—Tal vez... Pero es que es divertido molestarte.

—Ve al grano. En serio estoy ocupado. —gruñó Jaemin. No había avanzado mucho el proyecto luego de lo que escribió en la biblioteca. Finalmente dejó de lado su problema de cantidad de información para darle lugar a uno peor: la falta de motivación. Demás estaba decir que eso no colaboraba a su falta de tiempo; era la noche del jueves y el trabajo debía entregarlo el martes sin falta.

Por mucho que no pudiera continuar, no tenía ganas de charlar con nadie.

—Ya... —Haechan dijo a regañadientes—. Te mandé un mensaje, pero no me contestaste nunca. Por eso te llamaba.

—Lo siento —Jaemin se dio vuelta sobre su cama hasta quedar mirando el techo. Sintió un poco de culpabilidad por tratar de manera tan hosca a su amigo cuando él no tenía la culpa de su pericia—. No estuve con el celular todo el día. ¿Qué querías decirme?

—Tengo información sobre tu chico misterioso. —volvió a sentir la sonrisa socarrona del otro lado de la línea.

Demonios.

Instantáneamente comenzó a recordar aquellos ojos oscuros sobre él; los rasgos faciales que sus ojos delinearon en un intento casi fallido por grabar en su mente la belleza del chico que cruzó por la mañana. Trató de hacer memoria de los detalles, del resto de su cuerpo; pero lo único que vino a su mente era la forma que sus miradas se habían encontrado y cómo el cerebro de Jaemin en un estado de impresión solo podía formular cinco palabras para describirlo: atractivo y definitivamente no heterosexual.

Porque el castaño podía reconocer a alguien como él... y ese chico ciertamente lo era. No necesitaba mucha ciencia para saber aproximadamente qué pasó por la cabeza del contrario cuando lo había observado de arriba y abajo. Ya había sentido una energía parecida en otros pero, de alguna forma, en este chico era más atrayente.

Ahora, la pregunta era...

—¿Quién es? —por mucho que haya intentado ocultarlo, Jaemin sabía que su amigo había escuchado la curiosidad en su voz.

—Ya sabes mi propuesta. Acepta ir conmigo a la fiesta y te diré. Es sólo una noche, Jae, ¡será divertido!

—No. —la respuesta había salido en automático, pero ya no sabía si realmente era lo que quería decir y eso le sorprendió. Es decir, sólo era un chico lindo que posiblemente era gay, ¿no? Podía cruzarse con él en cualquier momento de nuevo y hablarle; después de todo, Jaemin no era precisamente una persona tímida.

Pero podía ser sospechoso. Si la gente se enteraba que él realmente no se sentía atraído por las mujeres, nada sería igual. Ya lo había visto con Haechan y su novio; sólo algunas pocas personas que los conocían antes de hacerse públicas sus preferencias sexuales, habían continuado hablándoles. Injusto, francamente, pero ¿qué podía hacer él para cambiar el pensamiento homofóbico de la sociedad? Por el momento, nada. Ya se encargaría de eso algún día. Tal vez cuando terminara de escribir su novela "problemática" y saliera del closet. Mientras seguiría con la farsa de ser un mujeriego, sonreiría y le seguiría el juego a cualquier chica que se le acercara con tal de vivir fuera de la exclusión social.

—Mira tus mensajes —la voz de su amigo al teléfono lo trajo a la realidad por segunda vez en el día, como un deja vú—. Y responde otra vez.

Alejó el teléfono de la oreja, dejando la llamada en altavoz, para abrir el chat con curiosidad. Como un acto reflejo, contuvo su respiración mientras su corazón comenzaba a latir más rápido en su pecho ante lo que sus ojos veían.

—Maldita sea. —murmuró bajo, olvidando que el micrófono estaba a centímetros de su cara y Haechan escuchaba todo del otro lado.

—¿Entonces? ¿Qué me dices?

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