Capítulo 4

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—¿Recordáis al chico del que os hablé la semana pasada? —preguntó Zaida mirando a sus amigas, Cyara asintió en un gesto desinteresado sin dejar de leer el libro que tenía en sus manos y Leyre la miró mientras le daba vueltas al café que tenía enfrente.

—No nos has dicho su nombre pero si, nos acordamos —dijo la morena antes de llevarse la taza a sus labios, cerró sus ojos para saborear el café y dejó escapar un suspiro después del primer trago—. ¿Qué pasa con él?

—Hemos follado.

—¡Joder! —la rubia cerró el libro sin siquiera marcar en que pagina iba y miró a su amiga con ambas cejas levantadas—. Eso si que me interesa, a ver, cuéntame más.

Leyre la miró incrédula, a veces se sentía como la madre de las dos y no era para menos, de las tres era la más responsable y también la más sensata. Ese tema no era apropiado para hablar en la terraza de una cafetería pero sabía que sus compañeras no le prestarían la más mínima atención si se lo decía.

—Lo conocía de vista y tenía un crush con él, simplemente por ser guapo y por su manera de tratar a los demás... Ayer terminé emborrachándome y yo con la lengua suelta soy peligrosa, creo que le dije hasta mis fantasías sexuales. Esta mañana me desperté en su casa y... Pasó lo que pasó.

—¿Pero te lo follaste estando borracha? —preguntó Cyara arrugando su nariz—. Eso no mola, tía.

Negó con la cabeza para descartar esa idea. Si se lo hubiera follado estando borracha sería una cosa, pero estaba muy consciente cuando sus cuerpos se unieron.

—No, no... Fue esta mañana, estaba bien —aseguró—. Fue una pasada. Me vais a tomar como una loca pero... Me vendó los ojos y eso fue lo más excitante que me pasó con un hombre en la cama. Se le veía muy seguro de sus actos, como si no fuera la primera vez que lo hacía, eso solo parecía ser un aperitivo... Y yo tengo ganas de comerme hasta el postre.

—¡Así se habla, esa es mi amiga! —celebró la rubia bajo la atenta mirada de Leyre, quien había permanecido callada.

Claro que Cyara había leído acerca de ese tema en algún libro, empezaba con vendarse los ojos y terminaba esposada a la cama, pero eso era algo que no le diría a su amiga porque prefería que lo descubriera por su cuenta y no por lo que un libro de romance erótico pudiera contarle.

—Casa quien tiene sus gustos sexuales, yo ahí no me meto —habló Leyre antes de volver a su café. Zaida amaba eso de ella, que aunque no estuviera de acuerdo con algo lo respetaba.

—¿Vas a comértela? —preguntó por lo bajo Cyara señalando con su dedo índice la galleta que me habían servido a Leyre con el café, esta negó con la cabeza y ella no tardó en tomarla para empezar a comerla—. ¿Y que pasó después? ¿Como fue la despedida? ¿Os volveréis a ver para repetir?

El momento llegó a su mente de inmediato y le entraron ganas de reír. Alan le había dejado en claro que quería volver a verla y ella... Ella ni siquiera quiso despedirse de él.

—Me invitó a cenar este viernes —susurró, con esa sonrisa que la delataba—, claro que le dije que si...

—Vamos, vamos... Que ya estás pillada.

—Estaba pillada desde antes que me invitara a cenar —puntualizó—. Oh, por Dios, ¿es una cita?

—Claro que es una cita, anormal —bufó Cyara, ganándose una mala mirada de las dos chicas allí presentes.

—Nada de insultos, Cyara, no seas malhablada.

—No le pidas demasiado —le restó importancia—. A ver, tengo una cita con el chico más guapo que he visto en mi vida... Y además, el único que me ha hecho caso. La ropa que voy a llevar es algo importante, si no luzco guapa de primeras no voy a gustarle.

—¿Y qué más dará la ropa si total vais a terminar sin ella?

Leyre escupió el café que se estaba tomando y fue rápida en tomar una servilleta para limpiar la mesa. Solo a Cyara se le ocurría soltar ese tipo de comentarios así sin más.

—Vas a ponerte guapa, si, pero la ropa es lo de menos porque le vas a gustar sin importar lo que te pongas —dijo Leyre mirándola—. Vais a tener una cita romántica y terminareis la noche como tengáis que terminarla, después te preocuparás por los estudios, porque te recuerdo que tienes asignaturas que aprobar en septiembre...

Zaida suspiró. El tema por el que se había emborrachado anoche volvía a estar presente. Leyre tenía razón, tenía que centrarse si no quería repetir un año y atrasarlo todo, pero centrarse en sus estudios no tenía que significar dejar de lado al chico guapo que hacía maravillas en la cama. No. Podía hacer un perfecto equilibrio entre ambos y salir ganando... Aunque eso significase el doble de esfuerzo, trabajo y dedicación.

No se volvió a hablar del tema porque la conversación fue rápida en fluir en otra dirección, a pesar de que la mente de Zaida estuvo siempre centrada en lo mismo. Cuando llegó a su piso sonrió como una adolescente al ver que Alan le había enviado una solicitud en Instagram, no tardó en aceptarla, no lo siguió de vuelta porque ella ya lo seguía desde días antes. Todo parecía ser de color rosa... Pero a veces la apariencia de las cosas no era la realidad.

Húmedas sensaciones Where stories live. Discover now