Jeongin se sentó en el suelo, con la espalda recargada contra la pared y sus rodillas flexionadas hacia su pecho. Sacó su cajetilla de su chamarra y comenzó a juguetear con ella entre sus manos.

-¿Quieres?-levantó la mirada hacia Jeongin y éste asintió levemente, pasando su lengua levemente por sus labios-. Entonces ven y siéntate conmigo ¿o acaso quieres quedarte ahí parado toda la hora?

Sin decir nada, Jeongin se acercó un par de pasos más y se sentó justo a su lado, en la misma posición que el pelinegro. Vio la manera en que Hyunjin abría la cajetilla y sacaba dos cigarrillos, ofreciéndole uno a él.

-¿Es mucha molestia si me das sólo un poco del tuyo? aún me siento incapaz de terminarme uno completo-susurró Jeongin. Hyunjin no pudo evitar sonreír enternecido.

Hyunjin guardó uno de los cigarrillos en la cajetilla y sacó su encendedor. Jeongin se limitó a ver las chispas que salían de él al intentar ser prendido y luego la pequeña llama que quemaba la punta del cigarrillo, la cual se encendía de un cierto color naranja. Hyunjin guardó el encendedor en cuanto prendió su cigarrillo.

El pelinegro le extendió su mano con el cigarrillo entre sus dedos y Jeongin lo tomó con nerviosismo, pues sintió que sus dedos rozaban levemente los del contrario. Jeongin ignoró ese leve roce y dirigió el cigarrillo hasta sus labios. Lo sostuvo entre ellos mientras jalaba por el pequeño papel enrollado y sentía el humo y aquel sabor característico inundar su boca.

Estuvo a punto de levantarse, brincar y gritar de alegría por haberlo hecho bien. No tosió ni hizo gestos; nada. Ahora ya no se avergonzaría frente a Hyunjin. Sacó de a poco el humo que no tragó y una vez que terminó de hacerlo, dio otra calada, sólo que ésta vez con la mirada clavada en los ojos de Hyunjin, quien lo miraba con una sonrisa.

-Bien, Innie, ahora no te ahogaste. Ya puedes hacerlo bien, dentro de poco serás capaz de fumar uno completo -Jeongin sintió que las palabras de Hyunjin lo hacían aún más feliz, pero se abstuvo de demostrar su emoción y alegría.

Jeongin le regresó el cigarrillo a su dueño y un silencio los inundó. No era incómodo. Hyunjin daba una calada al cigarro mientras Jeongin se dedicaba a mirarlo como si fuera la obra de arte más preciosa y costosa del mundo entero.

El castaño no supo en qué momento sus ojos se centraron tanto en los labios de Hyunjin, en la manera en que atrapaba el cigarrillo entre los mismos y los apretaba levemente contra el papel en el gesto de jalar de él, en cómo el humo salía de entre ellos. Tampoco supo el momento en que Hyunjin volteó a verlo igual, pero ahí estaban uno junto a otro, mirándose fijamente.

-Tengo una idea. Intentemos algo, Jeongin, a ver si te gusta -dijo Hyunjin con un tono que no llegaba a ser un susurro, pero era lo suficientemente bajo como para volver loco a Jeongin. Instintivamente asintió sin protestar. Confiaba en Hyunjin, sabía que no le haría nada malo, podía hacer con él lo que se le antojase, porque confiaba ciegamente.

Hyunjin se acercó un poco más hasta que Jeongin pudo sentir el calor del cuerpo ajeno tan cerca del propio. El cuerpo del más alto comenzó a temblar de pronto y no sabía si era por los nervios de lo que Hyunjin quería intentar o por la cercanía que tenía con él.

Tan pronto cuando sus rostros estuvieron a una corta distancia, Hyunjin dio una calada a su cigarrillo. Jeongin instintivamente cerró los ojos y Hyunjin se quedó fascinado ante la imagen de Jeongin con sus pestañas reposando sobre su rostro, con sus labios levemente abiertos, su pálida piel que ahora tenía un pequeño rubor en los pómulos y su cabello un poco despeinado por el viento con unos cuantos mechones del mismo cayendo sobre su frente.

Hyunjin se le quedó mirando unos segundos más y después sacó el humo que había guardado en su boca, justo sobre el rostro de Jeongin. Éste se quedó en la misma posición en la que estaba, aspirando por la boca todo el humo que le era posible; se embriagó por el aroma del humo mezclado con el de la loción de Hyunjin.

Una vez que el humo se disipó por completo, Jeongin abrió los ojos y se encontró con Hyunjin sonriendo levemente. Su corazón latió rápidamente, como siempre que miraba a Hyunjin. Ya era algo a lo que se estaba acostumbrando.

-¿Y bien?-le preguntó Hyunjin sacándolo de su trance.

-M-me gustó. ¿podrías hacerlo otra vez? -Jeongin sacó a relucir su lado más tímido, por lo que Hyunjin sonrió enternecido por enésima vez.

Sin decir una afirmación o una negación, tomó una de las mejillas de Jeongin entre una de sus manos y se acercó nuevamente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le dio una calada a su cigarrillo nuevamente y retuvo el humo, para acercarse aún más al pálido chico hasta hacer que sus labios se rozaran levemente, sin llegar a ser un beso por completo. Ambos cerraron los ojos y se quedaron sintiendo ese pequeño roce.

Hyunjin liberó el aire, pero ésta vez dentro de la boca de Jeongin. Aun cuando el humo se había acabado, Hyunjin seguía tomando a Jeongin de la mejilla, mientras con la otra mano sostenía su cigarrillo. Jeongin había olvidado hasta cómo respirar y temía desmayarse ahí por la falta de aire en sus pulmones.

Jeongin rogaba a todos los dioses porque Hyunjin se separara y no justamente porque le molestara su cercanía, sino porque sentía que no respiraba.

Finalmente, Hyunjin se alejó en un movimiento lento y suave, pero aun sosteniendo la mejilla de Jeongin.

-Eso fue...

-Tengo que irme, nos vemos luego ¿sí? gracias por el cigarrillo y... eso -Jeongin interrumpió a Hyunjin, mientras se ponía de pie rápidamente.

Hyunjin pudo observar cómo sus nudillos se volvían rojos por la fuerza que ponía al tomar su mochila entre sus manos. Pero sus manos no eran lo único de un rojo intenso, sino que su rostro igual estaba cubierto de aquel característico tono del rubor.

-Jeongin...-Hyunjin se puso de pie, intentando detener a Jeongin con sus palabras, pero éste levantó una mano en señal de que se callara.

-No, en serio tengo que irme... iré a la biblioteca a terminar una tarea que había olvidado en lo que comienza la próxima clase y bueno... nos vemos, Jinnie-se puso sobre las puntas de sus pies y antes de siquiera pensarlo, depositó un pequeño beso sobre la mejilla del más bajo y se fue-literalmente-corriendo de ahí.

Hyunjin se quedó ahí. Bajó la mirada a su cigarrillo y negó con la cabeza, al mismo tiempo que una sonrisa se formaba en su rostro. Su cigarrillo se posó en sus labios y lo sostuvo entre los mismos.

Terminaría ese cigarrillo y entraría a la escuela para poder tomar la siguiente clase, justo como se lo había prometido a Jeongin, a pesar de que Jeongin no haya cumplido del todo bien su promesa.

El pelinegro no podía dejar de repetirse una y mil veces que Jeongin era demasiado tímido, tenía cierto aire de inocencia... pero al final de cuentas, no podía oponerse a eso, porque era su forma de ser, porque después de todo fue eso lo que le llamó la atención de él, lo que le gustó tanto.

Porque sí, Hyunjin estaba consciente de lo mucho que usualmente miraba a Jeongin a la distancia, aún antes de que el castaño le hablara por primera vez y ahora más que nunca estaba convencido de lo mucho que le gustaba.

__________________♡__________________

Cigarettes • HyunIn Where stories live. Discover now