Prólogo

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Juan y los Murmullos es un libro de 68 microrrelatos, o una novela contada en capítulos cortos, como quiera verse. Se vertebra a partir de Juan Rulfo, su vida y su obra Pedro Páramo, de ahí el número de micros o capítulos, uno por cada año de vida del autor. En Juan y los Murmullos existen 4 tiempos-espacios simultáneos contados en presente: el del propio Rulfo, el de los Murmullos (seres que viven en él porque son parte de él), Comala y sus ánimas, y el de Juan Preciado, que es tanto observador de Comala como creación y compañero de Juan Rulfo. Los momentos relevantes en la vida literaria y personal del escritor están indicados con el año real aproximado en el ángulo inferior derecho del cuento en cuestión, siendo de los más significativos, la publicación de El llano en llamas y de Pedro Páramo, en lo profesional, o la aparición de Clara, su esposa, en lo personal. El alcoholismo también queda reflejado como parte del universo personal y literario con el que el autor tuvo que lidiar a lo largo de su vida.

Juan, querido Juan, este es mi tributo al mundo que, con genio y emoción, quisiste dejarnos. Espero que lo disfrutes.

Córdoba, 05 de mayo de 2019.


Ese perro. Otra vez, esperando, como si supiera de horarios, de planes. Algunos días, le insistía a Clara salir de paseo después de comer, con tal de no verlo. En México los perros tendrán muchos instintos, pero no el de la premonición, piensa. Clara, con su mano temblorosa, acaricia al perro.

—Pobrecito, le voy a dar algo de comer.

—No le des nada.... Clara, ven. ¡No me dejes con él!

Clara entra en la casa. Juan se sienta en la jardinera. Cierra los ojos deleitándose con los rayos de sol. Imagina la humedad de la vejez evaporarse de sus huesos amarillos, siempre amarillos. Juan mira al perro, flaco, pecoso como plátano pasado. Se parece al que un día le regaló su tío Celerino, el que lo guiaría cuando tuviera que reencontrarse con todos aquellos que ya no estaban; cuando fuera de vuelta a San Gabriel.

Clara regresa con unas salchichas y una palangana de agua. El perro, como un soldado en servicio, mueve la cola, pero no cambia de postura.

—Ya comerás cuando quieras.

Clara toma a Juan por el brazo y él se apoya en su bastón. Entran en la casa. Por la tarde, con el sol sobre sus rodillas, Juan mira por la ventana: el perro ya no está.

Al otro día, Clara abre la puerta para el paseo de antes de comer. En posición de vigía, mirando a la calle, el perro. A su lado, un manojo de jaras. Juan las mira con el aire atorado en la garganta: son las que se criaban en Comala.

1981

Juan y los murmullosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora