En la guerra

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Después de que los Olímpicos mandaran a comenzar la guerra, mi pueblo quedó devastado.

Mi familia fue de las pocas que sobrevivió a los estragos de ese infierno, pero había poca comida y los hombres de nuestro pueblo estaban heridos o fueron mandados a la guerra.

Mi padre era uno de los soldados que combatió durante la lucha contra Zeus y sus hermanos.

"Ese maldito es un cobarde, mando al Dios de la guerra a pelear por el porque sabe que el no ganaria"

Bastantes cosas como esa salían de la boca de mi padre, tenía razón, las tropas siempre iban encabezadas por el Dios de la guerra y jamás por algún otro, mucho menos por Zeus.

Cuando mi padre fue a batalla tuvo un altercado dónde quedó peleando con el Dios de la guerra, esté lo atacó pero no lo mató, le perdono la vida.

Argos fue una de las ciudades más protegidas por el Dios del trueno, pero desde que este nos dió la espalda dejamos de venerarlo, no quedaba rastro del Dios amable que era Zeus, su alma se corrompió por la avaricia y el orgullo.

Nos estábamos muriendo de hambre, enfermedades y deshidratación, alguien tenía que salir a traer suministros así que me propuse ser yo.

-Hija, no tienes que hacerlo- escuché la voz rota de mi madre.

-Mamá, necesitamos comida, medicinas y ropas, es necesario.

-Pondríamos esperar a que tu papá sane y que el vaya, pero mi niña, tu no...

-Madre, el jamás sanará si no tenemos las medicinas.

Ella me miró triste mientras ayudaba a empacar cosas para mí viaje.

-Mi niña, si solo tienes 20 años.

Me acerque a ella y besé su frente.

Me dirigí a la habitación dónde descansaba mi padre con la finalidad de despedirme.

-Danae, mi niña...- el pobre hombre estaba devastado -No tienes que irte para salvarnos.

-No hay opción, estás herido y nosotros muriendo de hambre.

-Si se va hoy llega a la ciudad de Atenas al final de la semana- agrego mi madre.

Mi padre dió un suspiro enorme y tomo mis manos.

-Llevate mi daga, mi espada, mi casco, lo que necesites- beso mis manos -Promete que volverás.

Asentí, tome una de las dagas que tenía mi padre y parti.

Tenía el corazón hecho pedazos, con miedo y con la promesa de regresar.

🗡️🗡️🗡️

Camine durante horas, antes de que el atardecer tocará las montañas y la noche rozará con la tierra.

Mire mi mapa cansada, me di cuenta que estaba a punto de llegar a Corinto, apresure mi paso, esperando ver a la ciudad hermosa que había visitado cuando era niña.

Conforme caminaba podía ver un lugar luminoso, pero cuando más me iba acercando el resplandor era demasiado.

La estaban quemando, quemaban la ciudad de Corinto.

Corrí para ver si alguien necesitaba ayuda, pero no había habitantes, solo yo y un pueblo en llamas.

Escuche caballos venir hacia mi, el sonido de las pisadas cada vez estaban más cerca, eran guerreros.

Maldita sea.

-Una mujer- sonrió uno al verme -Tenemos mucho tiempo sin estar cerca de una mujer.

Amando a la Guerra.Where stories live. Discover now