18. Entregue mi flor

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Nos dirigimos a casa en el confortable auto de Mat. Al llegar, Tebi se despidió de nosotros con su característico estilo desenfadado.

—Chicos, fue un placer casi sexual salir con ustedes —dijo Tebi con una sonrisa pícara.

Mat y yo intercambiamos miradas de confusión, y luego estallamos en risas.

—«Casi sexual» fue lo que hiciste con Helen —replicó Mat con una sonrisa burlona.

Tebi se ruborizó visiblemente.

—Tú te crees muy experto en esas cosas, ¿no?

Mat le dedicó una sonrisa aún más pícara.

—Yo sí sé cómo complacer a una chica.

Sentí mis mejillas arder.

¡Qué calor hacía de repente!.

Tebi me miró con curiosidad.

—Eso lo sabré después de que ustedes dos lo hagan. Ah, y practicaré tus consejos.

Mi cara ardía como si tuviera fiebre.

—¡Tebi, adiós! —me despedí rápidamente, deseando que la tierra me tragara.

No podía ser. Esto era demasiado incómodo. Y Mat, tan tranquilo, como si fuera lo más normal del mundo hablar de esas cosas. Tal vez él tenía más experiencia, claro. Ya me parecía que un chico tan guapo no podía ser virgen. Mientras tanto, yo aún conservaba mi preciada florecita.

Tebi entró en su casa, dejándonos a Mat y a mí solos.

—Bien, creo que es hora de entrar también... —dije, abriendo la puerta del auto con la intención de salir.

—¿No piensas invitarme a tomar algo calientito para este frío? —preguntó Mat con una sonrisa seductora.

Justo hoy ni mi madre ni Edward estaban en casa. ¡Qué coincidencia!

—Supongo que está bien —respondí, devolviéndole la sonrisa.

Entramos en mi casa, y el calor del hogar nos envolvió.

—Prepararé chocolate... si quieres, podemos ver una película —sugerí. Mat levantó una ceja. —O también tengo juegos de mesa, aunque sé que me ganas siempre.

Mat sonrió.

—Los juegos de mesa son aburridos...

—Pero siempre nos ganas cuando jugamos con Tebi en el Sendero, lo que quiere decir que te gustan esos juegos —contraataqué—. Pero bueno... si quieres, ¿vemos una película?

—Es solo suerte —dijo él, restándole importancia a su habilidad—. Pero en fin. Solo si vemos la película que yo elija...

Sonreí y asentí con la cabeza.

Pasamos a la sala de estar y encendí la televisión.

—Toma, ve buscando la peli que vamos a ver, mientras pongo el chocolate —le dije, entregándole el control remoto.

Mat sonrió.

—Es raro decir que vamos a ver una película, y terminar viéndola de verdad.

Pasé mi mano por el mentón, pensativa.

—¿Y por qué es raro?

Mat se tapó la cara con la mano, avergonzado.

—Olvídalo —dijo, y de repente me dio un beso apasionado, agarrándome por la cintura con fuerza.

¡Oh, Dios mío! Mis hormonas estaban revolucionadas.

Me dirigí a la cocina a preparar el chocolate, intentando calmar mi corazón acelerado.

El Sueño De Susan✔️Where stories live. Discover now