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Leah encontró un poco de normalidad en Birmingham. Una rutina simple que la mantuvo cuerda. Ella atendió a Charlie, haciendo lo que pudo para darle una sensación de calma en medio del caos.
No era un entorno en el que criar a un niño, pero no tenían otra opción. Hizo todo lo posible por cumplir con las estrictas normas que Tommy estableció para toda la familia.
Nunca salir de la casa sin una escolta, mantenerse en contacto con él aproximadamente cada hora, guardar silencio sobre cualquier asunto discutido y desconfiar de los extraños.
Lo último que quería era hacer algo que pusiera en peligro a la familia. A cambio, Tommy luchó por mantener un diálogo abierto con ella. Tranquilizar las cosas estaría bien. Nadie más estaba muriendo bajo su vigilancia y fue una tremenda presión.
Una noche, después de hablar con Jessie Eden, Tommy regresó al piso. Sintió como si estuviera caminando a través de una niebla. La fotografía que llevaba en el bolsillo le pesaba, lo que dificultaba el viaje al piso de arriba. Cuando abrió la puerta con un codazo, encontró a Leah todavía despierta.
Charlie estaba profundamente dormido en su catre, felizmente inconsciente.
—¿Estás bien?
Leah susurró. Era una pregunta hueca y conocía la respuesta. Por supuesto no. Ninguno de ellos estaba bien.
Tommy solo asintió y fue a quitarse el abrigo. Sacó la vieja fotografía de él y Greta. Cuando Jessie se lo dio, tuvo que ocultar su sorpresa. Habían pasado años desde que había visto su rostro. Habían pasado años desde que había visto una foto de sí mismo ante Francia.
Leah se puso de pie y fue a pararse junto a él junto a la ventana. Ella se inclinó hacia él, mirando la foto con él.
—¿Quién es ella?—preguntó gentilmente.
—La primera mujer que amé—respondió—. La perdí antes de irme a Francia.
Rovers salvajes. 15 de junio de 1915.
La letra era femenina y Leah no la reconoció como de Tommy.
—Un hombre diferente en ese entonces.
Leah lo besó en la mejilla y se dirigió a los cajones de la cómoda donde había guardado algunas de sus pertenencias.
—¿Puedo mostrarte esto?
Ella le entregó una fotografía. Fue la última foto que les tomaron a ella y a Jonah.
—Ya no conozco a esa persona.
Tommy tomó la fotografía de una Leah más joven. Su sonrisa era la misma y reconoció la bondad en sus ojos. Jonah parecía feliz de estar a su lado. Agradecido por su adorada esposa.
—Esa no es la mujer que tendría sexo con hombres por dinero. Tenía alma y...—sacudió la cabeza—. Simplemente una persona muy diferente.
