Player & Player • nomin

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Que podría pasarse un par de horas a solas con la imágen en blanco y negro que inundaba la pantalla de su celular, donde el mismísimo chico que había cruzado en la mañana se encontraba mirando a la cámara con un aspecto tranquilo y a la vez con su toque sensual, pero dudaba que darle esa información a Haechan fuera conveniente para su propia salud mental.

Sus ojos se bañaron en la mandíbula, la nariz y los labios que su mente había olvidado en su afán por estudiar, sin ser consciente de que mordía su labio inferior mientras sus dedos rozaban la pantalla.

—¿De dónde sacaste esto? —ignoró la pregunta para él cuestionarle lo que apareció en su mente una vez pudo pensar en algo que no sea la boca del chico en la pantalla.

—Digamos que tengo mis trucos. Y no sólo conseguí fotos suyas, descubrí algo aún más interesante.

—¿Qué?

—Irá a la fiesta mañana.

Nuevamente se escuchó el silencio desde el teléfono de Haechan, un silencio en el que Jaemin sopesaba el ya no imposible plan del contrario. Porque la repentina idea de volver a ver esos ojos y ese cuerpo en vivo y directo, con el coraje suficiente para coquetear en un lugar público provocado por el alcohol, no sonaba tan mal en su cabeza.

—Iré.

—No es necesario que me respondas aho– Espera ¿qué?

—Que iré, Hae. Iré a la maldita fiesta. —dijo rápido, antes de arrepentirse. Sabía que una vez dicho, no había vuelta atrás; Haechan no le dejaría en paz.

Agradeció con todo su ser seguir con la llamada en altavoz luego del chillido que sonó a través del parlante. Su amigo no tenía respeto alguno por los tímpanos ajenos. Momentáneamente se preguntó si Mark no estaría sordo por culpa del mismo.

—Gracias, gracias, gracias. Lo disfrutarás, lo prometo.

—Pero te juro que como no llegue a estar...

—Lo hará —interrumpió su amenaza contestando con rapidez, su seguridad en sus palabras no le dejó otra opción que resignarse a creerle—. Estaré mañana a las nueve por tu casa, así que espérame con comida y esa paciencia tuya que tanto nombran.

—Será pizza, no pienso cocinarte después de esto. Ahora, si me permites, continuaré con mi proyecto.

—Sí, sí. Tú has eso.

—Y no vuelvas a llamarme o no iré.

Jaemin cortó la llamada antes de que le siguiera hablando el maldito que terminó ganando en su capricho de ir a la bendita fiesta, por culpa de su interés por el desconocido. Miró a su escritorio y suspiró; tendría que adelantar lo que no escribiría el día siguiente o entraría en crisis el domingo. Esperaba no arrepentirse de su decisión o mataría a su amigo.

A la noche siguiente, el timbre de la entrada anunciando la llegada del único visitante que esperaba, sonó al mismo tiempo que el temporizador del horno eléctrico, como si Haechan tuviera un radar que le dijera que la pizza ya estaba caliente y lista para comer.

—No entiendo para qué tocas timbre si tienes las llaves de la casa. —dijo Jaemin como saludo, sin siquiera levantar la vista de la pizza que estaba cortando, una vez escuchó los pasos y el tintineo de las llaves lo suficientemente cerca.

—Me aseguro que tengas tiempo para arreglarte que en caso de que estuvieras haciendo algo con las fotos que te envié. —sonrió pícaro Haechan, elevando ambas cejas

Jaemin sólo golpeó su brazo, sin responder nada porque, a decir verdad, sí se había masturbado horas antes como un jodido pervertido mirando las dos nuevas fotos que había recibido del chico cuyo nombre aún no sabía. A la imágen en blanco y negro que ya tenía, se le agregaba una donde se lo veía de cuerpo entero con unos pantalones ligeramente ajustados y una remera sin mangas que dejaba a la vista unos musculosos brazos tensionados mientras hacía ejercicio; junto a otra de su perfil afilado, usando unos anteojos de metal mientras leía un libro. Jaemin no sabía si su amigo lo había hecho a propósito o fue un accidente el haberle dado material suficiente para afirmar que el chico era exactamente su tipo.