Capítulo 2: Tacorleans (Reescrito)

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Leo Houston, estaba llorando.

Ese niño majadero, problemático e indeseable como decían muchos, estaba llorando.

Y para que una persona así llore es algo complicado.

-¿Estás llorando?-pregunté con descaro.

No respondió, solo rompió el contacto visual enfadado. Agarró otra piedra y creí que me la lanzaría a mí, pero en vez de eso cayó en el mar.

Estaba enojado.

Pero era mi lugar de paz.

Quedé estática en el lugar esperando que se quitará o hiciera algo. No hizo nada. Y como no hizo nada, yo no me quería meter con él para que se fuera.

Pero tampoco me iría. Al verlo llorar, divisé una faceta de él, que no parece mala, no parece que quisiera hacerme daño.

Ese supuesto miedo, desapareció al verlo frágil.

Ignorando cualquier molestia que le pudiera presentar, me senté un poco incómoda sobre las rocas y saqué la guitarra de su estuche.

-¿Que haces?

Escuchar por primera vez su voz, se sintió como si una nueva estrella ilumirara el cielo. Ese timbre de niño bueno, nunca creí que podría ser suyo.

-Saco mi guitarra-le contesté prestando atención a lo que hacía yo en vez de a su reacción.

-¿Por qué no te has ido como los demás? Vete, déjame.

Se volvió a girar y escondió su rostro entre sus muslos.

Irme como los demás... ¿Que significaba?

Mi mente infantil a esa temprana edad no lo dedujo. Pero hoy sé lo que quiso decir.

Todos le temían, ninguno se acercaba y se quedaba mucho tiempo por miedo a que algo les ocurriera, lo veían como un animal, no lo querían cerca.

Tal vez no era así... tal vez era solo una máscara dura.

-No me iré, aquí vengo a ser feliz, así que te aguantas.

Afiné la nueva guitarra y toqué las dos primeras cuerdas para comparar el sonido.

Las olas chocaban fuertemente contra la base de la pequeña montaña de rocas, y las gaviotas ayudaban mucho a relajarme. Todo tan peliculero.

-Todos me temen, hazlo tu también.-volvió a hablar.

-No puedo temerle a alguien igual a mí.

El silencio reinó por poco tiempo, pues la melodía que inicié era una relajante y que no afectaba a nadie. Me la había inventado ya hace un tiempo, y era con la que más estrés podía aliviar.

Cerré mis ojos y dejé que mis dedos se guiaran solos. Danzaban de una cuerda a otra, haciendo que con su coreografía la melodía fuera más aceptable. Cambiaba de tono, de nota, y yo seguía con mis ojos cerrados.

Una brisa fresca acarició mi cara y movió mi cabello, pero nada de eso detuvo a mis dedos, que estaban por llegar al final. Apreté los ojos con más intensidad, como si estuviera corriendo para llegar al final de un maratón y saltar para romper la cinta.

En lugar de eso, toqué fuerte las últimas notas y le di un final bajito.

Abrí los ojos y lo primer que ví fue a el niño sentado frente a mí, aplaudiendo.

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⏰ Last updated: May 29, 2023 ⏰

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Unidos por Música #1Where stories live. Discover now