Happier.

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Miraste tu reflejo frente al espejo una vez más, tu vestido caía a mitad de tus muslos y tu cabello iba trenzado porque no aguantabas tener que apartarlo de tu rostro a cada momento. El leve rubor que decoraba tus mejillas te hacía tener un aura dulce e inocente, y con una última pintada a tus labios de color carmesí saliste de tu habitación mientras tu mejor amigo te esperaba en la sala.

Ese día irías a una reunión universitaria, donde tus viejos compañeros de clase se verían en una de las casas de ellos a convivir. Al principio no sabías si era correcto ir, porque te habían anticipado que él iría también y no solo, sino que la llevaría a ella. Estabas echa un caos y querías encerrarte en tu habitación, pero sabías que si seguías evitando el tema ya después de un mes de lo sucedido y rehacía a salir solo por temor a encontrarte con él, jamás avanzarías. 

—¿Estás lista? Luces espectacular.—Tu mejor amigo sonrió en tu dirección y tendió su brazo hacia ti, el cual aceptaste gustosa. 

Él estaba decidido que si no querías ir estaba bien, él podría justificar tu ausencia, pero habías alegado que no podías esconderte siempre y no querías dar una imagen vulnerable al no querer asistir a la misma reunión que tu ex novio. 

Así que después de discutirlo, habían decidido que irían juntos y estarían juntos en todo momento de la reunión para que te brindara fuerzas y estar al pendiente por si te querías ir en cuanto pisaras aquella casa. Reíste por su idea pero aceptaste gustosa. 

—Gracias, y sí, estoy lista para irnos.

Subieron a su auto y el camino pareció un eternidad, apretabas tu bolsa en tu contra mientras contabas todos los autos que pasaban a su alrededor, los cuales habías perdido la cuenta ya un par de veces. 

Cuando se estacionó y se encaminaron a la pequeña puerta de un costado de la casa, entraron al patio trasero donde varias miradas se posaron en su llegada.

—¡Por fin llegaron!—El anfitrión gritó y corrió hacia ustedes para dares la bienvenida.

Se saludaron como si los años no hubieran pasado, se acercaron a la mesa donde el resto del grupo se encontraban y te alegraste de encontrarte con tus viejas amistades. Tomaron asiento casi al final de la mesa y aceptaron gustosos el vaso de bebida que les tendieron, apenas ibas a dar el primer trago cuando nuevamente el anfitrión gritó a la llegada de más personas.

Y luego dejaste de respirar. Ni siquiera podías inmutarte. 

Él se veía demasiado bien a un mes de no saber más de su vida; Y si, existían las redes y que su círculo de amigos fuera el mismo, pero habías evitado todo contacto para no saber como le iba. Y pensabas que lo estabas llevando bien, hasta que su aparición se hizo presente y se sintió al equivalente de un puñetazo en el estómago que sacó todo el aire de tus pulmones. 

Pero no solo era él, sino la hermosa chica que llevaba rodeada con su brazo. Y es que a belleza de ella era de otro mundo, con su cabello rojizo cayendo en ondas sobre sus hombros y sus pecas adornando el puente de su nariz, como aquella chaqueta contrastaba con su vestido negro y amoldaba su pequeña figura. Era un tanto más baja que tú, puesto que le llegaba a ras del hombro de él, su mano estaba sujeta con la suya y ambos sonreían enternecidos con la imagen del otro. 

Y los dos se veían felices juntos.

El tipo de felicidad que una persona irradia y que todo el mundo lo siente, el tipo de felicidad que da a tus ojos un brillo diferente.

El tipo de felicidad que jamás lo viste puesto en ti. 

—¿Estás bien? ¡Hey! ¿Tenemos que irnos? Sí, definitivamente nos iremos.—Mencionó tu amigo mientras te daba pequeños empujones en tu hombro para que volvieras a reaccionar al presente.

✎ Imaginas (II) ✓Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin