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Lemon: Contiene (Aviso: lenguaje vulgar y comportamientos bastantes sucios que pueden llegar a asquear un poco como el empleo de la saliva, así que pido respeto en todo momento, si no te agrada salta a otra parte)
No sabía si era de día o de noche, era imposible adivinarlo.
Cuando Willow despertó de su dulce sueño se levantó de la cama y corrió las cortinas para ver el oscuro exterior. Desde su posición podía vislumbrar aquellas almas en pena que vagaban entristecidas y pérdidas por el basto inframundo. Todo seguía iluminado por aquella luz azulada proveniente del cielo que volvía a ser atravesado por cuervos. Desde esa distancia no podía oír sus graznidos, además de que las ventanas permanecían cerradas, pero desde ayer había quedado grabado en su mente, al igual que ese beso que le quitó el aliento.
Se llevó los dedos a sus labios, como si aún pudiera sentir ese tacto ardiente y suave. No sabía porque se sentía tan ansiosa al recordarlo, no quería pensar que realmente el dios la estaba conquistando con sus encantos, se avergonzaría de sí misma si fuera así.
<<Toc, toc>>
Dos toques a la puerta la sobresaltaron. Se dio media vuelta, corriendo las cortinas de nuevo como si estuviera cometiendo un delito por mirar a través de la ventana.
- ¿Estáis despierta majestad?
Una voz femenina y aviejada hablaba del otro lado de la puerta. Willow tragó saliva, dando dos pasos hacia el frente, tratando de encontrar las palabras para hablar.
- Sí... ¿Quien eres?
- Soy vuestra sirviente. Dabi me ha ordenado que os traiga el desayuno. ¿Estáis disponible?
- A-ahm...
Willow atravesó la habitación, estirando su mano para seguidamente abrir ella misma la puerta, topándose con una mujer de muy baja estatura, con el rostro lleno de arrugas y su pelo seco y canoso.
Debía admitir que si se la hubiera encontrado en mitad de la noche habría dado un buen grito, porque era horrible de ver, sobre todo porque uno de sus ojos era de un color blanquecino bastante asqueroso. Su piel tenía tonos verdosos, como si fuera un muerto viviente, y sus uñas estaban podridas. Sujetaba la bandeja por las asas y la comida tenía una pinta deliciosa, pero temía que la mujer la hubiera tocado con aquellas manos.
- Se lo dejaré sobre la mes...
- No, no... No se moleste. -Willow se agachó y ella misma tomó la bandeja. - Está bien, muchas gracias.
La mujer estiró sus labios arrugados en una amplia sonrisa que resultaba horripilante, aunque seguramente su intención era parecer amable, pero no lo estaba consiguiendo.
