Lo que el hielo ocultó: (ahoga) Llegar al fondo... y despues ahogarme.

Začít od začátku
                                    

Subí a la segunda planta, donde todo era más calmado.

Personas buscando un poco de descanso, un bar de clase justo encima de uno de no de clase. Me sentí mejor, porque nadie me miraba y me ignoraban como en las calles, quizás, en ese lugar del bar Baviera ningún hombre me tocaría sin permiso.

Me paré en la barandilla mirando hacia abajo, buscando entre todas esas personas a Roger Bernard, pero no tuve éxito.

Me dirigí a la barra de bebidas, un tanto decepcionada.

Yo lo reconocí por su cabello rubio debajo del gorro negro de lana que siempre usaba. Estaba sentado allí de espaldas hacia mí como el que espera a alguien.

Volteó.

Yo volteé al tiempo. Me dirigí a otro lado, mi corazón latiendo fuerte. ¿Qué le iba a decir? Me puse de puntillas para ver hacia donde estaba, había girado la cabeza de nuevo a su bebida. Me pasé la mano por la cara en un intento de mantener la calma y caminé hacia donde él. Me senté a su lado.

—Hola —dije al poner mis manos sobre el mostrador.

Me miró con una sonrisa.

—Lauren, ¿tú por aquí?

—Yo podría preguntarle lo mismo.

Se alzó de hombros.

—Oh, ¿esperas a alguien?

—¿No eres muy pequeña para estar aquí? —Me preguntó susurrando.

—Tengo dieciocho años, doctor.

—Roger. —corrigió—. Oiga, una igual que la mía. —Ordenó al batender. Después se volteó hacia mí y acercó su silla a la mía—. ¿Bebes? —me preguntó.

—Claro.

Yo pensé que Roger Bernard estaba borracho esa noche, pero una persona como él no se puede dar el lujo de perder la sobriedad. Una persona con tantos secretos ocultos no puede dejar que el alcohol le duerma la lengua y el sentido de la razón.

El batender me dio mi bebida; cerveza blanca, y Roger Bernard dejó de mirar mis labios beber solo cuando su teléfono sonó.

Bebí de la cerveza mientras lo escuchaba hablar. Mejor dicho, hablar sin hablar, porque no podía entender lo que decía aunque si hablaba nuestro idioma, colgó el celular y me miró de nuevo.

—¿Estás bien?

Él quería saber si estaba borracha por solo medio vaso de cerveza, y Dios, yo quería estarlo, porque veía sus intenciones por encima de la ropa, emborrachar a la muchachita esa que de seguro nunca había bebido.

Pero entonces yo era buena bebiendo, lo hacía desde los quince, Gary me había enseñado a beber e incluso a hacerlo sin perderme a mí misma en el intento.

—Sí, ¿bailamos?

Miró su bebida.

—No sé bailar.

Me alcé de hombros inocentemente.

—Yo tampoco.

Agarré su mano, como si la timidez producida por él, en primer lugar, se había marchado, y bajamos a la primera planta. Allí, nos metimos a la pista, entonces me dije: ésta es mi oportunidad.

Puse sus manos más por encima de mi cintura, y entrelacé mis manos detrás de su cuello. La música era sin letra, un tipo de tempo ritmo que la gente podía bailar como quisiese.

Al principio, solo nos balanceábamos de un lado a otro, ambos un poco incomodos. Después moví mis caderas, eliminando el espacio de cortesía que no separaba, para bailarle de cerca. Mi boca se movió a su cuello mientras seguía moviéndome pero sin tocar su piel con mis labios. Sus manos bajaron más debajo de mis caderas y me pegaron más a él, poniendo además su pierna izquierda entre mis piernas. Aún más cerca uno del otro.

Era como hacer el amor en la pista de baile, pero no lo mismo, yo casi me desmayo porque fue intenso, quería saber si él lo sentía así o era yo la única afectada de esa forma.

Ese había sido mi mayor movimiento, si con el baile ya él no se daba cuenta de que estaba mal por él y no captaba mi mensaje, entonces no sabría que debía hacer; como si serle directa y decirle claramente lo que me ocurría con él.

Cuando la música terminó y empezó otra, pero con letras, Roger Bernard me tomó por el codo y me sacó del bar Baviera. Afuera, me acorraló con la pared del bar y me puso las manos en la cintura. Acercó su cara a la mía y me besó casi con violencia.

Yo dejé que me besara, pero yo no hice nada. En realidad, no sé por cuánto tiempo me besó así, como si quisiera desquitarse conmigo lo que le había hecho a su pantalón. Yo solo sé que dejé que lo hiciera, sin responderle el beso pero con mi boca entreabierta.

Hubo un momento en el que se detuvo, y me miró a los ojos. Cerró la boca, y quitó las manos de mi cintura. Se iba y me iba a dejar sola en medio de la calle de Múnich.

Lo halé de la camisa.

—Quiero volver a verlo.

—Ve a casa Lauren.

—En serio quiero volver a verle, Roger.

Me plantó un beso en los labios y cerré los ojos, pero esta vez cuando los abrí no estaba allí.

Me quedé unos segundos parada. Las rodillas débiles, sintiéndome abrumada. Entré al auto de mi mamá y grité de alegría. Me sentía afortunada. Sin creérmelo todavía. Queriendo más de él... Llegar al fondo para después ahogarme.


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Hola!, estoy organizando todo mejor, y por eso, he estado creando las paginas para mis libros, es el turno de Lo que el hielo ocultó. En el primer comentario he dejado el link (https://www.facebook.com/LHOlibro) de la pagina para que le den me gusta. Esta historia ya está terminada, y subo capítulos todos los días. Gracias por leer. Si eres nuevo lector bienvenido/a, vota y comenta !♥

Los quiero pila eh, no se les olvide. Besos♥


Lo que el hielo ocultóKde žijí příběhy. Začni objevovat