de Baji-kun murmuró algo de mudarse con su familia.

—Mi madre cree  que estaré mejor en su hogar, sinceramente no sé si esté mejor, pero ya no quiero estar en esa casa, siempre suelo esperar a que vuelva y nunca lo hace. Solo quiero que mi hijo regresé, pero se que es imposible que vuelva. Quiero tomar un descanso.

Comprendía, estar en ese lugar la asfixiaba y los recuerdos de alguien que no volverían la hacían llorar. No podía culparla, un hijo nunca puede ser olvidado, aunque no compartía el hecho de mudarse, pero ¿Qué más podía hacer? si era algo que le causaba daño y la hacia llorar todo el tiempo era bueno que buscara un momento de tranquilidad. Sin embargo, cuando voltee a verla, me di cuenta que no estaba muy segura de marcharse, que dejar ese lugar podía hacerla sentir como si estuviera dejando a su hijo, aunque su hijo ya no estuviera ahí. Estaba en un dilema, entre continuar para mantener vivo su recuerdo o rendirse e ir con él. Los humanos son complicados, sienten demasiado y de manera más intensa que ningún otro ser.


La madre de Baji-kun se mudó dos semanas después de iniciar diciembre, días antes, Fuyu-kun fue a visitarla, platicaron largo rato y cuando él volvió a nuestro hogar, traía con él el cepillo con el que Baji-kun solía cepillarme el pelaje, también los juguetes con los cuales jugaba conmigo; mi dueño llegó al departamento con lagrimas en los ojos. Esa noche lloró por largo rato hasta quedarse dormido.


Subí a la habitación de Baji-kun el día de navidad, pero cuando aterrice en su balcón me encontré de frente con el vidrio de la ventana cerrada, esa ventana que siempre había estado abierta para los gatos que quisieran entrar en busca de un refugio, esta vez estaba completamente cerrada. Baji-kun se había marchado y no volvería, la ventana de la habitación que había sido de él permanecería cerrada hasta que alguien más llegara a ocupar el lugar. Sin embargo, en mi corazón, en el corazón de Fuyu-kun y en el de la madre de Baji-kun, no había nadie que pudiera ocupar el lugar donde él había estado cuando vivía, ese lugar seguiría vacío hasta que él volviera o hasta que volviéramos a verlo.

Después de encontrarme con la ventana cerrada, comencé a sentir un gran vacío en mi corazón.




Nota de la autora: Quizas no sea el mejor capitulo, pero lloré al escribirlo y al imaginar a la madre de Baji llorar. Baji, te extraño. 

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